Las ballenas contribuyen a mejorar la salud de nuestros océanos

Por Redacción National Geographic
Cachalote
Cachalote

14 de julio de 2014

Los científicos y los responsables de la gestión pesquera han subestimado durante décadas el importante papel que juegan las ballenas para el buen estado de los ecosistemas marinos. 

Ahora, un estudio afirma que el aumento de las poblaciones de grandes ballenas (ballenas azules, cachalotes, ballenas francas y ballenas grises) podría mejorar el estado de salud de nuestros océanos.

Según su director, Joe Roman, «cuando comenzaron los estudios sobre los océanos, las ballenas más grandes estaban prácticamente ausentes porque las habíamos matado» (en la década de los 70 se calculaba que aproximadamente el 66 % de estos animales había desaparecido).

Sin embargo, desde entonces sus poblaciones se han ido recuperando: ahora hay más de un millón de cachalotes y decenas de miles de ballenas grises.

La recuperación de las ballenas azules, en cambio, ha sido más lenta y Roman cree que su ausencia podría haber alterado los ecosistemas, haciendo más difícil la presencia de vida.

Afortunadamente, en los últimos años, al aumentar las poblaciones de ballenas y mejorar la tecnología (sobre todo para instalar dispositivos de seguimiento en los animales marinos), entendemos mejor la importancia de los cetáceos para la vida en el mar.

Los científicos afirman que cuando las ballenas se alimentan a grandes profundidades y vuelven luego a la superficie para respirar, alteran la columna de agua, lo que permite expandir nutrientes y microorganismos. Además, el hierro y el nitrógeno de su orina y excrementos sirven como fertilizantes para el plancton.

Muchas ballenas se desplazan a grandes distancias para aparearse, llevando esos nutrientes con ellas; incluso su placenta puede aportar importantes materias primas para otros organismos.

Las ballenas muertas también son de gran ayuda. Cuando una ballena muere, su cuerpo se hunde hasta el fondo del mar, sirviendo de alimento para un ecosistema único de carroñeros, algunos de los cuales no existen en ningún otro sitio.

Por otra parte, los pescadores comerciales llevan décadas quejándose de que las ballenas se comen los peces que intentan pescar. El gobierno japonés ha llegado incluso a afirmar que son una amenaza para la industria, justificando su caza.

Roman, en cambio, discrepa: «Es mucho más complicado. En nuestro análisis señalamos varios estudios que demuestran que hay más peces en un ecosistema con ballenas».

El siguiente paso, en su opinión, es llevar a cabo más estudios, pues podrían ayudar a los científicos a entender con mayor precisión cómo el plancton y otros organismos responden a su presencia.

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