Un útero artificial, la nueva esperanza para tratar a bebés prematuros

Un dispositivo probado con corderos podría, en el futuro, contribuir a que los bebés prematuros extremos puedan desarrollarse y crecer sanos.

Por Erika Engelhaupt
Publicado 9 nov 2017, 4:15 CET
Bebé prematuro.
Bebé prematuro.
Fotografía de Ed Cunicelli

Este comunicado podría suponer un avance vital en el tratamiento de bebés prematuros. Un equipo de investigadores estadounidense ha anunciado que ocho fetos de cordero han sobrevivido y se han desarrollado dentro de un útero artificial durante cuatro semanas, el periodo más largo que ha pasado un animal en dichas condiciones.

Concretamente han sido los pulmones de los corderos y otros órganos los que se habrían desarrollado del mismo modo que lo hubieran hecho en un útero materno, una importante mejora respecto a las incubadoras y los ventiladores que actualmente se utilizan para mantener con vida a los bebés prematuros extremos. Algunos de estos corderos ya han alcanzado la edad adulta, y uno de ellos tiene más de un año de edad.

«A priori parecen presentar un desarrollo normal en todos los aspectos», explicó el responsable del estudio Alan Flake en el Hospital Infantil de Filadelfia. «No contamos con una prueba de inteligencia para corderos», añadió, «pero creemos que son bastante listos».

Los investigadores esperan poder usar algún día la misma tecnología en humanos para ayudar a los diminutos bebés prematuros a crecer sanos.

El tiempo de gestación medio de un humano es de 40 semanas. Sin embargo, cerca de 30.000 bebés nacen antes de la semana 26 en Estados Unidos cada año (en España son más de 29.000). Aquellos que se encuentran en el límite de la viabilidad —entre 22 y 23 semanas— normalmente pesan menos de medio kilo y tienen menos de un 50 por ciento de probabilidades de sobrevivir. Entre aquellos que lo logran, muchos sufren discapacidades graves, incluyendo enfermedades pulmonares y parálisis cerebral.

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    Si el nuevo dispositivo tiene éxito, los padres de un bebé prematuro podrían algún día mirar dentro de una incubadora que se parece a una pecera. Dentro de la máquina, el bebé prematuro se encuentra en una gran bolsa de plástico transparente llena de fluido amniótico artificial.

    El bebé respira dicho fluido como lo haría en el útero y su cordón umbilical se encuentra conectado a una máquina que añade oxígeno y retira dióxido de carbono de la sangre.

    Los investigadores afirman que el útero artificial no se ha diseñado para remplazar al real, y no puede salvar a fetos antes de la semana 22 o 23, ya que son demasiado pequeños y se encuentran poco desarrollados.

    «Por supuesto, no es nuestro objetivo extender los límites de la viabilidad», declaró Flake durante una conferencia de prensa el lunes, cuando anunciaron los resultados. «Nuestra meta es mejorar la supervivencia de los bebés extremadamente prematuros».

    Un útero en una bolsa

    El equipo de Filadelfia ha estado probando y corrigiendo su dispositivo durante tres años, según informaron en la revista Nature Communications. Con su versión más reciente, hicieron pruebas en cinco corderos que habían sido retirados mediante cirugía del vientre de sus madres tras 105 o 108 días de gestación, cuando se encontraban en una fase de desarrollo similar a la de un feto humano de 23 semanas. El equipo también realizó pruebas en tres corderos que tenían entre 115 y 120 días.

    Incluso los corderos más jóvenes se desarrollaron de forma normal dentro de los úteros artificiales y fueron capaces de moverse, abrir sus ojos e incluso les creció lana mientras estaban en sus bolsas. Una vez sus pulmones y otros sistemas alcanzaron un nivel suficiente de madurez, las bolsas «dieron a luz» a los corderos, a los que colocaron en ventiladores, donde mostraron una función pulmonar normal.

    Marcus Davey
    Marcus Davey realiza el seguimiento del útero artificial en el Hospital Infantil de Filadelfia.
    Fotografía de Ed Cunicelli

    «Se trata de unos resultados muy prometedores e impresionantes», afirma George Mychaliska, pediatra y cirujano fetal en el Laboratorio de Investigación de Circulación Extracorpórea de la Universidad de Michigan. Con la colaboración de Robert Bartlett, inventor del primer dispositivo uterino artificial, Mychaliska y su equipo han ido desarrollando su propio sistema durante una década.

    A diferencia del dispositivo de los investigadores de Filadelfia, que depende de que el corazón del feto bombee la sangre de este, el sistema de Michigan emplea una bomba mecánica. En ambos sistemas, los bebés respiran un fluido amniótico simulado, pero en Michigan no están inmersos en una bolsa de fluido.

    Cada equipo señala los beneficios de su propio dispositivo —uno evita las bombas que pueden someter a presión un corazón diminuto, el otro facilita el acceso a la cámara del bebé si algo va mal—, pero ninguno ha sido probado en humanos.

    No es como «Matrix»

    El objetivo de cualquier sistema uterino artificial, según Mychaliska, no es criar a bebés fuera de sus madres completamente. «Eso es algo de 'Matrix'», dice refiriéndose a la película de 1999 en la que los humanos crecían en cápsulas.

    «El propósito de una placenta artificial es recrear el entorno uterino durante un periodo de tiempo y permitir que los órganos se desarrollen hasta un punto en el que el bebé pueda tolerar la vida posparto», afirma.

    Galería fotográfica: En el vientre materno

    Alan Flake
    Alan Flake, del Hospital Infantil de Philadelphia, lideró el equipo que desarrolló y probó el nuevo útero artificial.
    Photographed by Ed Cunicelli

    Para los bebés humanos, este punto decisivo se encuentra en la semana 28, cuando los pulmones se han desarrollado lo suficiente para permitir que el bebé respire aire. En la mayoría de los casos, un bebé en un útero artificial se retiraría al llegar a este punto para reducir los riesgos de infección y de coágulos de sangre que conlleva el dispositivo.

    Tanto Mychaliska como Flake confían en que los úteros artificiales pronto sean una realidad, sin importar cuál de los dos diseños se utilice.

    Sin embargo, antes de ser probado en bebés humanos, cualquiera de los dispositivos tiene que aprobar con éxito más pruebas en animales para demostrar su seguridad en las pruebas con humanos. También tendría que ser adaptado para bebés humanos, que tienen menos de la mitad del tamaño que los corderos del estudio. Ambos equipos afirman que sus dispositivos podrían estar preparados para dichos tests en un periodo de entre 3 y 5 años.

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