El inconmensurable poder de la orina de ballena
Una sola ballena puede producir casi 1000 litros de orina en un día y ayuda a mantener la vida en todo el océano.

Durante demasiado tiempo se han pasado por alto las contribuciones urinarias de las ballenas jorobadas al océano.
En las profundas aguas azules, una ballena jorobada de un mes se acurruca junto a su madre. Entonces, una nube de orina amarilla oscura entra en el agua, como una bomba de humo dorado, y todo se tiñe de verde.
Estas imágenes ofrecen una nueva pista sobre un ingrediente importante para la salud de los océanos: la orina de ballena.
La comunidad científica ha pasado mucho tiempo pensando en cómo los nutrientes de las heces de ballena (también conocidos como “bomba de ballena”) benefician a las especies de aguas poco profundas, ya que las ballenas nadan desde las profundidades marinas, donde se alimentan, para defecar cerca de la superficie.
Pero habían pasado por alto otra importante fuente de nutrientes: la orina.
Ahora, un estudio publicado en Nature Communications ha corregido esta laguna. En él se concluye que la orina de ballena es una parte esencial de un ecosistema marino próspero.
“La gran sorpresa del estudio es que la orina supera con creces las otras fuentes de nitrógeno”, como los cadáveres, por ejemplo, dice el coautor principal Joe Roman, PhD, biólogo conservacionista de la Universidad de Vermont (Estados Unidos). Además, las ballenas no suelen producir heces ricas en nutrientes durante la época de cría, pero siguen orinando.
Esencialmente, las ballenas barbadas transportan nitrógeno y fósforo desde sus zonas de alimentación polares hasta los lugares de cría tropicales donde faltan esos elementos, y sin esos nutrientes críticos, las plantas y animales marinos no sobrevivirían.
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Las ballenas orinan cuando migran, esparciendo nutrientes por todo el mundo
El estudio analizó los nutrientes que las ballenas barbadas (entre cuyos miembros se encuentran los rorcuales gris, azul, jorobado y de aleta) aportan al océano a través de su orina, sus cadáveres y sus placentas. Todas estas fuentes liberan 3784 toneladas de nitrógeno y 46 512 toneladas de materia orgánica en zonas con escasos nutrientes. Y la orina representa la mayor parte del nitrógeno (sólo un rorcual común puede producir 950 litros de orina en un día).
En verano, las ballenas se alimentan en regiones polares ricas en nutrientes. Luego migran para aparearse y reproducirse en aguas tropicales cálidas, que suelen tener pocos nutrientes. Durante el invierno, dependen de las reservas de energía almacenadas en su grasa y músculos; el proceso de descomposición para liberar energía genera agua y productos de desecho, que se convierten en orina.
“Por eso excretan este nitrógeno”, explica.
Estos enormes mamíferos también liberan energía y nutrientes al medio ambiente a través de las placentas (que pesan unos cientos de kilos cada una, según Roman) y los cadáveres. Y, en conjunto, estos excrementos de ballena mueven muchos más nutrientes que los procesos físicos naturales, como los fenómenos meteorológicos. “En un lugar como Hawái, las ballenas aportan más nitrógeno del que transportan el viento y las corrientes”, afirma Roman.
El pis de ballena es bueno para el mar
La orina de ballena contiene altos niveles de nitrógeno y fósforo, que todos los organismos vivos necesitan para sobrevivir.
“Estos nutrientes estimulan el crecimiento del fitoplancton en la superficie del océano y también enriquecen los ecosistemas de aguas profundas”, afirma Heidi Pearson, doctora y profesora de biología marina de la Universidad de Alaska Southeast, que no participó en el estudio.
Al aportar estos elementos a ecosistemas que carecen de ellos, estas ballenas marinas mantienen en forma a todo el océano”.
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Por qué la conservación es esencial para la salud de los océanos
Los investigadores calculan que estas cifras habrían sido unas tres veces superiores antes de que la caza comercial de ballenas casi acabara con algunas especies antes de que se prohibiera en 1986 (aunque Japón, Noruega e Islandia aún las cazan).
“Algunas poblaciones de ballenas aún no se han recuperado de la caza industrial y la mayoría de las ballenas están en peligro por una miríada de amenazas, como las colisiones con embarcaciones, los enredos en pesquerías, la contaminación y el cambio climático”, afirma Pearson.
Sin ballenas, el resto del océano también está en peligro.
“El océano chisporrotea como un coche viejo con piezas oxidadas que no funcionan correctamente”, afirma Ed Goodall, responsable de compromisos intergubernamentales de Whale and Dolphin Conservation, que financió en parte el estudio. “Hemos eliminado procesos vitales proporcionados por las ballenas que ayudan a mantener el océano funcionando como una máquina bien engrasada”.
Si queremos un ecosistema marino resistente y sano, debemos proteger a las ballenas, añade Pearson: “El océano sería un lugar muy diferente sin caca ni orina de ballena”.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
