¿Solidaridad o delito?: la compleja frontera ética de los "rescates abiertos"
María González Sola, activista del grupo Igualdad Animal, dice que rescató a esta gallina de una granja de huevos en España en 2011. A diferencia de otras operaciones encubiertas de liberación de animales, los miembros del movimiento mundial de rescate abierto revelan sus identidades, argumentando que estos animales tienen derecho a la libertad. "No tenemos nada que ocultar", afirma González Sola.
María González Sola, activista del grupo Igualdad Animal, dice que rescató a esta gallina de una granja de huevos en España en 2011. A diferencia de otras operaciones encubiertas de liberación de animales, los miembros del movimiento mundial de rescate abierto revelan sus identidades, argumentando que estos animales tienen derecho a la libertad. "No tenemos nada que ocultar", afirma González Sola.
La luz de un faro se abre paso en la oscuridad, iluminando a cientos de cerdas, unas junto a otras en jaulas. En la oscuridad más absoluta, chillan y se retuercen en jaulas de metal.
En marzo de 2017, cinco activistas entraron en Circle Four Farms, una granja porcina industrial de Utah (Estados Unidos) propiedad de Smithfield Foods, uno de los mayores productores de carne de cerdo del mundo.
Dieron la cara frente a las cámaras. Usaron sus nombres reales. Y publicaron sus imágenes en Internet.
También se llevaron dos lechones.
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El farragoso proceso judicial en Estados Unidos
Los animales (llamados más tarde Lily y Lizzie) estaban enfermos y por debajo de su peso, según el activista Wayne Hsiung. Sin embargo, los fiscales argumentaron que se trataba de un robo. El FBI realizó una redada en dos refugios de animales de granja de los estados de Utah y Colorado en busca de los cerdos desaparecidos, y los veterinarios estatales cortaron dos recortes de la oreja de un lechón para realizar pruebas de ADN. Los fiscales acusaron a los cinco activistas de delitos graves de robo y hurto, pero cuando se celebró el juicio en 2022, dos hombres se enfrentaban a penas de hasta 10 años de prisión. En un momento dado, debido a un aumento por delitos cometidos contra empresas de animales, los dos se enfrentaban a una pena de hasta 60 años, según numerosos informes de prensa.
Pero en un giro sorprendente, el jurado del condado de Washington, Utah, se puso de parte de los activistas.
"Acaban de dejar salir libre de la sala a un tipo que entró en una granja industrial y sacó dos lechones sin el consentimiento de Smithfield", declaró a la prensa a la salida del tribunal Wayne Hsiung, activista y fundador del grupo de defensa de los derechos de los animales Direct Action Everywhere, momentos después de su absolución. "Si puede ocurrir en el sur de Utah, puede ocurrir en cualquier parte".
Cinco meses después, dos mujeres de California fueron declaradas inocentes de un delito menor de hurto tras coger dos pollos enfermos de un camión de Foster Farms con destino a un matadero.
Estas cruzadas forman parte del llamado movimiento en pos del bienestar animal de "rescate abierto", en el que los activistas por los derechos de los animales sacan abiertamente animales de las explotaciones industriales. Direct Action Everywhere (más conocida como DxE) está a la vanguardia de este movimiento en Estados Unidos, pero su pionera fue Patty Mark, fundadora de la organización australiana sin ánimo de lucro Animal Liberation Victoria, que filmó su rescate de gallinas de una fábrica de huevos en la década de 1990.
Activistas de todo el mundo han seguido su ejemplo, y grupos como Compassion Over Killing, Animal Protection and Rescue League, Mercy for Animals y Compassionate Action for Animals han ayudado a orquestar operaciones de rescate similares en Estados Unidos. Estas acciones también han adquirido relevancia en España con numerosos ejemplos recientes, como el realojo, por parte de la organización Salvando Peludos a finales de 2020, de miles de pollitos abandonados en el aeropuerto de Barajas, o de las acciones de "rescate" de gallinas que puntualmente protagonizan Mis Amigas las Palomas, entre otros colectivos.
En septiembre de 2020, Ariel Ryan y otros 11 activistas se encadenaron a una valla frente al matadero Farmer John de California. La vigilia, organizada por el grupo de defensa de los derechos de los animales Direct Action Everywhere, bloqueó la entrada para que los camiones no pudieran transportar cerdos al matadero.
Las personas que llevan a cabo rescates abiertos alegan que tienen derecho a rescatar animales en peligro. En Estados Unidos, por ejemplo, sus argumentos se basan en leyes estatales que protegen a los rescatadores de sanciones civiles o penales si rompen una ventana para rescatar a un animal en un coche caliente. Aunque muchos estados excluyen explícitamente al ganado de estas leyes, algunos se limitan a decir "animal" sin definir más el término. En el juicio de Smithfield, Hsiung comparó a los cerdos que recogió con perros en un coche caliente "necesitados de cuidados urgentes".
Pero mientras los activistas lo llaman rescate, las granjas lo llaman robo. Tanto Smithfield, que es propiedad del grupo WH con sede en Hong Kong que declaró 24 mil millones de dólares en ingresos en 2019, como Foster Farms declinaron hacer comentarios. Circle Four Farms no respondió a una solicitud de comentarios. En una declaración después del juicio, el vicepresidente de asuntos corporativos de Smithfield, Jim Monroe, calificó el veredicto de "decepcionante" y dijo que los activistas son "parte de un movimiento anti-carne decidido a socavar la agricultura ganadera." También negó que se maltratara a los animales.
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Por qué salieron los activistas absueltos
El videoclip dura menos de un minuto. Dos mujeres corren por una calle muy transitada, se acercan a un camión de Foster Farms y sacan dos pollos. Alicia Santurio y Alexandra Paul, ex actriz de Los vigilantes de la playa, llevan a los animales, que aletean y graznan, a su coche.
Podría parecer un caso claro: el presunto acto delictivo fue filmado. Santurio y Paul fueron acusadas y se enfrentaban a seis meses de cárcel.
¿Qué tuvo en cuenta el jurado para declararlas inocentes?
En primer lugar, según la miembro del jurado Stefanie Hurte, un abogado había aconsejado previamente a DxE que estaba dentro de los derechos de los activistas rescatar animales que ven en peligro y necesitan atención médica, y aunque el fiscal del distrito de Merced presentó cargos, la defensa argumentó que Santurio y Paul creían que estaban operando dentro de la ley cuando se llevaron los pollos.
En segundo lugar, Hurte cree que la acusación no pudo demostrar que Santurio y Paul actuaran con la intención de privar de valor a Foster Farms, sino que su intención era ayudar a los animales, ya que los llevaron a un veterinario a sus expensas. Uno de los pollos murió más tarde, pero el otro fue trasladado a un santuario.
En el caso Smithfield, algunos miembros del jurado consideraron que los fiscales no habían demostrado que los lechones tuvieran valor, y el jurado dictaminó que el incidente no cumplía los criterios de robo, según la transcripción de una entrevista posterior al juicio con un testigo de la defensa en el caso. La fiscalía estimó que los cerdos valían unos 40 euros cada uno, pero como probablemente sufrían infecciones, la empresa los habría desechado, lo que los habría dejado sin valor, dijeron algunos miembros del jurado después del juicio.
Hasta ahora, el argumento del "derecho al rescate" de DxE no ha prosperado. En los dos casos anteriores, DxE afirma que no se permitió a la defensa argumentar que sus acciones eran necesarias para evitar un daño mayor.
Aun así, la defensa transmitió su mensaje de bienestar animal.
"No puedo soportarlo"
Después de que el fiscal del caso Smithfield comparara a los lechones enfermos con latas abolladas en el supermercado, un miembro del jurado se quedó "sin palabras", según la entrevista posterior al juicio con el testigo de la defensa: "el cerdo tiene cerebro, se mueve, es un ser vivo, y lo comparas con una lata abollada", dijo el miembro del jurado.
En el juicio de Foster Farms, la jurado Stefanie Hurte dice que escuchó historias "desgarradoras" sobre animales vivos sacados de debajo de una pila de muertos y sobre el mal funcionamiento de los dispositivos de aturdimiento que dejaban a los pollos totalmente conscientes mientras los mataban.
Desde el juicio, Hurte ha dejado de comer carne. "No puedo soportarlo", declaró a National Geographic. "No puedo comer animales que están siendo torturados".
Numerosas investigaciones como la de DxE han revelado las malas condiciones de estas granjas industriales estadounidenses, incluso en instalaciones propiedad de empresas que prometen un trato en libertad o humanitario. Y, sin embargo, las encuestas muestran que la gran mayoría de los estadounidenses compran productos con estas etiquetas porque creen que indican mejores prácticas de bienestar animal.
Activistas de Direct Action Everywhere intentan calmar a los cerdos de un camión de transporte durante una vigilia en septiembre de 2020 en el matadero Farmer John. El fundador de DxE, Wayne Hsiung, dice que imagina "un mundo en el que ningún animal tenga que sufrir por ningún motivo".
Ha aumentado la empatía pública hacia los animales en cautividad, especialmente los de las granjas industriales. Cada vez son más los estados que prohíben las jaulas para gallinas. En 2022, el Tribunal Supremo de Nueva York aceptó escuchar un caso de personación animal de una elefanta del zoológico del Bronx llamada Happy, y aunque finalmente fallaron en su contra, fue la primera vez que un alto tribunal aceptaba un caso de derechos de los animales, según el Nonhuman Rights Project, que representaba a Happy. Y en mayo, el Tribunal Supremo respaldó un referendum de California que prohíbe el consumo de carne de cerdo procedente de granjas que confinan a las cerdas preñadas en jaulas de gestación, que apenas son más grandes que sus cuerpos.
"Hay una constelación de fuerzas que nos mueven en la dirección de los derechos de los animales", afirma Hsiung. "Y creo que el rescate abierto será una parte crucial de ello".
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Las penas de cárcel son una preocupación "muy real"
No todos los rescates abiertos han tenido tanto éxito, y las consecuencias pueden ser graves.
En 2006, el activista Adam Durand pasó seis meses en prisión por allanamiento de morada después de que él y otras personas entraran en la granja de huevos de Wegmans, en el estado de Nueva York, para filmar un documental y rescatar a 11 gallinas que creían enfermas o moribundas.
Amber Canavan pasó 30 días en la cárcel en 2015 por entrar en Hudson Valley Foie Gras, en el estado de Nueva York, y sacar patos que, según ella, tenían las plumas sucias, la piel en carne viva y aparentes problemas respiratorios, evidenciados por mucosidades verdes y marrones y ojos costrosos. En mayo de 2015, se graduó magna cum laude en la Universidad Estatal de Nueva York y, dos meses después, se presentó en la cárcel.
"No me arrepiento", dice. "Lo habría vuelto a hacer". Pero la experiencia afectó a su vida a largo plazo; por ejemplo, durante años era apartada en los aeropuertos estadounidenses para ser examinada con más detenimiento.
En el caso Smithfield, la amenaza de ir a la cárcel "se hizo muy real" mientras el equipo se preparaba para el juicio, dice Hsiung. Para el veredicto, ya había elaborado mentalmente una declaración. Daría las gracias al jurado por escucharle y haría una declaración sobre el bienestar animal. Aunque le impactó, el veredicto de inocencia reafirmó su fe en la humanidad, dice Hsiung, que desde entonces ha dejado DxE para encabezar un nuevo movimiento de rescate abierto llamado The Simple Heart Initiative.
Tras 48 horas en el matadero Farmer John, la policía desalojó a los activistas que quedaban. Los miembros del movimiento de rescate abierto saben que se arriesgan a ser detenidos al realizar estos rescates, y algunos incluso han pasado meses en la cárcel.
Un punto álgido
¿El objetivo del rescate abierto es acabar con la producción de carne?
"Suenas como un fiscal", responde Cassie King, directora de comunicación de DxE.
Pero los objetivos de DxE son realmente radicales: un mayor éxito "envalentonaría al movimiento por los derechos de los animales y abriría las compuertas a más rescates abiertos en todo el país", afirma King.
Eso es exactamente lo que temen las empresas. En su declaración tras el juicio, Monroe, de Smithfield, temía que el veredicto "animara a cualquiera que se oponga a la cría de animales para la alimentación a vandalizar las granjas."
DxE pretende formalizarlo aprobando una Carta de Derechos de los Animales de cinco puntos: el derecho a la libertad; el derecho a no ser explotados, maltratados o matados por los humanos; el derecho a que sus intereses sean representados en los tribunales; el derecho a tener un hábitat protegido; y, por último, el derecho a ser rescatados de la angustia.
La activista australiana Patty Mark fue pionera del movimiento de rescate abierto en 1993, cuando filmó un rescate de gallinas de una fábrica de huevos. En la foto de 2013, acuna a una gallina rescatada llamada Susie en su santuario de animales de Australia.
Aunque Hsiung imagina un mundo en el que la carne se cultive en laboratorios y la gente obtenga sus proteínas de fuentes vegetales, "el individuo que va y compra el filete en el supermercado" no es el problema, dice, sino las prácticas de la industria cárnica. Quiere "un mundo en el que ningún animal tenga que sufrir por ningún motivo".
"Estamos llegando a un punto crítico", afirma Hsiung. "La explotación institucionalizada de los animales acabará durante nuestra vida".
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.