Este pez de 160 millones de años le desgarraba la carne a sus víctimas

El descubrimiento de nuevas especies de lampreas antiguas, nadadoras parecidas a las anguilas con afiladas ventosas en la boca, está ayudando a los científicos a reconstruir la historia evolutiva de estos parásitos escurridizos.

Por Riley Black
Publicado 2 nov 2023, 10:32 CET
Grandes lampreas del Jurásico, halladas en China

Grandes lampreas del Jurásico, halladas en China, revelan los primeros tiempos de estos parásitos marinos con boca de ventosa.

Fotografía de Illustration By Heming Zhang

Las lampreas se han alimentado de carne y sangre desde las profundidades de la prehistoria. Estas criaturas sin mandíbulas, parecidas a las anguilas, tienen unos discos succionadores forrados de dientes a modo de boca, que muchas especies modernas utilizan para aferrarse a sus presas y chupar la sangre de sus huéspedes vivos. Ahora, unos impresionantes fósiles de China han revelado un par de grandes especies de lampreas fósiles con piezas bucales especializadas en arrancar carne de sus víctimas, lo que representa la evolución de estos animales hasta convertirse en impresionantes depredadores.

"No existen otros fósiles de lamprea de la era de los dinosaurios que conserven con tanta claridad su aterrador aparato bucal", afirma el paleontólogo del Museo Canadiense de la Naturaleza Tetsuto Miyashita, que no participó en el nuevo estudio.

Los peces fósiles fueron descritos recientemente en Nature Communications por Feixiang Wu, paleontólogo de la Academia China de Ciencias, y sus colegas. Los fósiles, delicadamente conservados, se hallaron en rocas de unos 160 millones de años de antigüedad de la provincia de Liaoning y representan dos nuevas especies. Se trata de lampreas enteras, conservadas desde la boca en forma de ventosa hasta la punta de la cola.

La lamprea del Jurásico Yanliaomyzon occisor

La lamprea del Jurásico Yanliaomyzon occisor tenía unas piezas bucales parecidas a las de la lamprea actual.

Fotografía de Illustration By Heming Zhang

"Me impresionó profundamente a primera vista", dice Wu, sobre todo la conservación de las bocas y los dientes. Los fósiles se hallaron en rocas que se formaron entre lagos prehistóricos.

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La dificultad de estudiar lampreas prehistóricas

Los paleontólogos no suelen examinar las lampreas prehistóricas con tanto detalle. A pesar de existir desde hace más de 360 millones de años, las lampreas antiguas son difíciles de encontrar. "El registro fósil de la lamprea es muy escaso y pobre", afirma Miyashita, y sólo se conocen especies pequeñas, de unos pocos centímetros de longitud, de los primeros 200 millones de años de su historia. Los expertos no saben con certeza de qué se alimentaban las primeras lampreas, si de pequeñas presas o incluso de algas, pero carecían de las piezas bucales especializadas para alimentarse de sangre o carne de otros peces. Los nuevos fósiles amplían sustancialmente el registro fósil de estos animales y aportan nuevas pistas sobre su evolución.

La mayor de las dos nuevas especies, Yanliaomyzon occisor, medía más de 60 centímetros de largo, lo que la convierte en la mayor lamprea fósil descubierta hasta ahora, aproximadamente del tamaño de las mayores lampreas vivas. Este pez era varias veces mayor que sus primos anteriores, y sus malvados dientes nos dan una pista de lo que provocó este aumento de tamaño.

"Las lampreas modernas son parásitas o no parásitas en la edad adulta", afirma Miyashita. El tamaño de Yanliaomyzon encaja mejor con las grandes especies parásitas conocidas hoy en día, que suelen alimentarse de peces óseos como la trucha y el siluro. Los fósiles representan la aparición más antigua conocida de este peculiar estilo de vida.

Los fósiles de Yanliaomyzon tienen la boca llena de dientes afilados y una estructura especializada llamada cartílago pistón para mover la lengua del pez, dice Wu, que se parecen a los de una especie viva que se alimenta de carne llamada lamprea de bolsa o anguila blanca (Geotria australis). Hace 160 millones de años, las lampreas eran más grandes que nunca y nadaban activamente tras los peces para arrancarles la carne como si fueran bolas de helado.

Uno de los nuevos fósiles de Yanliaomyzon incluye incluso fragmentos de esqueleto conservados en su intestino, lo que indica que arrancaba trozos de hueso a mordiscos. Si las lampreas fósiles tenían capacidades similares a las de las lampreas actuales, escriben Wu y sus colegas, Yanliaomyzon podría incluso haber sido capaz de destruir los cráneos de sus presas.

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La importancia evolutiva del cambio de dieta de las lampreas

Un cambio en los alimentos disponibles podría haber abierto el camino evolutivo a las lampreas carnívoras. Los primeros animales de este tipo coexistieron con peces más grandes cubiertos de una gruesa armadura que las diminutas lampreas no podían atravesar. Pero hace 160 millones de años, según Wu, "empezaron a aparecer en abundancia peces óseos con escamas finas" que proporcionaron a las lampreas una nueva fuente de alimento. Los peces escurridizos empezaron a evolucionar hasta convertirse en hábiles cazadores, y los nuevos fósiles apuntan a que las actuales especies chupasangre evolucionaron a partir de antepasados carnívoros.

Los nuevos fósiles también establecen cuándo las lampreas evolucionaron hacia un ciclo vital de varias etapas. Según Wu y sus colegas, ambas especies de Yanliaomyzon tienen largas aletas en forma de cinta en la parte inferior, una característica asociada a la natación en aguas corrientes. Esto podría indicar que Yanliaomyzon se comportaba de forma similar a las especies modernas de lampreas: los adultos nadaban río arriba para depositar a sus crías. Las crías habrían comenzado su vida como filtradores en agua dulce antes de llegar al océano para cazar y comenzar de nuevo el ciclo.

Otros fósiles podrían aclarar aún más los grandes cambios que han sufrido las lampreas desde sus primeros días como peces diminutos en un mundo de nadadores acorazados. "El registro fósil de la lamprea, comparado con el de otros grupos de vertebrados, debe de ser uno de los menos completos", afirma el paleontólogo de la Universidad de Chicago (Estados Unidos) Michael Coates, que no participó en el estudio.

Los nuevos fósiles son un "material fascinante", señala, ya que aportan una gran cantidad de información nueva sobre un grupo de animales antiguos del que sólo se conocen algunas partes aisladas de la boca. Ahora está claro que, en el Jurásico, las lampreas ya habían desarrollado una mordedura impresionante.

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    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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