Por qué la tercera dosis de la vacuna contra la COVID-19 es fundamental contra Ómicron
La inmunidad de las vacunas contra el coronavirus desaparece con el tiempo, pero los datos muestran que los refuerzos ofrecen una mejor protección contra todas las variantes, incluida la cepa más nueva, la Ómicron.
Un trabajador sanitario prepara una vacuna de Pfizer-BioNTech en el hospital civil de Nepal. La vacuna de Pfizer fue proporcionada por el gobierno de Estados Unidos a través de las instalaciones de COVAX.
España se encuentra en riesgo muy alto por coronavirus. En ciudades como Madrid, la nueva cepa Ómicron ya supone el 60% de los nuevos casos.
A medida que se propaga el número de positivos de la nueva variante Ómicron, los expertos aseguran que la mejor defensa contra todas las variantes virales que causan COVID-19 es una dosis completa de la vacuna seguida de una vacuna de refuerzo alrededor de seis meses después de que se haya terminado la pauta inicial. En España, la semana pasada el ministerio de Sanidad autorizó la dosis de refuerzo para mayores de 40 años. La tercera dosis parece haber dejado de ser una opción para pasar a ser la mejor fuente de garantías contra el coronavirus.
Desde que se autorizó la primera vacuna de ARNm contra el COVID-19 el 11 de diciembre de 2020, los estudios han demostrado que las personas no vacunadas tienen un riesgo cinco veces mayor de infectarse y un riesgo 10 veces mayor de hospitalización o muerte por la COVID-19 que las que están totalmente vacunadas.
Varias investigaciones realizadas en Israel y Estados Unidos también han revelado que la inmunidad inducida por la vacuna contra el coronavirus SARS-CoV-2 disminuye al cabo de entre seis y ocho meses. Esto es especialmente preocupante a medida que más poblaciones se exponen a la variante Ómicron, más contagiosa, que se detectó por primera vez en noviembre en Sudáfrica.
En el gráfico podemos ver cómo evoluciona con el paso de las semanas la efectividad de las vacunas de la COVID-19 en las dos cepas. Aunque las vacunas son menos efectivas con Ómicron que con Delta, los refuerzos restauran la efectividad casi por completo.
Hasta la fecha, se ha notificado la presencia de Ómicron en 77 países. En los Estados Unidos, la variante se encuentra en más de 37 estados y constituye el 3% del total de casos; el resto son todavía Delta. Reino Unido concentra ahora mismo el mayor número de infecciones por la nueva cepa SARS-CoV-2 diagnosticadas positivamente, mientras que en Sudáfrica es la variante dominante.
Los refuerzos, sin embargo, pueden restaurar los niveles de anticuerpos a sus valores máximos, proporcionando una protección más sólida contra Ómicron.
"Las vacunas ayudan a protegerte, o al menos a evitar que mueras por la enfermedad", dice Leo Poon, virólogo de la Universidad de Hong Kong que detectó algunos de los primeros casos de Ómicron fuera de Sudáfrica. "Y sea cual sea, Ómicron o Delta, tener un refuerzo será beneficioso".
¿En qué consisten las dosis de refuerzo?
Las vacunas contra la COVID-19 entrenan a nuestro sistema inmunitario para que produzca anticuerpos utilizando versiones sintéticas de la proteína de espiga del virus, la parte del virus que le ayuda a unirse a las células humanas. Si una persona vacunada se encuentra posteriormente con el virus, los anticuerpos lo reconocen y se unen a la proteína de espiga para prevenir la infección.
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La primera dosis de una vacuna de ARNm prepara a las células para que produzcan anticuerpos, y la segunda dosis madura y mejora esos anticuerpos para que se unan aún más fuertemente a la proteína spike (o pico), de modo que no pueda anclarse a los receptores de las células humanas. En el caso de la vacuna de Johnson & Johnson o Janssen, una sola dosis bastó para producir suficientes anticuerpos contra el coronavirus original.
Pero en todas las vacunas contra el COVID-19 autorizadas hasta la fecha, los niveles de anticuerpos disminuyen gradualmente, dice Maria Elena Bottazzi, vacunóloga del Centro para el Desarrollo de Vacunas del Texas Children's en el Baylor College of Medicine en Estados Unidos. Ahí es donde entran los refuerzos.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU. recomiendan actualmente la dosis de refuerzo para todas las personas de 18 años o más. Los CDC dicen que las personas deben recibir una dosis de refuerzo seis meses después de la segunda dosis de las vacunas de ARNm de Pfizer o Moderna, o dos meses después de la vacuna de Janssen. Los CDC también han recomendado refuerzos para los jóvenes de 16 y 17 años que se hayan vacunado completamente con dos dosis de la vacuna Pfizer.
Los científicos todavía están reuniendo pruebas para saber cuánto dura la inmunidad del refuerzo y si se necesitarán más en el futuro.
¿Cómo afecta Ómicron a las vacunas?
Dado que Ómicron ha acumulado más de 30 mutaciones sólo en la proteína de la espiga en comparación con el virus original, parece evadir los anticuerpos generados por dos dosis de las vacunas Pfizer o Moderna, o la dosis única de la vacuna Janssen, especialmente cuando los niveles de anticuerpos descienden en la sangre.
En un estudio realizado en el Reino Unido que aún no ha sido revisado por expertos, la eficacia de dos inyecciones de las vacunas de Pfizer o AstraZeneca para prevenir los síntomas de COVID-19 de Ómicron cayó a menos del 40% en las 15 semanas siguientes a la segunda dosis. La eficacia de la vacuna de Pfizer frente a Delta disminuyó menos, pero la eficacia de la vacuna siguió cayendo hasta el 60% después de 25 semanas.
Otros estudios preliminares realizados en Sudáfrica, Israel y Francia también muestran una fuerte disminución de la capacidad de los anticuerpos para neutralizar el Ómicron en las personas vacunadas con la vacuna de dos dosis de Pfizer o con dos dosis de la vacuna de Moderna.
Los refuerzos siguen funcionando contra Ómicron
La buena noticia es que una dosis de refuerzo de la vacuna de Pfizer aumenta los niveles de anticuerpos hasta 25 veces, lo que debería ser suficiente para neutralizar la variante Ómicron. Se ha demostrado que una dosis de refuerzo de la vacuna de Moderna también mejora la neutralización de Ómicron en comparación con las dos inyecciones anteriores solas.
"Las dos dosis con inmunidad decreciente suponen una desaparición de la protección pasados unos meses", dice Peter Hotez, pediatra y científico de vacunas del Baylor College of Medicine de Texas (Estados Unidos). "El refuerzo al menos te da algo en el rango del 70%".
Otros estudios muestran que cuando las personas recibían cualquier dosis de refuerzo de ARNm, sus niveles de anticuerpos contra Ómicron aumentaban hasta el nivel de protección considerado suficiente para prevenir una infección por COVID-19.
"Nuestros regímenes de vacunas de refuerzo funcionan contra Ómicron", dijo Anthony Fauci, Asesor Médico Jefe del Presidente de los Estados Unidos y la cara visible de la lucha contra la COVID en el país, durante una actualización de COVID-19 en la Casa Blanca el 15 de diciembre. "En este momento, no hay necesidad de un refuerzo específico para la variante", añadió Fauci.
Sin embargo, los datos obtenidos hasta ahora proceden en gran medida de estudios de laboratorio, y la inmunidad implica algo más que anticuerpos. Será importante disponer de más datos del mundo real para evaluar la eficacia de las vacunas actuales contra Ómicron a largo plazo.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.