1 de agosto de 2014
Científicos de la Universidad de Alaska (Estados Unidos) han descubierto que la llamada rana de la madera puede sobrevivir congelada a temperaturas tan bajas como 18ºC bajo cero.
«Ningún otro vertebrado que se conozca ha mostrado una tolerancia tal a temperaturas similares», afirma el biólogo Don Larson, dirección del estudio publicado recientemente en Journal of Experimental Biology.
Larson ya era consciente, al estudiar ranas de laboratorio, de que estos animales acumulan glucosa en sus células para estabilizarlas y evitar la pérdida de agua, pero al analizar tejido de dieciocho ranas de la madera salvajes, descubrió que el proceso, llamado crioprotección, aumenta considerablemente en estas.
Por ejemplo, los análisis revelaron que las concentraciones de azúcar en ranas salvajes es trece veces mayor en los tejidos musculares, diez veces mayor en tejidos cardíacos y más del triple en el caso de tejidos hepáticos, comparado con las ranas congeladas en laboratorio.
El equipo cree que las ranas llevan a cabo este aumento de la glucosa a través de un proceso de congelación y descongelación que no se observa en las ranas de laboratorio. En estado salvaje, las ranas que hibernan comienzan a descongelarse, provocando una segunda o tercera congelación al caer la noche, lo que hace aumentar las reservas de glucosa.
De hecho, estos animales son tan eficaces a la hora de regular estos ciclos que «pasan más tiempo congelados que cualquier alimento que pueda ser comido después», comenta Larson.
Hay otros animales con mecanismos similares que también les permiten sobrevivir en condiciones extremas:
Escarabajos rojo descortezador (Cucujus clavipes puniceu)
Este escarabajo habita en el norte de Alaska y Canadá y puede sobrevivir a 58ºC bajo cero (las larvas pueden incluso aguantar los 100 bajo cero).
Para conseguirlo, acumula en sus tejidos proteínas anticongelantes y glicerol, un alcohol que actúa también como anticongelante, entrando en un estado de deshidratación para evitar la congelación. La deshidratación hace aumentar la concentración de las proteínas y reduce la cantidad de agua.
Gusano de Pompeya (Alvinella pompejana)
Esta criatura habita en fuentes hidrotermales a temperaturas lo suficientemente calientes como hervir agua.
Los expertos creen que este gusano puede soportar estas temperaturas (aguanta hasta los 80ºC) gracias a la relación simbiótica que mantiene con una misteriosa bacteria: esta le protege aislándole del calor mientras se alimenta del moco que secreta el gusano desde unas glándulas de la espalda.
Hormiga del desierto del Sahara (Cataglyphis bicolor)
Este insecto es uno de los que mejor soporta el calor. Sus largas patas mantienen su cuerpo alejado de la arena del desierto. Son las únicas hormigas que siguen buscando alimento cuando las temperaturas alcanzan los 45°C. Así, escarban en los cadáveres de otras hormigas e insectos que no sobrevivieron al calor.
Oso de agua (Tardigrada)
Nada puede con los osos de agua. Pueden aguantar las más bajas temperaturas (hasta 273°C bajo cero) y las más elevadas (150°C); de hecho, pueden sobrevivir hasta en el espacio.
En 2007, el sueco K. Ingemar Jönsson lanzó ejemplares de esta especie al espacio desde la nave FOTON-M3, y sobrevivieron incluso al vacío y la radiación cósmica