¿Son los smartphones ecológicos el futuro?
Arranca un año más el Mobile World Congress en Barcelona con algunos de los prototipos tecnológicos más modernos del mundo. Pero, ¿está el medio ambiente en la agenda de los líderes del mercado?
Cada año, se venden 1.500 millones de teléfonos inteligentes. Con casi 5.000 millones de usuarios, el 66% de la población que tiene en su bolsillo un teléfono móvil continúa en alza, según los últimos datos del Foro Monetario Internacional. Un ciclo que produce, vende y elimina cada año miles de millones de productos electrónicos que generan ganancias rápidas a un coste humano y medioambiental demasiado alto.
El pasado año generamos 48,5 millones de toneladas de basura electrónica, de los cuales tan solo el 20% son reciclados, según el último informe de Naciones Unidas. Las estimaciones no son optimistas: la ONU advierte que, en 2050, esta cifra habrá alcanzado los 120 millones de toneladas.
Pero es bien sabido que esta no es la única ni la peor huella que dejan nuestros dispositivos. La utilización de minerales como el cobalto, el coltán o el litio en la fabricación de nuestros modernos smartphones deja a su paso un amplio rastro de explotación social y medioambiental.
En 2017, la producción global de cobalto fue de 123.000 toneladas, de las que un 45% se utiliza en la producción de baterías de litio, según datos de la BBC. Para sacar adelante esta brutal producción, más de dos millones de personas, incluidos niños y adolescentes, se ganan la vida en extenuantes jornadas de trabajo en la minería en lugares como la República Democrática del Congo, fuente de más de la mitad del cobalto mundial.
Además, la región del Congo donde hay reservas de coltán es, según denuncian desde el Instituto de Jane Goodall España, el hábitat de especies en peligro como el gorila de Grauer o el chimpancé. Su comercio ilegal ha generado muchos conflictos con grupos armados que controlan explotaciones ilegales con las que financian conflictos bélicos. “Muchas personas afectadas por el conflicto del coltán han buscado refugio en la selva, aumentando la caza de animales salvajes, incluyendo chimpancés y gorilas, para alimentarse”, afirma la organización.
En el otro lado de la balanza, la mayoría de los usuarios de smartphones desconocen incluso que sus teléfonos alimentan estos conflictos y, aunque lo supieran, es muy difícil seguir la pista de los proveedores y saber si un dispositivo está “limpio de conflicto”.
En España, existen más de 50 millones de líneas de teléfonos activas para menos de 47 millones de habitantes. Además, millones de terminales son sustituidos cada año con una tasa de reciclaje inferior al 10%. A nivel mundial, la demanda alcanza los 7.000 millones de móviles en uso.
Además de estas desorbitadas cifras, el auge del coche eléctrico aumenta a pasos agigantados la demanda de estos materiales, imprescindibles para la construcción de las baterías, por lo que la explotación de materias primas esenciales continúa dejando una cicatriz irreparable en el planeta y en la vida de los trabajadores.
En esta línea, Greenpeace lanzó la campaña Time to Rethink-IT para desafiar al mercado de las nuevas tecnologías a asumir las consecuencias del rápido crecimiento de la demanda. “Detrás de esta innovadora tecnología del siglo XXI se encuentran la cadena de suministro y los procesos de fabricación que aún dependen de fuentes de energía del siglo XIX, prácticas mineras peligrosas, productos químicos peligrosos y mal diseñados que impulsan el consumo de los recursos de la Tierra”.
“Esta realidad oculta contrasta con la imagen con visión de futuro y conciencia ambiental que la mayoría de las empresas de TI proyectan”, afirman en su Guía para una electrónica más ecológica. En ella, analizan tres áreas de impacto crítico: energía, diseño sostenible y químicos.
Como respuesta a esta insostenibilidad ética y de recursos, una empresa holandesa se lanzó en 2013 a la fabricación del primer smartphone justo. Así nació FairPhone, el primer teléfono modular que pretendía responder a la creciente demanda de quienes exigen poder estar conectado sin tener que pagar un alto precio moral. Aún siendo conscientes de que, hoy en día, un teléfono 100% justo es una utopía, la compañía abrió el camino para ello.
Estos son los móviles más ecofriendly
Utilizan luz solar, están fabricados con materiales reciclados y no son contaminantes. Estas son algunas de las características que lucen con orgullo los fabricantes más verdes, que se han sumado a las iniciativas que se olvidan de los megapíxeles y en cambio galardonan al mejor móvil en base a su sostenibilidad.
“No tendrás que elegir entre un móvil magnífico y una cadena de abastecimiento justa” es el lema de Fairphone, pionero de los móviles ecológicos y una de las referencias modelo del resto de fabricantes. Construido por módulos, los ingenieros de este dispositivo tienen en mente que todos sus módulos sean fácilmente reemplazables para así poder ampliar la vida del teléfono. Centrados en la extensión de la vida útil, materiales justos, buenas condiciones de trabajo y reciclaje, surgen los móviles del futuro.
El prototipo Recycle parece hecho de paja y hierba, y aunque la realidad no se aleja mucho, sus prestaciones no dejan nada que desear. Creado a partir de piezas recicladas y césped, como parte de la campaña de Reino Unido Recycle for Rugby, su objetivo era concienciar sobre el reciclaje de los antiguos dispositivos.
Hace ya diez años que llegaba la propuesta eco Blue Earth al Mobile World Congress, que funciona con energía solar y está fabricado con materiales reciclados. Greenpeace colocó por aquel entonces la medalla al Smartphone más ecológico en el F268, un teléfono fabricado sin sustancias contaminantes ni materiales tóxicos.
Project Ara, ahora impulsado por Google, es un proyecto que se ha quedado a las puertas del mercado. El gigante tecnológico sigue trabajando en ello para decidir si sacarlo adelante sería rentable o no.
Sin embargo, a pesar de las diversas iniciativas y prototipos, hoy en día comprar un teléfono móvil ecológico y justo continúa siendo algo difícil debido a la escasa oferta del mercado.
La campaña Movilízate por la selva del Instituto Jane Goodall trata de parchear las consecuencias de la producción indiscriminada de baterías, ofreciendo la posibilidad de enviar sin coste alguno esos antiguos teléfonos olvidados en un cajón para su reciclaje.
Un largo camino por recorrer
Para generar un cambio real en la cadena de producción de estos dispositivos, Greenpeace denuncia la falta de transparencia en la cadena de suministro de las compañías. Esta práctica generalizada permite que el impacto real quede oculto tras la desinformación sobre los proveedores y las prácticas llevadas a cabo, algo sobre lo que, advierten, debe regularse de inmediato.
De las compañías de móviles que evalúa el estudio, tan solo Fairphone informa sobre los proveedores de cada producto o servicio. Entre las principales marcas mundiales de smartphones, varias esconden por completo la información sobre su cadena de suministro y sus gases de efecto invernadero emitidos. “Más del 70% al 80% de la huella de carbono durante la vida útil de los dispositivos informáticos personales se produce durante la fabricación”, informan desde la organización.
En cuanto a la obsolescencia programada, el informe asegura que la gran mayoría de compañías acortan de una u otra forma la vida útil de sus dispositivos. En este campo, y en la reutilización de materiales, solo destaca positivamente Fairphone en el mercado de los teléfonos móviles.
“Ahora es el momento de que el sector tecnológico canalice su experiencia para reinventar la forma en que se fabrican y utilizan los dispositivos electrónicos en la sociedad, para revertir el consumo cada vez mayor de los recursos finitos del planeta y la dependencia de los combustibles fósiles, creando una energía circular con un poder renovable”, concluye Greenpeace.