5 de septiembre de 2010
De aire torpe y desgarbado cuando camina por tierra, el colimbo grande es un ave migratoria que se cría en lagos arbolados y grandes estanques de Norteamérica y partes de Groenlandia e Islandia. Pasa el invierno por las costas del Pacífico y el Atlántico de Norteamérica, así como en Europa e Islandia.
Sus extraños chillidos, que parecen a veces llantos, otras trémolos y otras cantos tiroleses, pueden oirse a grandes distancias. Estos chillidos se hacen más intensos durante la época de cría, cuando las parejas defienden agresivamente sus territorios.
El colimbo tiene llamativos ojos de color rojo, cabeza y cuello negros y rayas y manchas blancas en la espalda. Mide hasta 91 centímetros y puede pesar hasta 5 kilogramos, y se alimenta principalmente de peces e invertebrados.
El colimbo tiene que protegerse de muy diversos depredadores que lo acechan por tierra, mar y aire; entre ellos aves como gaviotas, cuervos y cornejas; peces como el lucio y mamíferos terrestres como mapaches, comadrejas y mofetas.
Las parejas de colimbos anidan junto a las orillas de los lagos e incuban sus huevos durante 27 a 30 días. Los polluelos salen del nido el mismo día que nacen y tardan unas 11 semanas en aprender a volar.
El colimbo grande inspira muchas de las leyendas de los nativos norteamericanos. Algunos de ellos, como los inuit, están legalmente autorizados a cazar alrededor de 4.500 ejemplares al año por razones de subsitencia. La población de colimbos se mantiene estable en la actualidad, aunque afronta una serie de amenazas, entre ellas la contaminación y la invasión de su territorio por el ser humano.