Los países sudafricanos pretenden legalizar el comercio de marfil
18 de agosto de 2016
La semana pasada celebramos el Día Mundial del Elefante. Pero desgraciadamente, no hay mucho que celebrar, especialmente cuando hablamos de los elefantes africanos: la presión para levantar la prohibición sobre la venta de marfil está aumentando en el sur de África.
A mediados de la década de 1980, durante la última gran crisis de caza furtiva de elefantes, África perdió prácticamente la mitad de sus ejemplares, unos 600.000 animales en solo una década. Pero el mundo respondió en 1989 con una prohibición global sobre el comercio internacional de marfil, y durante un tiempo las poblaciones de elefantes en diversas partes de África lograron recuperarse.
Hoy en día esta crisis ha vuelto a atacar, lo que se debe principalmente a la demanda de marfil por parte de Asia, donde se utiliza para tallar estatuas, brazaletes y palillos. Aproximadamente 30.000 elefantes mueren cada año a manos de los cazadores furtivos, un número insostenible en el que no se incluye la increíble violencia y la financiación por parte de organizaciones terroristas que se esconden tras el comercio ilegal de marfil.
Unas propuestas controvertidas
Veintisiete años después de que el presidente keniata, Daniel Arap Moi, quemara 13 toneladas de marfil, incitando al establecimiento de la prohibición sobre el comercio de marfil y a acciones para la recuperación de los elefantes, Zimbabwe y Namibia han solicitado el levantamiento de esta prohibición internacional, reclamando también que se permita la venta de marfil de nuevo.
Las propuestas se someterán a voto desde el 23 de septiembre al 5 de octubre en Johannesburgo, Sudáfrica, donde se reunirán, como cada tres años, los integrantes de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, por sus siglas en inglés) para decidir qué especies se declararán protegidas y cómo se protegerán.
Los países sudafricanos -especialmente Namibia, Sudáfrica y Zimbabwe- no solo se han opuesto a la destrucción del marfil como herramienta de conservación, sino también intentan hacer lo opuesto con este material: venderlo.
"La prohibición sobre el comercio de marfil es un fracaso total", explica Rowan Martin, el representante de CITES de Zimbabwe. Las propuestas de Zimbabwe y Namibia implicarían quitar a las poblaciones de elefantes africanos de esa prohibición global sobre el comercio de elefantes o partes de los mismos.
Es un frente que ha estado activo durante más de 25 años, una lucha en la que se han empleado casi siempre las mismas herramientas (la pasada primavera Kenya quemó marfil por valor de cien millones de dólares) e incluso las mismas personas, por ejemplo, el propio Rowan Martin.
En 1989 Martin era el representante de CITES de Zimbabwe y lideró la oposición del bloque de los países sudafricanos contra la prohibición internacional de venta de marfil. Zimbabwe y sus aliados perdieron y la prohibición entró en vigor en 1990.
Aunque Zimbabwe ha amenazado con ignorar la prohibición internacional, esta se mantuvo, y las poblaciones de elefantes en el este de África pudieron comenzar a recuperarse.
Este año, Martin ha vuelto. Él es la cabeza pensante detrás de las propuestas pro-comercio de Zimbabwe y Namibia, que argumentan -como hizo Zimbabwe en 1989- que sus poblaciones de elefantes son lo suficientemente sanas para hacer frente al comercio de marfil (el negociador de CITES de Namibia se basó en la propuesta de Zimbabwe, según Martin, y ambas propuestas presentan un lenguaje muy similar).
Como Martin, las propuestas no se andan con rodeos. La de Namibia describe las restricciones sobre el comercio como ultra vires, lo que significa que se encuentran más allá de la ley, y hace una amenaza diplomática: si los integrantes de CITES no acuerdan un marco regulatorio para la venta de marfil, Namibia considerará como pro non scripto (como si no se hubieran escrito) las restricciones de CITES sobre la posibilidad de comerciar marfil y partes de elefantes, incluyendo la suspensión de 9 años de propuestas para el comercio de este material.
En 2008, los integrantes de CITES acordaron una venta única de marfil entre los países sudafricanos y China y Japón, con la condición de que ningún otro país propusieran de nuevo la venta de marfil durante al menos 9 años.
En la propuesta de este año, Zimbabwe argumenta que ningún país puede negociar su derecho a negociar, y Namibia explica que CITES ha fracasado a la hora de mantener su promesa en un importante elemento de ese compromiso de 2008.
Los integrantes de CITES prometieron establecer un marco legal para la venta de marfil en el futuro, según afirma Namibia, una decisión denominada en jerga de CITES mecanismo de toma de decisiones (DMM por sus siglas en inglés) sobre el comercio de marfil.
El modelo de los diamantes
En una tercera propuesta que se llevará a negociación durante la reunión de CITES, Namibia, Zimbabwe y Sudáfrica insisten en crear un DMM "para iniciar un proceso de futuro comercio de marfil de elefante".
Martin también ha jugado su papel en esta propuesta. En 2011 formó parte de una equipo consultor elegido para aconsejar a CITES sobre la forma de crear un marco DMM para la venta de marfil. En un informe elaborado en mayo de 2012, su grupo propuso una organización de venta de marfil centralizada, basándose en el monopolio de diamantes De Beers.
De Beers había controlado en su día la totalidad del mercado global de diamantes en bruto, vendiéndolos desde un emplazamiento único en Londres para seleccionar compradores de todo el mundo. En la propuesta de DMM de Martin, serían los gobiernos, y no un único organismo corporativo, quienes actuarían como interesados y la entidad de venta centralizada presentaría informes a las partes integrantes de CITES.
Pero esta hipotética organización de venta de marfil no ha conseguido los apoyos suficientes de las partes, en especial por la prohibición de venta que se encuentra en vigor, según afirman los críticos.
Para Martin, las políticas sobre el comercio de partes de elefantes y rinocerontes deberían ser establecidas por los países en los que viven estos animales. Él es también consejero del ganadero de rinocerontes sudafricano, John Hume, que ha demandado a Sudáfrica para que levante la suspensión nacional del comercio de cuernos de rinoceronte como un primer paso al levantamiento de la prohibición internacional sobre el comercio del cuerno de rinoceronte.
"Están tratando a la vida salvaje como un bien común global", afirma Martin. "Los activistas de occidente dicen que los animales son de todos. ¡Para nada! Pertenecen a las personas de los países en los que viven. ¡Las personas que pagan por ello!"
Se dice que los elefantes nunca olvidan, y si eso es cierto, entonces esta batalla en Sudáfrica les resultará familiar. Lo único diferente será que los combatientes serán más ancianos, y las poblaciones de elefantes a lo largo de África, más débiles.