21 de septiembre de 2012
Según la sabiduría popular, gracias a sus rayas las cebras se camuflan entre la hierba alta, como una forma de escapar de los leones, que no distinguen colores. Sin embargo, un nuevo estudio revela que en realidad se protegen de los tábanos, cuyas hembras se alimentan de sangre.
Los tábanos se sienten atraídos por la luz polarizada (la que se propaga en un plano), puesto que es similar a la que se refleja en el agua, donde ponen sus huevos.
En los caballos, por ejemplo, el pelaje negro refleja esta luz mejor que los marrones o los blancos, como ya demostraron en un estudio anterior la bióloga Susanne Åkesson y su equipo.
Así, los científicos dieron por hecho que las rayas blancas y negras harían a las cebras menos atractivas para los insectos que los caballos negros, pero más que los blancos.
Sin embargo, al realizar experimentos con figuras de caballos pegajosas, y confirmar el número de tábanos que se quedaban atrapados, descubrieron que las rayas de las cebras son el mejor repelente contra los insectos, y cuando más estrechas, mejor.
Estos resultados podrían ayudar a explicar por qué las rayas más estrechas se encuentran en la cabeza y las patas de las cebras: «Es donde la piel es menos gruesa», afirma Åkesson, de la Universidad de Lund (Suecia).
Pero entonces, ¿por qué las rayas son más eficaces que el blanco liso, que es el color que menos refleja la luz polarizada?
Según Åkesson, las rayas blancas y negras son «perfectas a la hora de alterar la señal de la luz polarizada».
Debido a que su piel refleja la luz en patrones polarizados y no polarizados alternativamente, «la cebra destaca con mayor dificultad en su entorno». Así, se camuflan tanto de los tábanos como de los felinos.
¿Por qué no tienen rayas los caballos?
Åkesson y sus colegas señalaron que los experimentos se llevaron a cabo en Hungría y no en la sabana africana, y con modelos de cebras en lugar de animales reales, por lo que el hallazgo no tiene por qué suponer la última palabra sobre los dibujos de las cebras.
Por ejemplo, el aliento del animal, o su calor, podrían también ser elementos atractivos para los insectos que podrían anular las defensas creadas por su piel.
En cualquier caso, si asumimos que las rayas son un repelente de tábanos, ¿por qué no las tienen también los caballos?
Åkesson es de la opinión de que quizá se deba a que hay más tábanos, y más especies de tábanos, en África que en zonas de clima templado.
Igualmente, afirma, es posible que el repelente natural de los caballos haya sido alterado por la mano del hombre. «Quizá hayamos creado patrones atractivos, pero poco útiles en la naturaleza».
Por Rachel Kaufman