Por qué el velocirráptor es uno de los dinosaurios más incomprendidos

Estos animales con plumas eran más similares a las aves rapaces modernas que a los cazadores en manada que aparecen en «Parque Jurásico».

Por Amy McKeever
Publicado 20 nov 2020, 12:41 CET
Velocirráptor

Con un peso de hasta 45 kilogramos —el tamaño aproximado de un lobo—, es probable que los velocirráptores cazaran en solitario cuando vivían en las regiones central y oriental de Asia a finales del Cretácico.

Fotografía de Stocktrek Images, Nat Geo Image Collection

Los velocirráptores han sido unos animales incomprendidos desde su aparición en Parque Jurásico como dinosaurios gigantes y escamosos que cazaban en manada y evisceraban a sus presas con garras como guadañas. Esa representación es errónea en muchos sentidos. En realidad, los velocirráptores eran animales con plumas. Podían pesar hasta 45 kilogramos, el tamaño aproximado de un lobo. Además, es probable que cazaran solos —empleando las garras para atrapar a sus presas, no para desgarrarlas— cuando vivían en las regiones central y oriental de Asia hace entre 74 y 70 millones de años, a finales del Cretácico.

De hecho, los raptores terroríficos de Parque Jurásico se basaban en un pariente del velocirráptor: el Deinonychus antirrhopus, un dinosaurio mucho más grande que vivió en Norteamérica a principios del Cretácico, hace entre 145 y 100 millones de años.

Entonces ¿cómo eran los velocirráptores en realidad? Aunque nuestros conocimientos aumentan a medida que se desentierran más evidencias fósiles, los paleontólogos han conseguido aprender mucho sobre estos depredadores icónicos.

Rasgos aviares

Hay un amplio consenso respecto a que las aves modernas son dinosaurios que evolucionaron a partir de los terópodos, una familia de depredadores con tres dedos en las patas que incluía al Velociraptor mongoliensis y al Tyrannosaurus rex. Estos vínculos familiares explican por qué los velocirráptores tenían tantos rasgos presentes en las aves actuales, como los tobillos con articulaciones en bisagra, muñecas con articulaciones en pivote, fúrcula y dedos orientados hacia delante. Con todo, lo más notable es su plumaje.

Se ha sospechado durante años que los velocirráptores tenían plumas y que no estaban cubiertos de escamas reptilianas. En 2007, un estudio publicado en la revista Science desveló que un fósil de Velociraptor mongoliensis tenía las uniones de los cálamos, unas protuberancias sobre el antebrazo que unen los cálamos (o cañones) de las plumas al hueso y que son habituales en aves modernas.

Sin embargo, a diferencia de muchos de sus parientes aviares, el dinosaurio era terrestre. Tenía unos brazos demasiado cortos para volar, pero la fúrcula del velocirráptor —un hueso bifurcado entre el cuello y el pecho que, en general, sirve de  resorte que ayuda a las aves a volar— carecía de la forma adecuada para sustentar alas voladoras. El estudio de 2007 planteó la hipótesis de que las plumas del velocirráptor podrían haber sido un residuo evolutivo de ancestros más pequeños que podían volar o que podrían haber servido para atraer parejas, proteger los nidos del frío o maniobrar mientras corría.

Con todo, los velocirráptores suelen compararse con aves rapaces como águilas y halcones por la garra alargada que sobresale del segundo dedo de cada pie. Aunque en su día los científicos tenían la teoría de que las garras podrían haberse utilizado para cortar, ahora la mayoría cree que el dinosaurio las utilizaba para perforar y sujetar a las presas como hacen los halcones.

La caza

Debido a su nombre latino, que significa «ladrón veloz», se creía que los velocirráptores eran cazadores eficaces. Los bípedos tenían un excelente sentido del olfato, algo demostrado por el tamaño y la forma de la parte del cráneo que contenía los bulbos olfativos, la parte del cerebro que procesa los olores. Sus patas musculares y espinillas largas les permitían dar pasos largos y alcanzar velocidades de hasta 38 kilómetros por hora, según se estima. Al moverse levantando los pies con garras, los velocirráptores mantenían los talones lo bastante afilados para perforar a sus presas; una vez en sus garras, es probable que terminaran el trabajo con unas mandíbulas llenas de dientes serrados.

En Parque Jurásico, los velocirráptores se presentan como cazadores en manada, pero hay pocas pruebas que respalden esta hipótesis. De hecho, es probable que hicieran todo lo contrario. Un estudio de 2007 realizó análisis químicos de los dientes del pariente del velocirráptor Deinonychus para descubrir si las crías de los dinosaurios consumían los mismos alimentos que los adultos. Estas pruebas revelaron que la dieta del dinosaurio cambiaba a medida que envejecía, una diversidad nutricional que en general no se observa en animales de manada.

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De haber tenido la oportunidad, es improbable que este depredador cazara humanos. A pesar de la famosa fosilización de una batalla mortal entre un velocirráptor y un Protoceratops, los paleontólogos creen que los velocirráptores podrían haberse alimentado de pequeños mamíferos y reptiles. En 2011, los científicos también plantearon la teoría de que estos depredadores eran nocturnos, ya que su anillo esclerótico —un disco óseo que refuerza el ojo— era ancho y habría permitido que entrara luz suficiente para ver por la noche.

Es probable que los velocirráptores tampoco fueran tan inteligentes como sugiere la cultura popular. Es cierto que este dinosaurio tenía un cerebro grande en proporción a su cuerpo, lo que lo convierte en uno de los dinosaurios más inteligentes. Pero su capacidad intelectual probablemente estaba a la altura de las aves promedio, no a la de los chimpancés o los loros.

La evolución del velocirráptor

Los científicos aún están reconstruyendo qué especies antepasadas dieron lugar al velocirráptor y si existieron varios tipos de velocirráptores. El Velociraptor mongoliensis se descubrió en el desierto de Mongolia en 1924. Sin embargo, en 2008, fósiles de una mandíbula similares descubiertos en la misma región desconcertaron a los paleontólogos. Estos nuevos fósiles compartían las mismas aberturas craneales que el velocirráptor, así como el mismo número de dientes. Pero su estructura general era lo bastante diferente para que los científicos describieran una nueva especie, el Velociraptor osmolskae. Aún se está investigando la vida de esta nueva y misteriosa especie de velocirráptor.

Más recientemente, se ha descubierto al pariente más antiguo conocido del velocirráptor: un dinosaurio de un metro de largo llamado Hesperornithoides miessleri. Este pequeño cazador, cubierto de plumas y con una garra en forma de guadaña en cada pata, vivió a finales del Jurásico, hace entre 164 y 145 millones de años. Aunque aparentemente el Hesperornithoides miessleri era incapaz de volar, su existencia sugiere que los dinosaurios empezaron a desarrollar plumas y brazos alares millones de años antes de la aparición de las primeras aves.

El velocirráptor desapareció del registro fósil hace unos 70 millones de años. Unos pocos millones de años después, el catastrófico impacto de un asteroide desencadenó un evento de extinción que aniquiló a los dinosaurios no aviares.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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