5 de septiembre de 2010
El atún de aleta azul del Atlántico es uno de los peces más grandes, rápidos y bellamente coloreados del mundo. Sus estilizados cuerpos en forma de torpedo están diseñados para la velocidad y la resistencia. Su coloración (azul metálico por arriba y blanco plateado reluciente por abajo) les ayuda a camuflarse en ambos sentidos. Gracias a su voraz apetito y dieta variada, alcanzan enormes dimensiones, con dos metros de longitud y 250 kilogramos, e incluso no es inusual encontrar ejemplares mucho más grandes.
Por desgracia para la especie, su carne se considera una delicia insuperable, especialmente entre los consumidores de sashimi, y la sobrepesca en todo su territorio ha reducido su población hasta niveles alarmantes.
El atún de aleta azul del Atlántico es un animal de sangre caliente, algo muy raro entre los peces, y se siente a gusto en las frías aguas de las costas de Terranova e Islandia, así como en las aguas tropicales del Golfo de México y en el mar Mediterráneo, adonde acuden todos los años a desovar. Se encuentran entre los peces que practican migraciones más ambiciosas, y se ha rastreado a algunos ejemplares etiquetados que han cruzado el Atlántico entre Norteamérica y Europa varias veces en un año.
Los pescadores deportivos los consideran un trofeo por su capacidad de lucha y velocidad; son capaces de surcar el agua con sus poderosas colas en forma de media luna a casi 40 nudos. Pueden retraer las aletas dorsal y pectoral en ranuras de su cuerpo para reducir la resistencia al agua. Algunos científicos creen que las diversas «aletitas» de la cola pueden servir para reducir las turbulencias del agua.
Los atunes de aleta azul alcanzan su enorme tamaño atiborrándose casi sin parar de peces más pequeños, crustáceos, calamares y anguilas. También se alimentan filtrando zooplancton y otros pequeños organismos, e incluso se les ha observado comiendo un tipo de alga, el kelp. El mayor atún jamás registrado fue un aleta azul del Atlántico capturado en la costa de Nueva Escocia que pesaba 679 kilogramos.
Los humanos llevamos siglos consumiendo atunes de aleta azul. Sin embargo, en los años 70, la demanda y los precios de los grandes aletas azules subieron en el mundo entero, especialmente en Japón, y la pesca comercial encontró nuevas formas de localizar y capturar a estos estilizados gigantes. El resultado ha sido el desplome de las reservas de aletas azules, especialmente los ejemplares grandes en edad reproductiva, y las iniciativas internacionales para su conservación han puesto coto a las capturas comerciales. En cualquier caso, al menos un grupo de conservacionistas afirma que la pesca ilegal en Europa ha llevado a la población de aletas azules del Atlántico al borde de la extinción en esa zona.