Los osos negros son los osos más conocidos y numerosos de Norteamérica. Suelen vivir en bosques y son excelentes trepadores de árboles, aunque también están presentes en montañas y pantanos. A pesar de su nombre, los osos negros pueden ser de color gris o negro azulado, marrón, canela o incluso (excepcionalmente) blanco.
A la hora de alimentarse, los osos negros son unos grandes oportunistas. La mayor parte de su dieta consiste en hierba, raíces, bayas e insectos. También comen peces y mamíferos, sin desdeñar la carroña, y se aficionan fácilmente a la comida y la basura de los humanos. Los osos que se acostumbran a la comida de los humanos en campamentos, cabañas y casas rurales pueden acabar siendo peligrosos, y a menudo son abatidos. De ahí el consabido recordatorio: ¡No des de comer a los osos!
Los solitarios osos negros deambulan por amplios territorios, aunque no los protegen de otros osos. El radio de acción de un macho puede variar entre los 40 y los 200 kilómetros cuadrados.
Al llegar el invierno, los osos negros se aletargan en sus oseras, alimentándose de la grasa corporal que han acumulado atiborrándose durante el verano y el otoño. Como oseras eligen cuevas, madrigueras, montones de maleza u otros lugares cobijados; incluso en lo alto, en agujeros de árboles. La duración de aletargamiento del oso negro varía en función del clima en el que vive, desde Canadá hasta el norte de México.
Las hembras paren dos o tres oseznos ciegos y desamparados a mediados del invierno, y los cuidan en la osera hasta la primavera, cuando salen en busca de comida. Los oseznos permanecerán durante un par de años con su madre, que es muy protectora.