La salud mental en el deporte de élite, la gran asignatura pendiente en España
La jugadora de rugby Patricia García Rodríguez (El Escorial, 1989) llegó a la selección española desde el equipo de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid, y su duro trabajo ha catapultado su carrera hasta las olimpiadas y algunos de los mejores equipos internacionales.
“Nunca hubiera pensado que enfermaría mentalmente por un deporte que amaba tanto. El ‘debo hablar’ o ‘debo quedarme callada’ pasa por mi mente mil veces”. Así comenzó su testimonio el mes pasado la jugadora neozelandesa Te Kura Ngata-Aerengamate en sus redes sociales. “Durante los últimos 8 años que he estado en Black Ferns [selección femenina de rugby de Nueva Zelanda], he luchado mentalmente para finalmente dejarlo todo en la competición más reciente”.
La atleta estadounidense Simone Biles llegó a Tokio 2020 como una de las grandes estrellas de los Juegos Olímpicos. Una de las deportistas que iba a copar lo alto del podium casi seguro. Pero no llenó las portadas por sus medallas, sino que terminó convirtiéndose en un auténtico icono dentro y fuera de la pista al abandonar la competición para la que llevaba años preparándose por priorizar su salud mental.
Recientemente, la tenista española Paula Badosa, número 8 del ránking mundial, también dio visibilidad al gran peso de la salud mental en el deporte de élite al hablar sobre la depresión que sufrió. “Para mi en aquel momento, las expectativas eran muchas más que el nivel en el que estaba en ese momento. La presión me pudo, la ansiedad me superaba”, explicó en una entrevista en La Cadena Ser.
Como Ngata-Aerengamate, Biles y Badosa, también deportistas como el futbolista español Andrés Iniesta, que marcó el gol que le dio a España su único Mundial de fútbol, o el nadador estadounidense Michael Phelps, deportista con más medallas olímpicas de la historia, han hablado públicamente de la fragilidad que ha supuesto en su salud mental las exigencias del deporte de élite.
“Si tu entrenador, cuya opinión en ese momento es más importante que la tuya propia, te dice cada día que estás gorda, es imposible desarrollarse mentalmente de forma sana”
Dentro y fuera de la competición, la actividad deportiva es un factor muy importante de nuestra sociedad actual. Forma parte del estilo de vida y está inmerso de una manera u otra en nuestro día a día. “El deporte es sin duda uno de los mejores aliados de la salud mental”, afirma la psicóloga deportiva María Cabrera Bolufer.
“La práctica del ejercicio físico, ya sea por actividades de la vida diaria, como reglada, no sólo presenta múltiples beneficios físicos, sino también mentales, con la activación de neurotrasmisores como la serotonina, endorfinas, oxitocina o dopamina que producen en el cerebro placer, relajación y equilibrio. Todo ello promueve un aumento de autoestima, autoconfianza y estabilidad emocional”.
Sin embargo, llevado al nivel del deporte de élite, estos aspectos tan positivos para nuestra salud pueden tomar un tono muy diferente y tornarse, en función de muchos factores, en el mayor enemigo de la salud mental.
El lado más oscuro del deporte
“El deporte de élite tiene una exigencia mental muy elevada”, afirma Cabrera. “Los deportistas están sometidos a una continua exigencia que les obliga en parte a enfrentarse a la adversidad y adaptarse continuamente a los nuevos escenarios que el alto rendimiento presenta”.
La jugadora de rugby Patricia García Rodríguez llegó a la selección española desde el equipo de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid, su duro trabajo ha catapultado su carrera hasta las olimpiadas y a ser reconocida a nivel internacional en el mundo del rugby. Ahora disfruta de su segundo año con un contrato profesional en los Exeter Chiefs de Inglaterra.
“Yo lo he sufrido [la alta exigencia] en determinados momentos, cuando hemos estado mucho tiempo en proyectos que necesitaban un alto nivel de concentración, con competiciones a largo plazo, con una convivencia con staff que no es del todo profesional o que no maneja el todo ese tipo de conocimientos de gestión de personas y gestión de equipos”, narra García hablando de su experiencia respecto a las dificultades para mantener un buen equilibrio mental en ciertos momentos del deporte de alto rendimiento.
“Tenemos interiorizado que hay que trabajar durísimo y sufrir muchísimo, y es importante diferenciar la perseverancia, el trabajo, la constancia, la resiliencia y la superación respecto a otro tipo de situaciones donde puede estar en peligro la salud mental”.
Depresión, ansiedad y trastornos alimentarios
Según la Universidad de Toronto, los atletas de élite son más propensos a experimentar trastornos de salud mental: enfrentarse a la cantidad de estrés y presión que supone el deporte de élite predispone al deportista a sufrir un impacto en su bienestar emocional.
Según el estudio realizado por Zoe Poucher en la Universidad de Toronto en julio de 2021, la depresión, ansiedad y el trastorno alimentario son los problemas más generalizados en los deportistas, siendo la depresión el más significativo. “Es muy común ver síntomas de depresión en deportistas. Son muchos los atletas que han compartido en redes y en prensa que han sufrido episodios de depresión durante su carrera deportiva, como Andrés Iniesta y Michel Phelps”, dice Cabrera. “Con situaciones como la depresión es completamente inviable no darle la importancia y el espacio que debe tener la salud mental”, denuncia García.
"Creo que la salud mental ha evolucionado desde desde mis inicios hasta donde estamos hoy, porque la concienciación y el conocimiento sobre su importancia han aumentado mucho", dice García Rodríguez.
Entre las causas más comunes, según explica la experta, destaca el elevado nivel de exigencia o estrés que puede experimentar el deportista, que sin una buena gestión o capacidades de afrontamiento, puede llevarlo a sufrir el síndrome de Burnout (“quemarse”). Otra causa que podría favorecer la depresión es una mala gestión de las expectativas en el caso de que sean demasiado altas en relación al nivel o la situación en la que se encuentra el deportista. Además, "estar lejos de nuestros familiares, sentir soledad o incomprensión por las barreras del idioma o la cultura a veces puede resultar un obstáculo para formar nuevos vínculos con otras personas”, declara.
Tras la depresión y la ansiedad, el alto porcentaje de trastornos alimenticios reflejan un lado particularmente oscuro del alto rendimiento, especialmente cuando estos desórdenes vienen propiciados por los propios entrenadores desde edades muy tempranas. “En el deporte hay mucho más allá del ‘cree en ti mismo y lograrás tus objetivos’”, cuenta la patinadora artística sobre hielo Celia Robledo. “Hay mucho abuso y mucho maltrato psicológico. Lo que yo he vivido más de cerca son los trastornos de alimentación, que al final son una distorsión cognitiva que te crean. [La salud mental] es algo que no se tiene en cuenta, por lo que, cuando he necesitado ayuda, la he tenido que buscar por mi cuenta”.
El peso de los referentes
Según Cabrera, el hecho de que un atleta presente o no problemas depende de muchos factores, tanto las características individuales del deportista - su personalidad, mecanismos de defensa, gestión de la presión y emociones-, como los recursos internos de los que disponga. Sin embargo, la responsabilidad de los entrenadores tiene un peso muy importante en esa ecuación; tener como mentor un referente que aporte esa salud mental es la base de cualquier entrenamiento positivo.
“Ahora que soy entrenadora veo de todo a mi alrededor, y en las formaciones se habla muy poco del tema”, explica Robledo. “Si tu entrenador, cuya opinión en ese momento es más importante para ti que la tuya propia, te dice cada día que estás gorda, es imposible que te desarrolles mentalmente de forma sana”.
Por su parte, García relata cómo hace años, cuando comenzó a trabajar con uno de sus primeros coaches, había entrenadores que le pedían dejar de hacerlo en época de competición, porque pensaban que no iba a ser positivo para su rendimiento. “Y al contrario, ahí estamos trabajando habilidades mentales, concentración, gestión de estrés, situaciones de entendimiento, empatía, habilidades sociales, mentales y emocionales que nos van a permitir rendir más en la competición y por supuesto también estar mejor”, declara.
Las olimpiadas: ¿El sueño cumplido?
Según el estudio de Poucher, más del 41 por ciento de los atletas del equipo nacional canadiense, los que entrenaban para Tokio 2020, cumplían con los criterios de corte propuestos por el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales para la depresión, la ansiedad y/o un trastorno alimentario. Una cifra que sin duda contrasta con el 10 por ciento estimado que informa de un trastorno mental en un período determinado de 12 meses, según el estudio canadiense.
Específicamente, el 31,7 por ciento de los atletas reportaron síntomas de depresión, el 18,8 por ciento de ansiedad general moderada (12,9 por ciento) a severa (5,9 por ciento) y el 8,6 por ciento reportó puntajes que indican un alto riesgo de un trastorno alimentario.
"Antes de deportistas somos personas y por tanto si mentalmente estamos en una situación complicada, se va a ver reflejado en nuestro estado anímico y de salud en el día a día, en los entrenamientos y en la competición", afirma García Rodríguez.
"Encontramos una correlación positiva significativa entre el estrés y los tres trastornos mentales diferentes que medimos, así que creo que es una pieza importante del rompecabezas", dice Poucher. El estudio también reveló que haber competido en Juegos Olímpicos o Paralímpicos anteriores se relacionó negativamente con síntomas de un trastorno alimentario, y que haber sido seleccionado para asistir a los Juegos de 2020 se relacionó con síntomas de depresión.
“Escuchamos mucho sobre la depresión postolímpica, pero no he visto ninguna investigación sobre salud mental antes de los Juegos Olímpicos”, dice Poucher. “Creo que la suposición es que la gente está feliz de haber formado parte del equipo”.
El estigma de la debilidad
“En la cultura del deporte, durante mucho tiempo, se ha vivido la salud mental como un signo de debilidad más que un signo de fortaleza”, explica Cabrera. “Y los deportistas temen que eso les exponga vulnerabilidad y reduzca las posibilidades frente a clubes o equipos profesionales o una reacción social negativa”.
Cuando se sufren síntomas como el decaimiento anímico, la tristeza, la ansiedad o la apatía, es muy difícil que el deportista consiga ofrecer un rendimiento óptimo, según explica la experta. Esto les lleva a enfrentarse a las situaciones con temor y miedo, lo que les hace sentirse vulnerables y poco capaces. “Necesitamos estar en una situación de salud mental y cuando no es así, no intentar forzar la máquina, el cuerpo, el alma y la mente hasta unos límites que no son sanos, porque tiene repercusiones muy duras y negativas para la persona”, afirma García.
Desde su experiencia internacional, la jugadora explica las grandes diferencias que ve respecto a España en términos de concienciación. En Inglaterra, donde juega actualmente en el Exeter Chiefs, “tienen una cultura inglesa hacia la salud mental mucho más elevada que en España. Niñas de 18, 19 o 20 años hablan de que deben cuidarla y son conscientes de su importancia. Las situaciones existen, pero la conciencia social está mucho más avanzada al respecto”, declara.
“En España incluso tenemos infinidad de expresiones en nuestra jerga y nuestro día a día que llevan a asociar la debilidad a determinadas situaciones, expresiones que a veces llevan implícito el llevar a la persona a sentirse más débil o que no vale lo suficiente”.
Visibilización, concienciación y formación
A nivel cultural, estos estigmas están arraigados en la base de nuestra sociedad. No se trata de un problema únicamente del mundo del deporte. Para transformar estas situaciones “debería empezarse por la visibilización y la concienciación de esta problemática”, afirma Cabrera, que defiende que las federaciones y otros organismos deben contar con por un plan de prevención y detección de síntomas, llevado por profesionales acreditados y psicólogos del deporte, que trabajen conjuntamente con un equipo multidisciplinar y sean parte del organigrama.
“Necesitamos formación, en el deporte de alta competición no se nos habla de eso. Hay que hablar de ello para eliminar los tabúes”, añade García, que denuncia que a menudo hacen formaciones de dopaje, de preparación física o lesiones, pero no tienen información sobre salud mental.
Trabajar para para cambiar los estigmas sociales y darle importancia que se merece “es una labor pendiente que debemos mejorar como sociedad. Pero una noticia positiva es que estamos empezando a darnos cuenta, a visibilizarlo, a interiorizarlo y poco a poco espero que a cambiarlo”, declara García.
“Aunque la salud mental está afectando a una gran parte de los atletas de élite, todavía no recibe la atención que merece”, concluye Poucher en su estudio. “Si podemos demostrar que es un gran problema, espero que ayude a cambiar la conversación sobre la salud mental, aumentar la conciencia sobre el problema y ayudar a cambiar las políticas”.