Si el megalodón era un depredador tan feroz, ¿por qué desapareció?
La sangre parcialmente caliente del tiburón gigante puede haberle permitido prosperar como cazador eficiente y dominante durante casi 20 millones de años, y haber provocado su repentina extinción.
El mayor tiburón conocido de la historia, Otodus megalodon, tenía dientes aserrados que podían llegar a medir más de 17 centímetros.
Durante casi 20 millones de años, merodeaba por los océanos un gigantesco depredador. El emblemático tiburón Otodus megalodon nadaba por los mares de todo el planeta, se alimentaba de los mamíferos marinos de su época y alcanzaba más de 15 metros de longitud. Los paleontólogos se preguntan por qué un cazador tan longevo desapareció de repente hace 3,6 millones de años, pero una nueva investigación sugiere que el calor y la vida a lo grande acabaron por condenar al tiburón megalodón.
Según un nuevo estudio publicado en la revista PNAS, el hecho de ser, al menos parcialmente, de sangre caliente fue un factor clave en la expansión global del megalodón. El elevado calor corporal del tiburón gigante le permitía nadar más rápido y viajar más lejos que otros depredadores, persiguiendo ballenas y otras presas ricas en grasa hasta aguas frías donde los cazadores de sangre fría no podían aventurarse. La capacidad de alimentarse de mamíferos ricos en grasa abrió el camino para que O. megalodon creciera tanto.
Muchos tiburones actuales no son precisamente de sangre caliente o fría. Los tiburones zorro, los marrajos y los tiburones blancos tienen temperaturas corporales regionales que mantienen varios grados más calientes que el agua de mar circundante. Los paleontólogos sospechaban que O. megalodon tenía capacidades similares, pero tomar la temperatura de un tiburón de millones de años no es tarea fácil. Así que el biólogo de la Universidad William Paterson (Estados Unidos) Michael Griffiths y sus colegas recurrieron a las pistas químicas de los fósiles.
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Las dificultades para estudiar al megalodón
El O. megalodon es un tiburón difícil de estudiar. El registro fósil conocido de su existencia se compone enteramente de dientes y vértebras. Pero esas partes fosilizadas contienen una gran cantidad de información sobre la biología del animal. "Los avances en geoquímica están ayudando a arrojar nueva luz sobre las hipótesis extraídas únicamente del modelado y la inferencia", afirma Griffiths, autor principal del nuevo estudio.
A medida que los animales vivos se alimentan e ingieren agua, elementos químicos con variaciones diferentes, llamados isótopos, entran en sus cuerpos y se fijan en tejidos en crecimiento como huesos y dientes. Los isótopos del oxígeno, en particular, pueden utilizarse como indicadores de la temperatura. Por ello, Griffiths y su equipo investigaron los rastros geoquímicos de estos isótopos en el megalodón, así como en otros tiburones antiguos y modernos, mamíferos marinos fósiles y peces que nadaban en los mismos entornos que el megalodón.
Se supuso que los peces eran ectotérmicos, o de sangre fría, basándose en sus parientes vivos. Proporcionaron una estimación de la temperatura del agua de mar con la que se podían contrastar las temperaturas aproximadas del megalodón y otros animales.
El tiburón megalodón no sólo era tan caliente como sus parientes vivos, sino que era bastante más cálido. La temperatura de O. megalodon era unos seis grados Clesius superior a la del agua marina circundante, elevada en comparación con otros tiburones, aunque no tanto como la de las ballenas prehistóricas y las focas parientes de la época.
"El único tiburón existente que tiene una temperatura corporal similar es el tiburón ballena", afirma Griffiths. "Pero su dieta es muy diferente de la de O. megalodon", ya que el tiburón ballena se alimenta por filtración. El perfil fisiológico del megalodón era más parecido al del gran tiburón blanco, pero más grande, lo que probablemente le permitía conservar mejor el calor.
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Las ventajas de que pudiera ser endotérmico regional
Sin embargo, es posible que el Megalodon no estuviera caliente en todo su cuerpo. Es posible que el también conocido como tiburón megatooth (mega diente) fuera lo que los biólogos llaman endotérmico regional, o de sangre caliente sólo en algunas partes del cuerpo, señalan Griffiths y sus colegas.
En los tiburones modernos, como el gran tiburón blanco, el calor generado por el cuerpo se intercambia con partes que son importantes para mantener el calor, como los músculos, los ojos y el cerebro. O. megalodon podría haber tenido un sistema biológico similar. Un pez que se calienta puede viajar más rápido y más lejos en busca de presas que otro cuya temperatura viene dictada por el entorno, lo que sugiere que el tiburón megalodón fue un depredador formidable y de largo alcance en su época.
"Creo que el nuevo estudio sin duda refuerza la idea de que O. megalodon era endotérmico a nivel regional, lo cual es fantástico", afirma Jack Cooper, paleontólogo de la Universidad de Swansea (Reino Unido), que no participó en el nuevo estudio. Señala que investigaciones anteriores del biólogo Humberto Ferrón proponían que los tiburones megatooth eran parcialmente de sangre caliente, y el nuevo estudio añade más pruebas de que la fisiología de O. megalodon era similar a la de sus primos vivos.
Los paleontólogos siguen investigando qué papel desempeñaban las partes calientes del cuerpo en el gigantesco tamaño de los estos gigantes marinos. La mayoría de los vertebrados marinos que alcanzan tales tamaños se alimentan por filtración y tienen un metabolismo lento, por lo que recogen suficientes bocados diminutos para mantener sus cuerpos gigantescos.
Un tiburón grande, caliente y depredador tendría que ser mucho más activo para alimentarse. Aunque los paleontólogos creen que O. megalodon heredó la endotermia regional de sus antepasados, la disponibilidad de ballenas y focas repletas de grasa (y la capacidad de capturarlas) abrió la puerta a que el tiburón alcanzara tamaños impresionantes.
"Aunque diferentes científicos seguirán discutiendo sobre el tamaño máximo posible del megalodón y su aspecto", afirma Cooper, "creo que es mucho más importante destacar que ahora sabemos mucho sobre la biología y ecología de este tiburón gigante". O. megalodon estuvo en la cúspide de la red trófica oceánica durante casi 20 millones de años, una parte importante del ecosistema que influyó en la evolución de las ballenas y otras criaturas marinas.
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Los costes de un cuerpo enorme y caliente
Sin embargo, mantener un cuerpo caliente tiene un coste elevado. "Mantener una dieta necesaria para su biología podría haber puesto en peligro a O. megalodon por diversas razones", afirma Griffiths.
Mantener caliente un cuerpo grande requiere una gran cantidad de alimento, lo que significa que el O. megalodon tenía que alimentarse con relativa frecuencia para sobrevivir. Durante gran parte de la historia del animal, esto no supuso un gran problema, ya que los océanos de la época estaban llenos de ballenas y focas prehistóricas rebosantes de grasa rica en energía.
Pero hacia el final de la era de los tiburones, los océanos cambiaron. Los cambios climáticos provocaron la disminución de las pequeñas presas marinas de las que dependían las ballenas barbadas, lo que a su vez las hizo más escasas. Los paleontólogos también han propuesto que la evolución de especies competidoras, como el gran tiburón blanco, de menor tamaño, también dificultó que O. megalodon encontrara suficientes presas del tamaño de un bocado.
"Cualquier ligero cambio en sus presas principales podría haber sido especialmente problemático para el megalodón", afirma Griffiths. El tiburón gigante fue capaz de prosperar en épocas de abundancia, pero de repente se encontró arrinconado evolutivamente cuando los suministros de alimentos empezaron a disminuir.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.