Los linces rojos son esquivos y nocturnos, por lo que rara vez son avistados por humanos. A pesar de ello, están presentes en gran parte de Norteamérica y se adaptan bien a hábitats tan dispares como bosques, pantanos, desiertos e incluso la periferia de ciudades.
Los linces rojos, a veces llamados gatos salvajes, son aproximadamente el doble de grandes que los gatos domésticos. Tienen patas largas, zarpas grandes y orejas con mechones, parecidas a las de su pariente de mayor tamaño, el lince canadiense. La mayoría de los linces rojos son marrones o rojos pardos; tienen el vientre blanco y una cola corta de punta negra.
Los linces rojos son fieros cazadores, capaces de abatir animales mucho más grandes que ellos, aunque normalmente comen conejos, aves, ratones, ardillas y otras presas menores. Usan el sigilo para cazar y lanzan un golpe letal con un salto que puede llegar a los tres metros.
Los linces rojos son animales solitarios. Las hembras eligen cubiles apartados para criar a sus camadas de entre uno y seis vástagos, que permanecerán con su madre entre 9 y 12 meses. Durante este tiempo aprenderán a cazar antes de independizarse.
En algunas zonas se siguen poniendo trampas para capturarlos por su suave y moteada piel. Se cree que su población en Norteamérica es bastante grande, con quizás un millón de linces solo en Estados Unidos.