Estos científicos que quieren acabar con la ceguera han ganado tres millones de dólares
De tratamientos oftalmológicos de vanguardia a atención médica asequible: el esfuerzo de estos 13 investigadores ha sido reconocido con el Premio Greenberg.
Un médico examina el ojo de un paciente en Baden-Wuerttemberg, Alemania. Los recientes avances en las tecnologías y los tratamientos ayudan a unos 200 millones de personas de todo el mundo con deficiencias visuales.
Trece médicos e investigadores han ganado el Premio Sanford y Sue Greenberg para acabar con la ceguera y compartirán el galardón de tres millones de dólares en oro. Los ganadores fueron elegidos por la solidez de sus aportaciones para eliminar la ceguera, el ambicioso objetivo que establecieron los organizadores del premio en 2012.
«Creo que estamos mucho más cerca de lograr ese objetivo. Es extraordinario», afirma el coorganizador Sanford Greenberg, presidente del consejo de administración del Instituto Oftalmológico Wilmer de la Universidad Johns Hopkins.
El premio forma parte de la misión de Greenberg para evitar que las personas pierdan la visión. En febrero de 1961, con 20 años y siendo estudiante universitario, se quedó ciego de repente debido a un glaucoma mal diagnosticado. La dolencia, que daña el nervio óptico, es una de las principales causas de ceguera en todo el mundo.
Los colores del arcoíris resaltan diferentes tipos de células en una sección fina de una retina humana simulada cultivada en una placa de Petri por Botond Roska y su equipo en el Instituto de Oftalmología Molecular y Clínica de Basilea y sus colaboradores de los Institutos Novartis para la Investigación Biomédica. Esta réplica de la retina, denominada organoide, se puede utilizar para identificar los tipos específicos de células afectadas por enfermedades oculares genéticas y desarrollar nuevos tratamientos. En la imagen, los núcleos celulares son azules, el pigmento de los bastones denominado rodopsina es verde y los segmentos exteriores del fotorreceptor son rojos.
«Sumido en mi desesperación, le prometí a Dios que, durante el resto de mi vida, haría todo lo posible para asegurarme de que nadie más se quedara ciego», cuenta Greenberg.
Ha cumplido esa promesa y ha trabajado para mejorar la vida de las personas que se han quedado ciegas, inventando, por ejemplo, un dispositivo para ayudar a las personas con discapacidad visual a escuchar la voz grabada. Pero la lucha aún no ha terminado. Según la Organización Mundial de la Salud, en todo el mundo hay aproximadamente 2200 millones de personas con algún tipo de deficiencia visual y casi la mitad se quedaron ciegas debido a afecciones evitables. Casi el 80 por ciento de las deficiencias visuales se deben a las cataratas o a trastornos refractivos, que son tratables. Sin embargo, en las partes más pobres del mundo, es posible que las personas no reciban la atención que necesitan si la sanidad pública es inadecuada o si el coste supone un obstáculo.
La ceguera también tiene un precio económico y social en los países ricos, ya que las personas tienen dificultades para encontrar trabajo pese al aumento de ayudas tecnológicas cada vez más avanzadas, como los lectores de pantalla y los anotadores de braille. En los Estados Unidos, la tasa de desempleo en la población en edad de trabajar que tiene problemas de visión es de casi el 70 por ciento.
«Es una de las grandes injusticias que afrontamos», dice Greenberg.
Seguir las nuevas investigaciones ayuda a Greenberg a seguir adelante. Cree que eliminar la ceguera está en manos de los científicos, unidos hacia una meta unificada. Por eso él y otros organizadores del premio —entre ellos su compañero de piso de la universidad y reconocido músico Art Garfunkel— pidieron al consejo directivo que identificara y conectara a investigadores de todo el mundo que trabajan para prevenir la pérdida de visión. Finalmente, seleccionaron a 13 ganadores en dos categorías: premios a logros sobresalientes y premios visionarios.
Albert Maguire examina los ojos de Misa Kaabali, de 8 años, en el Hospital Infantil de Filadelfia en 2017. Maguire, Jean Bennett y Gustavo Aguirre, de la Universidad de Pensilvania, y William Hauswirth, de la Universidad de Florida, desarrollaron una genoterapia para tratar un tipo de ceguera hereditaria.
«Antes de que termine este siglo, ya no habrá ceguera», prevé Greenberg. «Eso es lo que emociona a todos [los que trabajan] en este proceso».
Acceso a la atención médica
La India es uno de los países del mundo con el mayor número de personas ciegas, pero ha puesto en marcha iniciativas recientes que tienen repercusiones importantes. En 2007, se estimaba que 12 millones de personas eran ciegas, pero la cifra se desplomó a 4,8 millones en 2019. Las cataratas no tratadas siguen siendo, con diferencia, la causa principal de ceguera, lo que sugiere que el acceso al tratamiento es la principal preocupación. Casi el 70 por ciento de la población vive en zonas rurales, donde no suele haber atención oftalmológica.
«Crecí en una aldea rural y vi que la ceguera y la deficiencia visual eran un problema», cuenta Gullapalli Rao, presidente y fundador del Instituto Oftalmológico L.V. Prasad, en Hyderabad. «Pensamos que deberíamos ir a las zonas rurales y desarrollar un modelo de atención médica integral y de alta calidad».
Una pantalla muestra la córnea de un ojo durante un diagnóstico preoperatorio por tomografía de coherencia óptica. David Huang, de la Universidad de Salud y Ciencia de Oregón, y James Fujimoto y Eric Swanson, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, desarrollaron la tecnología que permite este tipo de reconocimientos oculares, que ofrece una precisión y un detalle extraordinarios.
Ahora, el instituto cuenta con 196 centros oftalmológicos ubicados en cuatro estados del sur de la India, situados en lugares estratégicos de forma que se encuentren a 10 kilómetros de más de 11 800 aldeas. Si un paciente necesita cirugía ocular, el procedimiento se puede realizar en una de las 22 clínicas oculares ubicadas de forma que se encuentren en un radio de 50 kilómetros de la casa de cualquier persona. El instituto ha atendido a más de 30 millones de personas hasta el momento y Rao ha recibido uno de los seis premios al logro sobresaliente del Premio Greenberg.
Con el crecimiento de los centros, la tecnología ha desempeñado un papel cada vez más importante. Por ejemplo, Rao y sus colegas utilizan la telemedicina, que permite que los pacientes conecten con los oftalmólogos de las clínicas para diagnosticar problemas leves o para las revisiones posteriores a las cirugías. Y desde el comienzo de la pandemia de COVID-19, los auxiliares de clínica han visitado las casas de las personas mayores que no pueden viajar al oftalmólogo.
R. D. Ravindran, presidente del Aravind Eye Care System en Madurai, la India, también ha recibido un premio al logro sobresaliente por la labor pionera de su organización, que proporciona atención oftalmológica gratuita y asequible a los habitantes del estado de Tamil Nadu. Una sola clínica que abrió sus puertas en 1976 se ha convertido en una red de 79 centros que atienden a una población de 6,9 millones de personas. El año pasado, su equipo realizó 4,6 millones de exámenes oculares y un total de 519 138 cirugías para tratar varios problemas oculares y de visión.
«Entre el 50 y el 60 por ciento de la atención que ofrecemos es gratuita o se cobra a un precio simbólico», explica Ravindran. «Incluso los que pagan probablemente aportan de un 60 a un 70 por ciento de lo que se cobra en el mercado en nuestro estado», cuenta.
En lugar de depender de la recaudación de fondos, la filantropía o los subsidios gubernamentales, el equipo de Aravind aprovecha los ingresos que generan, así que las tasas cobradas a los clientes de pago ayudan a cubrir los costes de los pacientes que reciben tratamientos gratuitos. En parte, Aravind puede hacer asequible la atención oftalmológica porque el equipo abrió su propia fábrica para producir lentes intraoculares, que se implantan en los tratamientos para las cataratas. Actualmente, la fábrica produce más de 2,5 millones de lentes al año. El precio actual es al menos seis veces inferior al precio en los Estados Unidos, de donde las importaban antes.
Avances con células madre
Se necesitan nuevas formas de invertir la ceguera para ayudar a personas cuya pérdida de visión es intratable, que representan aproximadamente el 20 por ciento de los casos actuales. Esto incluye enfermedades oculares hereditarias que afectan a la retina, como la degeneración macular y la retinosis pigmentaria, en la que el deterioro lento de la vista se convierte en ceguera. La degeneración macular asociada con la edad es la principal causa de la pérdida permanente de visión en personas de más de 60 años.
Una tabla optométrica y equipo básico en una pequeña clínica móvil en una zona rural de la India. Al haber desarrollado sistemas eficientes y procesos de trabajo optimizados, el Aravind Eye Care System realiza 1500 operaciones al día y ofrece 200 000 cirugías gratuitas al año, incluso para pacientes en zonas rurales remotas que no pueden permitirse el lujo de viajar a un hospital. La organización ha restaurado la vista de cinco millones de personas en todo el mundo.
Un paciente recibe su tratamiento en un campamento de Aravind Eye Care, en una zona rural cerca de Madurai, la India.
Los pacientes reciben cirugía ocular en el quirófano del Hospital Aravind en Madurai, la India.
Por eso Masayo Takahashi, del Centro Riken para la Biología del Desarrollo en Kobe, Japón, emplea células madre para tratar la pérdida de visión provocada por estas enfermedades. En 2014, Takahashi y su equipo lograron un gran avance al tratar a un paciente por primera vez con citoblastos pluripotentes inducidos. Estas células derivan del tejido adulto, como la sangre o la piel, pero se pueden «reprogramar» para que actúen como sus homólogas embrionarias, con la capacidad de convertirse en casi cualquier tipo de célula humana.
El equipo de Takahashi extrajo células cutáneas a un paciente de 70 años con degeneración macular asociada con la edad e hizo que se convirtieran en células del epitelio pigmentario de la retina, que regulan los fotorreceptores necesarios para la visión ubicados sobre ellas. «Esa fue la parte más difícil», cuenta Takahashi. A continuación, el equipo cultivó las células en una lámina diminuta y la implantó en el ojo del paciente, lo que detuvo el avance de la enfermedad.
Hasta la fecha, siete pacientes han recibido este tipo de tratamiento, que ha ayudado a limitar la pérdida de visión y por el que Takahashi ha sido galardonada con uno de los siete premios visionarios del equipo del Premio Greenberg. Takahashi y sus colegas están tratando a pacientes con retinosis pigmentaria que están casi ciegos. En sus últimos ensayos clínicos, que implican el uso de una técnica similar con células madre para reemplazar partes de la retina y algunos fotorreceptores, algunos pacientes han conseguido volver a percibir la luz o ver las formas de los objetos.
«No hay ningún tratamiento para estos pacientes, así que este es un paso pequeño pero importante», dice Takahashi, que cree que en unos 10 años será posible que los pacientes vuelvan a ver algunos detalles.
«Creo que los tratamientos con células madre tienen un futuro muy prometedor», afirma.
Un hito en la genoterapia
También están cobrando fuerza otros métodos de vanguardia para prevenir e incluso invertir la ceguera. Por ejemplo, Jean Bennett, de la Universidad de Pensilvania, en Filadelfia, ganó un premio al logro sobresaliente por el trabajo de su equipo, que investiga la genoterapia para tratar enfermedades hereditarias de la retina.
Una de las enfermedades en las que se ha centrado su equipo es la amaurosis congénita de Leber, que se puede identificar y diagnosticar en bebés. «Los bebés [con esta afección] nacen con una visión muy deficiente», explica Bennett. «Suelen tener dificultades para ver con poca luz, por lo que se sienten atraídos a mirar el sol, algo que, obviamente, no se debe hacer».
Bennett y sus colegas han desarrollado un tratamiento innovador para amaurosis congénita de Leber, que reemplaza el gen defectuoso que causa la afección por uno sano. Aunque es más eficaz en niños, cuando la enfermedad se encuentra en sus primeras fases, en algunos casos el tratamiento también logró invertir parte del daño en personas mayores.
«Nos ha sorprendido para bien ver que las personas que están en su cuarta o quinta década de vida pueden recuperar la visión tras haber estado ciegas durante décadas», explica Bennett.
El tratamiento hizo historia en 2017 como la primera genoterapia aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés). Hoy en día, se utiliza en muchas partes del mundo, como Canadá, Europa y Oriente Medio. «Se trata de un avance muy importante y nos abre un camino que seguir para tratar otras formas de ceguera», dice Bennett.
Bennett comparte el premio con su marido e investigador de la Universidad de Pensilvania, Albert Maguire, que desarrolló la técnica quirúrgica utilizada para inyectar los genes bajo la retina y tratar la amaurosis congénita de Leber. Otros grupos de investigación están utilizando la técnica en más de 30 ensayos para tratar diversas formas de ceguera y seis de ellos se encuentran en sus fases finales.
Inspirado por la historia de Greenberg, el grupo de Bennett está estudiando cómo adaptar la genoterapia para tratar el glaucoma, así como varias enfermedades hereditarias que causan ceguera. También están investigando las vías que causan enfermedades y que podrían ser similares en diferentes afecciones, lo que permitiría tratar una gama más amplia de enfermedades que conllevan diferentes mutaciones genéticas.
«Todavía hay varios obstáculos, pero el futuro nunca ha sido más prometedor», afirma Bennett.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
Esta es la lista completa de ganadores del Premio Sanford y Susan Greenberg para acabar con la ceguera:
Ganadores del premio a logros sobresalientes:
• Ravindran Ravilla, Aravind Eye Care System
• G.N. Rao, Instituto Oftalmológico L.V. Prasad
• Jean Bennett, Centro para el Tratamiento Ocular y Retinal Avanzado, Departamento de Oftalmología, Facultad Perelman de Medicina, Universidad de Pensilvania
• Gustavo Aguirre, División de Terapias Retinales Experimentales, Departamento de Ciencias Clínicas y Medicina Avanzada, Facultad de Veterinaria, Universidad de Pensilvania
• William Hauswirth, Departamento de Oftalmología de la Universidad de Florida
• Albert Maguire, Centro para el Tratamiento Ocular y Retinal Avanzado, Departamento de Oftalmología, Facultad Perelman de Medicina, Universidad de Pensilvania
Ganadores del premio visionario:
• James Fujimoto, Departamento de Ingeniería Electrónica y Laboratorio de Investigación de Ciencias Informáticas, Instituto Tecnológico de Massachusetts
• David Huang, Instituto Oftalmológico Casey y Departamento de Oftalmología, Universidad de Salud y Ciencia de Oregón
• Eric Swanson, Departamento de Ingeniería Electrónica y Laboratorio de Investigación de Ciencias Informáticas, Instituto Tecnológico de Massachusetts
• Zhigang He, Hospital Infantil de Boston, Centro de Neurobiología F.M. Kirby
• Simon John, Laboratorio Jackson, Departamento of Oftalmología, Universidad de Columbia
• Botond Roska, Instituto de Oftalmología Molecular y Clínica de Basilea
• Masayo Takahashi, Centro RIKEN de Investigación de la Dinámica de los Biosistemas; Vision Care, Inc. como parte del Centro Oftalmológico Kobe