Nace el primer primate mediante la técnica del testículo congelado

Este nuevo estudio ofrece esperanza para los hombres que enfrentan la infertilidad como un efecto secundario de los tratamientos para el cáncer infantil.

Por Maya Wei-Haas
Publicado 22 mar 2019, 13:50 CET
Fertilidad monos testiculo congelado
Grady, a sus dos semanas de edad, agarra una toalla con sus ojos abiertos de par en par.
Fotografía de OHSU

El pasado 15 de enero de 2018, los médicos del Centro Nacional de Investigación de Primates de Oregón realizaron una rutinaria ecografía a un macaco Rhesus. Todo parecía normal; la cabeza del bebé flotaba hacia un lado y su columna vertebral en desarrollo crecía como una cremallera.

Sin embargo, este bebé no fue muy común: es el primer bebé que nace de un procedimiento que utiliza tejido testicular crioconservado, tomado de un mono preadolescente. Los investigadores habían injertado el tejido debajo de la piel de su huésped para hacerlo madurar y luego, utilizando la fertilización in vitro, crearon al bebé mono, que fue apodado Grady por sus orígenes derivados del injerto.

Publicado hoy en la revista Science, este logro ofrece una esperanza para aquellos hombres que se enfrentan la infertilidad como un efecto secundario de los tratamientos de quimioterapia y radiación para el cáncer infantil. Los hombres adultos pueden optar por congelar su esperma antes de que sus gónadas pudieran ser afectadas por el tratamiento. Aunque esta posible solución no sirve en el caso de los niños, que aún no han comenzado a producir esperma.

Fertilidad monos tecnica testiculo congelado
El esperma se inyecta en un óvulo mediante la fertilización in vitro. Si bien este método ahora se usa de forma común para tratar la infertilidad, los hombres que no pudieron desarrollar esperma debido al cáncer infantil y otras enfermedades aún no tienen opciones de tratamiento.
Fotografía de M.I. Walker, Science Source

Hoy en día, con una tasa de supervivencia de los cánceres infantiles superior al 80 por ciento, la necesidad de esta asistencia para la fertilidad está creciendo. Las clínicas de todo el mundo ya están congelando el tejido testicular de los niños preadolescentes, y al menos mil pacientes han optado por participar, según las estimaciones de Kyle Orwig, autor del estudio e investigador principal del Instituto de Investigación Magee-Womens del Centro Médico de la Universidad de Pittsburgh, las

Aunque algunos de estos posibles métodos hacen uso de este tejido congelado en la línea de la investigación, ninguno está aún disponible para los pacientes. Ahora, el nacimiento de Grady es un indicio de que la situación podría cambiar pronto.

“Significa un hito para la aplicación clínica", dice Christine Wyns, jefa del departamento de ginecología y andrología de las Clínicas Universitarias Saint-Luc, Bélgica, que no participó en el estudio.

Colección de animales modelo

Descrito por primera vez en 2002, los estudios que prueban las variaciones de este método se han ido acumulando a lo largo de los años, trabajando con ratones, cerdos, cabras, conejos, hámsters, perros, gatos, caballos, ganado y otros monos. Para esta gran variedad de animales, los investigadores recolectaron tejido testicular inmaduro y luego lo injertaron debajo de la piel de los ratones para permitir que madure y produzca esperma.

La gran mayoría de estos estudios también se basaron en tejidos que nunca se habían congelado para su conservación. Conocido como crioconservación, este paso será vital para proteger la viabilidad de los tejidos de los niños para su fertilidad futura. Aún más importante: ningún científico había utilizado previamente tejido criopreservado reimplantado en su huésped para sembrar el nacimiento de monos bebés, animales que se sitúan muy cerca de los humanos en el árbol evolutivo. Esta versión del método es la que tiene más probabilidades de ser utilizada en humanos, por lo que eso es lo que se abordó en esta nueva investigación.

Durante el estudio, el equipo extrajo un testículo de cada uno de los cinco monos preadolescentes, lo cortó en trozos pequeños y lo crioconservó durante un período de cinco a siete meses, a medida que los monos se acercaban a la pubertad. Más tarde, los científicos extirparon el segundo testículo y lo cortaron de igual forma. Luego, injertaron de nuevo los diminutos bultos de los tejidos de los testículos, previamente congelados, bajo la piel de los monos.

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    "Aquí, el objetivo no es restaurar la espermatogénesis normal", dice Orwig. En cambio, al devolver el tejido al huésped, puede madurar utilizando las hormonas naturales del cuerpo. Entre ocho y doce meses más tarde, el equipo retiró con éxito los 39 injertos, los cuales se habían desarrollado lo suficiente como para producir esperma. Luego recuperaron el esperma de la mayoría de los injertos removidos.

    "Ahí es donde terminan muchos estudios. Solo dicen ‘está bien, tenemos esperma’. Ta-da ", dice Orwig. "Pero solo el tener esperma no significa que pueda fertilizar o hacer un bebé".

    Así que los investigadores del centro de primates de Oregón utilizaron el esperma resultante para fertilizar a los monos, e implantaron 11 embriones en desarrollo en seis monos adultos. Una dio a luz a una niña saludable: Grady.

    Fertilidad futura

    Si bien los resultados han generado mucha emoción, también debe haber precaución sobre cuál es el momento correcto en el que los humanos deben sumarse a la ecuación. El método no funcionaría para todos. Por ejemplo, los niños con cánceres que pueden formar células malignas en los testículos no deberían tener ese material injertado en su cuerpo, por lo que se están desarrollando otros métodos para abordar este problema.

    También sigue existiendo cierta preocupación persistente acerca de los efectos posteriores en niños nacidos a través de este procedimiento. En los meses posteriores a su nacimiento, Grady se comportó y creció normalmente, pero Wyns subraya la necesidad de evaluar completamente los cromosomas de los espermatozoides para asegurarse de que el método no se mezcle con los genes o su expresión, un paso que, según señala Oriwg, es un desafío para estudiar, pero afirma que vale la pena proseguir estos estudios de seguimiento.

    Por otro lado, está la falta de testículos en los monos. Por una serie de razones, los animales fueron castrados en todos los estudios anteriores, incluido este último trabajo. Pero es probable que los posibles pacientes humanos aún tengan sus testículos intactos, dice Susan Taymans, directora de programas de la rama de fertilidad e infertilidad del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano Eunice Kennedy Shriver, que ayudó a financiar el trabajo. Orwig y sus compañeros reconocen la necesidad de realizar más experimentos en monos para probar cómo podría influir en los resultados.

    "Aunque esas son las cosas que debemos seguir haciendo", dice Orwig, "creo que esta es una técnica que está lista a día de hoy".

    Ahora puede ser el momento de los ensayos clínicos, coinciden Nina Neuhaus y Stefan Schlatt, del Centro de Medicina Reproductiva y Andrología, Alemania, en un artículo de Noticias y opiniones que acompaña al estudio. Debido a que la FIV es una rutina en los seres humanos, observan que las tasas de natalidad probablemente sean más altas que en los ensayos con monos.

    "Le debemos a esos pacientes traer el método a la clínica lo más rápido que podamos, siempre y cuando hayamos demostrado la seguridad y la viabilidad adecuadas", dice Orwig, señalando que esta es su perspectiva personal y puede que no todos en el campo estén de acuerdo.

    Mientras tanto, subraya la necesidad de asesorar a los pacientes jóvenes y sus familias sobre los impactos de los tratamientos inminentes contra el cáncer en su futura fertilidad.

    Al no hacerlo, dice, "les hemos robado todo el potencial de vida que esperaban tener. En mi alma, considero que es algo importante y que de verdad desean los pacientes con cáncer, los supervivientes y sus familias".

    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
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