Crean por primera vez embriones humano-oveja en laboratorio

Con este hito, los investigadores han dado un pequeño paso más hacia el desarrollo de órganos humanos para trasplantes médicos.

Por Michael Greshko
Publicado 19 feb 2018, 13:50 CET
Híbrido cerdo-humano
A este embrión de cerdo le inyectaron células humanas en etapas tempranas de su desarrollo y creció hasta las cuatro semanas. El experimento llenó los titulares cuando lo anunciaron a principios de 2017; ahora, unos investigadores han mejorado el procedimiento y lo han probado con ovejas.
Fotografía de Juan Carlos Izpisua Belmonte

Basándose en un polémico avance de 2017, un equipo de científicos anunció el sábado que había creado con éxito los segundos híbridos de humano y animal: embriones de oveja que son un 0,01 por ciento humanos según el recuento celular.

Los embriones, que está prohibido desarrollar pasados los 28 días de edad, ponen a los investigadores un poco más cerca del posible desarrollo de órganos humanos para trasplantes médicos.

En Estados Unidos, país donde se ha realizado el experimento, se añade cada hora a seis personas a la lista de espera de trasplantes de órganos, y cada día 22 personas de esa lista fallecen mientras los esperan. Solo en Estados Unidos, más de 100.000 personas necesitan trasplantes de corazón cada año, pero solo unas 2.000 reciben uno.

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Como respuesta, los investigadores trabajan para expandir de forma artificial el suministro de órganos. Algunos intentan imprimir órganos en 3D en el laboratorio. Otros tratan de crear órganos mecánicos artificiales. Y algunos crean quimeras —híbridos de dos especies diferentes— con la esperanza de desarrollar órganos humanos en cerdos u ovejas.

Cada vez más humanos

Para crear quimeras, los investigadores aíslan una de las células madre de los animales, que pueden transformarse en cualquier tipo de célula del cuerpo. A continuación, inyectan células madre de una especie en el embrión de la otra, un procedimiento complicado.

Si el ADN del embrión se modifica para no desarrollar un órgano en particular, las células intrusas serían las únicas que llenarían ese vacío. De esta forma, los investigadores podrían desarrollar un hígado humano dentro de un cerdo vivo, por ejemplo.

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    En 2017, los investigadores que emplearon este método con éxito desarrollaron páncreas de ratón en ratas y demostraron que los trasplantes con estos pancreas podían curar la diabetes en ratones diabéticos. Al día siguiente, los investigadores del Instituto Salk anunciaron que podían mantener con vida a embriones de cerdo con células madre humanas durante 28 días.

    Los expertos en células madre alabaron el estudio de humanos y cerdos, pero señalaron que el recuento de células humanas de los embriones de cerdo —una de cada 100.000— era demasiado bajo para trasplantes de órganos eficaces.

    El sábado, en la reunión anual de 2018 de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia en Austin, Texas, el investigador Pablo Ross de la Universidad de Califonia, Davis, anunció junto a sus colegas que habían perfeccionado el proceso, aumentando el recuento de células humanas en embriones de ovejas a una de cada 10.000.

    «No creemos que sea suficiente para generar un órgano», afirmó Ross en una rueda de prensa. Aproximadamente el uno por ciento del embrión tendría que ser humano para que el trasplante de órganos funcionase, según informa The Guardian. Y para impedir el rechazo inmune, se necesitarían más medidas para asegurar que los restos de virus animales quedan eliminados del ADN de ovejas o cerdos. Pero la investigación está progresando hacia el desarrollo de órganos más viables.

    Ramificaciones éticas

    Ross dice que la investigación se agilizaría si estuviera mejor financiada. Actualmente, los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos prohíben la financiación pública de híbridos de humanos y animales, aunque señalaron en 2016 que podrían levantar la moratoria. Hasta ahora, solo donantes privados han financiado la investigación.

    A medida que su trabajo continúe, también se intensificará el escrutinio ético. Ross y sus colegas reconocen la naturaleza polémica de su trabajo, pero también dicen que avanzan con cautela.

    «Por ahora, la proporción de células humanas es muy pequeña. No se parece para nada a un cerdo con cara humana o cerebro humano», dijo en la reunión Hiro Nakauchi, colaborador de Ross e investigador de la Universidad de Stanford. Nakauchi añadió que los investigadores tratan de seleccionar dónde proliferan las células humanas, para asegurarse de que no se instalen en los órganos sexuales o los cerebros de los animales.

    Por su parte, Ross ve que los enfoques cada vez más amplios para el desarrollo de órganos son una razón de optimismo.

    «Todos estos enfoques son controvertidos y ninguno es perfecto, pero ofrecen esperanza a las personas que mueren todos los días», afirmó. «Necesitamos explorar todas las alternativas posibles para proporcionar órganos a las personas enfermas».

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