Un oso gigante prehistórico sudamericano de cara corta inclina la balanza hasta los 1.600 kilogramos y se eleva al menos 3,4 metros de pie, de conformidad con un nuevo estudio.
El peso pesado anterior era un oso de cara corta gigante norteamericano, una especie extinta relacionada, que pesaba 1.134 kilogramos. El oso más grande que se conoce en tiempos modernos era de 998 kilogramos es un oso polar al que dispararon en Alaska en el siglo XIX.
El oso gigante sudamericano de cara corta rondó por su continente tocayo hace entre 500.000 y 2 millones de años y sería el carnívoro más grande y poderoso sobre la tierra en ese momento, según afirman los científicos.
Por lo que se refiere a los carnívoros, “no hay nada que ni siquiera se le acerque” durante ese periodo de tiempo según afirma el coautor Blaine Schubert, paleontólogo de la Universidad Estatal de East Tennessee en Johnson City, Tennessee.
“Me deja perplejo lo grande que era”.
El esqueleto del oso, encontrado en la provincial de Buenos Aires, Argentina, en 1935, fue nuevamente examinado por Schubert y por el coautor del estudio Leopoldo Soibelzon, paleontólogo de Argentina especializado en fósiles de osos sudamericanos.
Midiendo el húmero, o hueso del antebrazo, que tenía casi el tamaño de un elefante, el equipo pudo calcular el tamaño del resto del cuerpo del oso, afirmó Schubert.
Su análisis también reveló que el animal fue un antiguo macho que había padecido varias lesiones graves durante su vida.
Para un oso, el tamaño sí importa
Sin embargo, lo que saben con certeza es lo que comían y cómo comían estos osos y por qué eran tan diferentes de sus primos norteamericanos, observó Schubert.
Por ejemplo, el oso gigante sudamericano de cara corta comenzó siendo enorme y se fue haciendo más pequeño con el paso del tiempo mientras que la especie norteamericana cada vez era más grande.
En Sudamérica, según sospecha Schubert, un exceso de presas y una falta de competencia se combinaron para hacer de este oso el rey del continente. No obstante, conforme los carnívoros evolucionaron, los osos de cara corta se adaptaron, pasando a ser cada vez más pequeños y más omnívoros, como el oso negro actual.
En Norteamérica, el tamaño en aumento del oso de cara corta podría haber conllevado grandes ventajas, tan solo su peso ya habría ahuyentado a los felinos dientes de sable y a otros depredadores según especulaciones de los investigadores.
El reinado del oso de cara corta en Norteamérica habría coincidido también con una explosión de la megafauna en la Edad de Hielo como los perezosos terrestres gigantes, los camellos y los mamuts, todos ellos nuevas fuentes potenciales de alimentación.
“Teníamos una África aquí”, comenta Schubert y “ahora ha desaparecido”.
El estudio sobre el oso más grande apareció en la edición de enero de la revista Journal of Paleontology.