La tecnología lídar desvela la historia oculta del río Misisipi
Empleando datos lídar de alta precisión, un cartógrafo elabora mapas de los meandros y canales del río con el paso del tiempo con resultados hipnóticos.
Para los cartógrafos y los cartófilos, los mapas de Harold Fisk de 1944 del bajo río Misisipi son obras pioneras. A mediados del siglo XX, el geólogo cartografió el río con un detalle y una precisión impresionantes a partir de fotografías aéreas y mapas locales. El eje central de su documento eran 15 mapas que mostraban el serpenteante Misisipi y sus llanuras de inundación históricas de Misuri a Luisiana.
Más de siete décadas después, Daniel Coe, cartógrafo del Servicio Geológico de Washington, quería recrear los mapas de Fisk con mayor precisión y una nueva estética. Coe contaba con la ventaja de los datos hiperprecisos del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) recopilados con lídar, un sistema de pulsos de láser emitidos desde una aeronave para medir la topografía. Los láseres detectan la forma del río y todo lo que lo rodea: cada casa, cada árbol y cada carretera. Si se retiran esas capas de vegetación y añadiduras humanas, los mapas de Coe muestran la geomorfología del lecho del río: meandros tranquilos sustituidos por un caudal recto y antiguas llanuras de inundación atravesadas por atracaderos y diques.
Los científicos del USGS recopilan datos por lídar (casi todos de dominio público) para visualizar la evolución de la tierra y los cartógrafos con iniciativa pueden interpretar los datos de formas novedosas. Los ligeros cambios en la elevación pueden suponer la diferencia entre un río tranquilo y una inundación devastadora. La escorrentía excesiva procedente de la agricultura puede provocar la migración fluvial y dar pie a rutas de navegación más largas.
Todo ello convierte el comportamiento pasado de un río en el mejor indicador de cómo reaccionará ante futuros corrimientos de tierra, inundaciones o erosión. «Lo más sorprendente es la enorme huella que ha dejado en el paisaje», afirma Coe. «Es como ver las huellas dactilares que ha dejado el río».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.