23 de agosto de 2011
Conducida por la creciente demanda de marfil, la caza furtiva de elefantes en la reserva nacional de Samburu (norte de Kenia) ha crecido durante los últimos tiempos hasta posicionarse en la tasa más alta de los últimos 14 años, teniendo consecuencias alarmantes no solo dentro de la población de estos animales sino para todo el ecosistema.
Una asociación sin ánimo de lucro llamada “Save the Elephant” (Salvar a los elefantes) ha trabajado durante décadas para proteger a los elefantes de los furtivos, y, hasta hace poco, estaban teniendo un gran éxito en la recuperación de poblaciones en la zona de Samburu.
El pasado 12 de Julio, una matriarca llamada Khadija (el último miembro veterano de las “chicas Suahili”, una familia de elefantes de la cual casi todos los miembros son huérfanos) fue hallada muerta. La muerte de Khadijaa manos de furtivos (que le dispararon cuatro veces y le cortaron los colmillos) no es más que una muestra de este creciente problema.
Hemos entrevistado a Iain Douglas-Hamilton, fundador de Save the Elephants sobre la situación actual en Samburu.
¿Por qué es importante la historia de Kadija?
Khadija era la última matriarca de una conocida familia de elefantes, identificada por el ecologista George Wittemyer a principio de la década del 2000. Una por una, las matriarcas fueron eliminadas hasta llegar al punto de que era la única superviviente, liderando una familia de ocho huérfanos.
¿Qué ha potenciado el incremento del furtivismo?
El ascenso aparece de la mano de la creciente demanda de marfil, especialmente desde la emergente clase media china, que probablemente no son conscientes de que comprando marfil están contribuyendo al asesinato de elefantes.
¿Afecta de alguna forma la caída de la población de elefantes a otras partes del ecosistema?
Sí, de muchas formas. Los elefantes limpian la maleza y crean caminos para otros animales, escavan para encontrar pozos de agua en épocas de sequía y transportan semillas de determinados arboles de los que se alimentan. Sus aportaciones al hábitat son muy beneficiosas para otras especies.
¿Qué política está llevando a cabo el gobierno para combatir la caza ilegal? ¿Qué más podría hacer?
La Agencia para la conservación natural de Kenia hace todo lo que puede, pero la creciente demanda de marfil hace que la situación se les escape de las manos. Necesitan más fondos para combatir el furtivismo desde la base de las comunidades locales. Las penas para los cazadores han de ser muy superiores, para poder intimidar a los infractores.
¿Cuáles son los mitos más comunes en torno a la caza ilegal de elefantes?
Es un error pensar que los furtivos son granjeros pobres que se ven obligados a cazar para salir de la pobreza. La verdad es que el contrabando de marfil siempre ha estado en manos de sindicatos del crimen, y los cazadores de base, son delincuentes comunes, bien armados con fusiles automáticos, que se dedican a asaltar gente cuando no pueden cazar elefantes.
¿Se podría erradicar la caza furtiva?
Nunca podrá ser eliminada del todo, pero si se podría controlar en gran medida. En los años posteriores a 1989, la crisis del mercado del marfil hizo que la población de elefantes creciese en Kenia (de 14000 en 1985 a 23000 en 2006) aunque quedasen cazadores ilegales de forma intermitente. Ahora necesitamos que el mundo tome conciencia y se una en la lucha para terminar con la nueva ola de asesinatos de elefantes. El país que más se tiene que concienciar acerca de esto es China.
¿Qué pasará con la familia de huérfanos de la familia de Khadija?
Los más jóvenes morirán, pero los mayores de cinco años sobrevivirán. La mayoría se unirán a primos y parientes. Los machos tienen mayor tendencia a dispersarse antes en los grupos de huérfanos que en los demás, creando sus propias familias o uniéndose a grupos jóvenes poco estables.
Por el momento, los huérfanos de la familia de Chicas Suahili de Khadija siguen unidos. Son parte de nuestro programa a largo plazo en Samburu para entender cómo se arreglan para sobrevivir los elefantes huérfanos en situaciones como esta.