¿Qué es la CITES?
La Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, pretende proteger la fauna amenazada por el comercio.
Un macho de panda rojo occidental (Ailurus fulgens fulgens) en peligro de extinción en el zoo de Chattanooga.
La Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) es un acuerdo entre Gobiernos que, como su nombre apunta, regula el comercio internacional de fauna y flora silvestres y sus productos, desde animales y plantas vivos hasta alimentos, artículos de cuero y baratijas. Entró en vigor en 1975 con el objetivo de garantizar que el comercio internacional no amenace la supervivencia de plantas y animales salvajes.
Actualmente hay unas 5800 especies de animales y 30 000 especies de plantas protegidas por la CITES. Cada especie está categorizada en uno de tres apéndices, dependiendo del riesgo que suponga el comercio para ellas.
En junio de 2019, la CITES contaba con 183 Gobiernos parte, que deben acatar la normativa de la CITES mediante la aplicación de legislación dentro de sus propias fronteras para hacer cumplir dicha normativa. En la delegación española suelen participar representantes de la Secretaría de Estado de Comercio (Ministerio de Industria, Comercio y Turismo), del SEPRONA (Ministerio del Interior) y del Ministerio para Transición Ecológica.
La CITES se concibió por primera vez en una reunión de 1963 de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la autoridad mundial sobre el estado de conservación de animales y plantas silvestres. Te explicamos cómo funciona este ambicioso acuerdo internacional.
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¿Qué son los apéndices de la CITES?
Hay tres apéndices: Apéndice I, II y III. Cada uno denota un nivel diferente de protección frente al comercio.
El Apéndice I incluye especies en peligro de extinción debido al comercio internacional. Se requieren permisos para la importación y exportación, y el comercio con fines comerciales está prohibido. El comercio puede permitirse con fines de investigación o para hacer cumplir la ley, entre otros motivos limitados, pero primero el país de origen debe confirmar que la captura de esa planta o animal no perjudicará las posibilidades de supervivencia de la especie. El león y el tigre asiáticos son dos de las especies incluidas en el Apéndice I. El Apéndice II incluye especies que no están amenazadas.
El Apéndice II incluye especies que no se enfrentan a una extinción inminente pero que necesitan vigilancia para garantizar que el comercio no se convierta en una amenaza. La exportación está permitida si la planta, animal o producto relacionado se ha obtenido legalmente y si su recolección no perjudica las posibilidades de supervivencia de la especie. Los caimanes americanos, por ejemplo, están incluidos en el Apéndice II. En la década de 1960 fueron cazados en exceso por su piel, pero ahora su número está aumentando. La inclusión en el Apéndice II de CITES ayuda a garantizar que el comercio de pieles de caimán no vuelva a ser una amenaza.
El Apéndice III incluye especies que están protegidas al menos en un país, cuando ese país pide ayuda a los demás para regular el comercio. La normativa de estas especies varía, pero normalmente el país que solicitó la inclusión puede expedir permisos de exportación, y la exportación desde otros países requiere un certificado de origen. Aunque la UICN considera que el tejón melero es una especie poco preocupante, la población de Botsuana está incluida en el Apéndice III de la CITES por temor a que sea explotada en otros países africanos para su uso en medicina tradicional y como carne de animales silvestres.
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Reuniones de la CITES: ¿cómo se evalúa la aplicación del convenio?
Cada dos o tres años, las partes de CITES se reúnen en la llamada Conferencia de las Partes (o "CoP") para evaluar cómo se está aplicando el convenio. El objetivo de esta reunión de dos semanas es estudiar nuevas propuestas para incluir o retirar especies de los apéndices, debatir otras decisiones y resoluciones sobre la aplicación de la normativa y revisar los avances en materia de conservación.
Los cambios en los apéndices, el principal acontecimiento de la CoP, se proponen si se considera que una especie necesita más (o menos) protección frente al comercio. Por ejemplo, en 2016 se aprobó casi por unanimidad la propuesta de aumentar la protección de los pangolines, unos mamíferos escamosos con aspecto de armadillo que se encuentran entre los más traficados del mundo, trasladándolos del Apéndice II al Apéndice I.
¿Cómo de efectiva es la CITES?
CITES tiene muchos detractores. Algunos dicen que los conservacionistas se limitan a acudir en masa a la reunión de dos semanas que se celebra cada pocos años, debatir encarnizadamente el destino de los animales amenazados y luego regresar a casa dándose palmaditas en la espalda con la sensación de haber cumplido con su deber. Mientras tanto, la aplicación real de los reglamentos de la CITES se deja en manos de los propios países, algunos de los cuales no tienen los recursos o la voluntad política para hacer cumplir las regulaciones.
Según un análisis publicado en 2019 en la revista Science, en casi dos tercios de los casos, la protección de la CITES se retrasa una vez que se determina que una especie está amenazada por el comercio internacional. Por ejemplo, aunque los pangolines se añadieron finalmente al Apéndice I en 2017, se estima que se traficó con un millón de ejemplares entre 2000 y 2013. De las ocho especies de pangolines, la mitad están en peligro o en peligro crítico. La gran mayoría de los animales que se encuentran en el comercio de vida silvestre no están protegidos por la CITES.
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Si una parte incumple el convenio, CITES puede responder con sanciones que impidan a un país comerciar con especies incluidas en CITES. Pero rara vez se sanciona a un país y el proceso puede estar muy politizado. Además, como la pertenencia a CITES es voluntaria, un país podría simplemente abandonar CITES en lugar de aceptar sanciones.
Aun así, hay quien afirma que la normativa es un primer paso importante. Antes de que existiera la CITES, el comercio internacional de especies silvestres era en gran medida un "todos contra todos": mientras los países intentaban restringir el comercio de especies amenazadas, los productos exportados ilegalmente podían importarse legalmente a muchos países.
Uno de los éxitos de CITES es la vicuña. A mediados del siglo XX, las poblaciones de este pariente de la llama, antaño abundantes, se habían reducido a unos 10 000 animales debido a que la demanda comercial de su piel había provocado una caza furtiva generalizada. Pero tras la adopción de medidas de conservación, incluida la inclusión en la CITES en 1975, las poblaciones se recuperaron. En la actualidad, el estado de conservación de la vicuña es preocupante.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.