6 de marzo de 2015
Al parecer, la explicación es sencilla en el caso de los elefantes: las arrugas los ayudan a mantenerse frescos. Estos animales tienen pocas glándulas sudoríparas y no pueden utilizarlas para regular su temperatura corporal, por lo que cuentan con otros métodos para dispersar el calor.
«Sus arrugas capturan la humedad en los pliegues, por lo que esta tarda más en evaporarse y los elefantes se mantienen fríos durante más tiempo», explica Kathleen Garrigan, portavoz de la African Wildlife Foundation. «Eso explica por qué los elefantes de la sabana, que están más expuestos al sol, suelen tener más arrugas que los que viven en los bosques, que pueden cobijarse bajo las frescas copas de los árboles».
Los elefantes no son los únicos animales que sacan partido de las arrugas. Las llamadas ratas topo lampiñas, por ejemplo, se mueven con mayor facilidad gracias a ellas. Según los expertos, todos los roedores excavadores tienen piel suelta porque viven confinados en túneles y prácticamente tienen que darse la vuelta dentro de su piel; en el caso de las ratas topo lampiñas es más llamativo porque apenas tienen pelo (tienen unos pocos pelos sueltos y ralos que los ayudan a percibir su entorno). Estos roedores africanos, ciegos y calvos, se mantienen a salvo bajo tierra y son conocidos por vivir mucho tiempo y no padecer cáncer, mientras que las ratas y ratones presentan elevados índices de esta enfermedad.
Las arrugas pueden ser consideradas una marca de carácter, pero no precisamente de belleza, salvo que seas un perro, como los Shar Pei, esas monadas a los que parecen sobrarles trozos de piel.