Sapo concho puertorriqueño, un icóno amenazado
Se creía que los sapos crestados puertorriqueños se habían extinguido desde 1931 hasta 1967, cuando se descubrió una población en el norte de Puerto Rico
Un sapo concho de Puerto Rico en peligro crítico de extinción en el Henry Doorly Zoo and Aquarium de Omaha, Nebraska.
- Nombre común: Sapo puertorriqueño o sapo concho
- Nombre científico: Peltophryne lemur
- Clase: Anfibio
- Vida media en cautividad: 10 años
- Tamaño: De 5,08 a 12,7 centímetros
¿Qué es el sapo concho de Puerto Rico?
El sapo concho puertorriqueño (Peltophryne lemur) es la única especie de sapo autóctona de Puerto Rico. En inglés se conoce como sapo crestado puertoriqueño (Puerto Rican crested toad) y debe este nombre a las crestas óseas que tiene sobre sus grandes ojos dorados. También se identifica por su hocico respingón y su piel rugosa, que parece cubierta de guijarros. Los machos son de color verde oliva con almohadillas en los pulgares, y las hembras tienen la piel más rugosa, de color marrón apagado, y crestas más prominentes.
El sapo concho es semifosorial, lo que significa que a veces excava o hace una madriguera subterránea. Entre los escondites ideales del sapo crestado están las madrigueras de cangrejos, las guaridas de arañas y las cavidades de nidos creados por pequeñas aves caribeñas llamadas tódidos. También es un hábil trepador para su tamaño, capaz de escalar casi 45 cm hasta aberturas en karsts calizos. Cuando necesita esconderse de los depredadores, el sapo puede apretujarse en grietas rocosas de menos de cinco centímetros de alto y cinco centímetros de ancho.
En 2025, en la presentación de su DeBÍ TiRAR MáS FOToS, el cantante puertorriqueño y estrella del reguetón Bad Bunny (Benito Antonio Martínez Ocasio) hizo un vídeo coprotagonizado por Concho, un sapo concho digital, que alababa las raíces culturales de la isla. En menos de dos semanas, el vídeo ya tenía más de 14 millones de visualizaciones, poniendo al sapo concho y su delicada situación de conservación en boca de muchos.
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Dieta y hábitat
El sapo concho de Puerto Rico es un anfibio carnívoro que se alimenta de diversos arácnidos e insectos, como hormigas, escarabajos, grillos y arañas. Los renacuajos tampoco son muy exigentes y comen algas, escorpiones muertos e incluso renacuajos muertos, si no se los comen antes las especies invasoras que se alimentan de los renacuajos del sapo.
Los renacuajos que sobreviven hasta la edad adulta encuentran su hábitat ideal en los bosques secos subtropicales de Puerto Rico. Los sapos conchos puertorriqueños silvestres sólo se encuentran en el Bosque de la Mancomunidad de Guánica o en sus inmediaciones, en el sur de la isla. Aunque el sapo vive en elevaciones que van desde el nivel del mar hasta los 50 metros, prefiere pasar la mayor parte del tiempo enterrado y solo.
Reproducción
El sapo crestado de Puerto Rico es solitario por naturaleza, pero una vez al año, varios sapos se congregan para reproducirse. Cuándo, en realidad, es un poco complicado. La época de reproducción varía anualmente y depende del clima: las lluvias crean charcas temporales poco profundas, llamadas leks, que son el entorno ideal para los huevos de sapo.
El apareamiento requiere al menos 10 centímetros de lluvia, y las precipitaciones más intensas atraen a más individuos a las zonas de cría. Si la lluvia es especialmente intensa, los machos de sapo crestado pueden llegar a las charcas desde una distancia de hasta tres kilómetros. Por otro lado, si no llueve lo suficiente, ese año no hay cría.
Una vez que los machos llegan a sus lugares de cría, croan para atraer a las hembras. Una hembra de sapo crestado puede poner hasta 15 000 huevos, que eclosionan en renacuajos en un día. Los que no sucumben a la depredación o a la destrucción del hábitat alcanzan la fase de metamorfosis en 18 o 24 días y se convierten en renacuajos. Sin embargo, aproximadamente el 99% de los huevos de sapo crestado nunca llegan a adultos.
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Amenazas para la supervivencia
Se creía que los sapos crestados puertorriqueños se habían extinguido desde 1931 hasta 1967, cuando se descubrió una población en el norte de Puerto Rico. Hoy, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza clasifica a la especie como en peligro crítico. La comunidad científica calcula que sólo quedan entre 1000 y 3000 sapos adultos en libertad.
Entre las amenazas a la supervivencia del sapo crestado puertorriqueño está la competencia por el hábitat con los sapos de caña invasores, que también se comen a los renacuajos y los sapitos del sapo concho puertorriqueño. La larga lista de depredadores del sapo crestado incluye gatos, cangrejos, perros, garzas, lagartos, mangostas y ratas.
Los humanos también juegan un papel importante en la supervivencia del sapo. La agricultura y el desarrollo urbano han provocado el drenaje y la destrucción de las charcas de cría de los leks. Otras amenazas proceden de desastres naturales como huracanes y sequías, que dañan hábitats vitales e impiden las reuniones de apareamiento.
Conservación
Las iniciativas de conservación para salvar al sapo crestado de Puerto Rico incluyen programas de cría en cautividad. En 1984, el sapo crestado se convirtió en el primer anfibio incluido en el Plan de Supervivencia de Especies (SSP) de la Asociación Americana de Zoológicos. Los zoológicos y las entidades gubernamentales siguen colaborando en los esfuerzos de cría y reintroducción. Los socios del SSP han criado con éxito más de 300 000 renacuajos, muchos de los cuales son monitoreados en estanques artificiales en Puerto Rico. En 2019, nació el primer sapo crestado mediante fecundación in vitro.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.