Un análisis de sangre revelará el Alzheimer hasta 16 años antes de sus síntomas

Un nuevo estudio del Centro Alemán de Enfermedades Neurodegenerativas descubre que un neurofilamento podría dar un giro de 360° al tratamiento de la enfermedad.

Por Cristina Crespo Garay
Publicado 22 ene 2019, 10:24 CET
Fotografía de Pexels

Un sencillo análisis de sangre será todo lo necesario para detectar el daño cerebral causado por la enfermedad del Alzheimer mucho antes de que aparezcan los primeros síntomas. Poco después de conocer la revolucionadora noticia de una posible vacuna contra el Alzheimer, este nuevo descubrimiento salta al ruedo. 

Así lo ha afirmado el estudio realizado por el Centro Alemán de Enfermedades Neurodegenerativas (DZNE, por sus siglas en alemán), en colaboración con la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington, publicado ayer en la revista científica Nature Medicine.

El hallazgo ha sido posible gracias al estudio de un neurofilamento (NfL), un biomarcador de la progresión de la enfermedad. El análisis ha desvelado que los niveles de NfL en el líquido cefalorraquídeo y el suero están estrechamente relacionados y se elevan a etapas previas a los síntomas de la enfermedad del Alzheimer.

Además, el descubrimiento ha desvelado que este biomarcador podría discriminar la enfermedad hasta 16 años antes del inicio de sus síntomas. “Por lo tanto, la dinámica de NfL en el suero predice la progresión de la enfermedad y la neurodegeneración cerebral en las primeras etapas presintomáticas de la enfermedad de Alzheimer familiar, lo que apoya su utilidad potencial como biomarcador clínicamente útil”, declara el estudio.

“El hecho de que todavía no exista un tratamiento eficaz para la enfermedad de Alzheimer se debe en parte a que las terapias actuales comienzan demasiado tarde", afirma Mathias Jucker, investigador principal del DZNE en la revista Science Daily.

La proteína ligera de los neurofilamentos, que se encuentra en las neuronas, es liberada en el líquido cefalorraquídeo cuando las células cerebrales mueren. Posteriormente, se introduce en la médula espinal y en el flujo sanguíneo. Por ello, una elevada presencia de estas proteínas en el líquido se convierte en un indicador de daño cerebral.

Para llevar a cabo el estudio, Jucker realizó análisis de sangre a 247 personas con variantes genéticas más proclives a padecer Alzheimer temprano, así como a 162 personas sin relación con la enfermedad.

Tras varios años de estudio, la investigación continúa para determinar los niveles concretos de neurofilamentos y la velocidad de aumento que debe darse para hacer saltar las alarmas. “La prueba muestra con precisión el curso de la enfermedad y, por lo tanto, es un instrumento poderoso para investigar nuevas terapias para el Alzheimer en ensayos clínicos”, concluye Jucker.

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