Un misterioso fósil de 230 millones de años arroja luz sobre el origen de los pterosaurios
Descubierta hace 115 años, la antigua criatura planteaba un rompecabezas paleontológico que los nuevos escáneres de rayos X han resuelto.
En esta reconstrucción, dos Scleromochlus taylori se rodean mutuamente en los sofocantes alrededores de lo que hoy es Escocia hace unos 231 millones de años. Una nueva investigación ha identificado al Scleromochlus como un lagerpetido, un primo cercano de los antiguos reptiles voladores conocidos como pterosaurios.
Desde 1907, la comunidad de paleontólogos está desconcertada por los extraños fósiles que se formaron hace unos 231 millones de años en las antiguas dunas de lo que hoy es Escocia. Los fósiles no conservan ningún hueso: sólo sus contornos grabados en la arenisca granulada. Para estudiar estas huellas, los científicos tuvieron que verter cera o plástico sobre las losas y despegar los moldes, técnicas que revelaron una rareza. Los materiales pelados ofrecían indicios de un reptil de 20 centímetros de largo con lo que parecían largas extremidades traseras, un cuello corto, costillas extrañamente cortas y una cabeza de gran tamaño.
Esta criatura, bautizada como Scleromochlus taylori, ha rebotado en el árbol genealógico de los reptiles desde su descubrimiento, con generaciones de científicos tratando de precisar su identidad. Los investigadores también se han esforzado por reconstruir cómo vivía y saber, por ejemplo, si la criatura saltaba por las antiguas dunas de arena como los jerbos actuales y otros roedores saltarines. Ahora, después de más de un siglo, el Scleromochlus ha sido desenmascarado gracias a nuevos descubrimientos anatómicos, que podrían ayudar a los científicos a entender la evolución de los pterosaurios, los reptiles voladores que vivieron junto a los dinosaurios.
Los escáneres de rayos X de alta resolución, publicados esta semana en la revista Nature, revelan rasgos anatómicos nunca antes vistos que sitúan a Scleromochlus dentro de un grupo de reptiles llamados lagerpéptidos, que vivieron desde hace aproximadamente 240 millones de años hasta el final del período Triásico, hace unos 201 millones de años. "En el momento de su descubrimiento, el Scleromochlus era una criatura extraña y estrafalaria, por lo que resultaba muy difícil de entender", afirma el autor principal del estudio, Davide Foffa, paleontólogo de la Universidad Tecnológica de Virginia (Estados Unidos) y de la Universidad de Birmingham, en el Reino Unido, que realizó la investigación en los Museos Nacionales de Escocia.
Esta reconstrucción del Scleromochlus se basa en escaneos de rayos X de alta resolución de las placas de arenisca del fósil, que sólo conservan impresiones de los huesos de la criatura.
Los lagerpetos son enigmáticos en sí mismos: hasta hace poco, la mayoría de los fósiles conocidos sólo incluían extremidades posteriores y trozos de cráneo. Pero en 2020, un estudio histórico dirigido por Martín Ezcurra demostró que los lagerpetos compartían muchos rasgos anatómicos con los pterosaurios. Este descubrimiento ha ayudado a los científicos a eliminar una laguna en el registro fósil que ha ocultado los orígenes evolutivos de los pterosaurios.
Como los fósiles de Scleromochlus son esqueletos casi completos, "nos dan por primera vez una visión mucho más completa de la anatomía de los lagerpetos", dice Ezcurra, paleontólogo del Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia de Argentina, que no participó en el nuevo estudio.
Desenmascarando a Scleromochlus
El viaje de Foffa para desenmascarar al Scleromochlus comenzó en 2018, cuando se unió a los Museos Nacionales de Escocia para estudiar un grupo de fósiles del Triásico llamados los reptiles de Elgin, llamados así porque provienen de las rocas cercanas a la ciudad escocesa de Elgin.
Estos reptiles ofrecen una instantánea de un momento crítico de la historia evolutiva. Hace unos 252 millones de años, al final del periodo Pérmico, la Tierra sufrió la peor extinción masiva conocida: un cataclismo impulsado por la liberación de grandes cantidades de gases de calentamiento procedentes de los volcanes de lo que hoy es Siberia. Más del 95 por ciento de las especies se extinguieron en este evento, que se conoce como la "Gran Mortandad".
Pero a principios del Triásico, la vida se recuperó y se diversificó rápidamente, sentando las bases para los grupos de vertebrados terrestres actuales. "La naturaleza se volvió experimental; se puede ver que estaba probando cosas nuevas, se salió de los carriles", dice la paleontóloga Natalia Jagielska, candidata al doctorado en la Universidad escocesa de Edimburgo (Escocia; Reino Unido), que no participó en el estudio.
Para investigar estos reptiles y sus extravagantes anatomías, Foffa y sus colegas se propusieron escanearlos en alta resolución con rayos X, apilando muchas imágenes 2D para reconstruir los contornos de los fósiles en 3D. Después de escanear con éxito un reptil de Elgin conocido como Leptopleuron, Foffa puso la mira en el legendario Scleromochlus.
Como habían aprendido generaciones de científicos antes que él, es difícil estudiar un fósil que está ausente. Para construir sus modelos en 3D, Foffa pasó más de un año identificando las bolsas de aire en sus radiografías de las placas de arenisca del Scleromochlus, todo ello teniendo en cuenta las grietas de la piedra. Pero finalmente, Foffa y sus colegas pudieron ver detalles que eran simplemente demasiado pequeños y demasiado finos para que las ceras los registraran.
Las costillas de la criatura eran más largas de lo que habían registrado los estudios anteriores; también lo eran sus extremidades delanteras y su cola. Foffa pudo reconstruir una mano y un pie enteros que no se habían visto antes. Y, lo que es más importante, Foffa pudo ver los extremos del fémur del Scleromochlus, lo que confirmó que la criatura era un lagerpéptido.
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Dar sentido a los pterosaurios
Ahora que el Scleromochlus se ha unido a las filas de los lagerpetos, el fósil puede ayudar a los científicos a dar sentido a los pterosaurios, los primeros vertebrados que lograron volar. Estas criaturas, extrañas y maravillosas a nuestros ojos, constituían un grupo muy diverso, distinto a todo lo que existe en la actualidad, que incluía algunos de los animales más grandes que jamás hayan volado. Sin embargo, ha sido difícil reconstruir su historia evolutiva.
En parte, el reto se debe a los numerosos sesgos del registro fósil. Los huesos de los pterosaurios eran huecos, lo que los hacía ligeros para volar pero extremadamente frágiles. Y a principios del Triásico, cuando los pterosaurios aparecieron por primera vez en escena, simplemente no había tantos escenarios propicios para los fósiles en la Tierra antigua como los hubo en períodos posteriores.
Como resultado, hubo un vacío de unos 30 millones de años en el registro fósil de los orígenes de los pterosaurios. Los pterosaurios más antiguos que se conocen, que vivieron hace unos 220 millones de años, eran voladores completamente formados, lo que proporciona pocos indicios de lo que vino antes. El descubrimiento de Ezcurra en 2020 de que los lagerpetos eran un grupo hermano de los pterosaurios redujo esa brecha a unos 18 millones de años.
Sin embargo, la brecha restante ha resultado difícil de llenar: ni el Scleromochlus ni ningún otro lagerptido tiene cuartos dedos alargados, que son la forma en que los pterosaurios apoyaban sus alas. "No es fácil, pero no podemos dejar de buscar", dice Ezcurra.
Aunque no ha sobrevivido ningún hueso de Scleromochlus, las huellas de su esqueleto se combinan para dar a los científicos el lagerpetido más completo conocido hasta ahora. También parece pertenecer a una de las ramas más antiguas del árbol genealógico de los lagerpetos, lo que significa que arroja más luz sobre los precursores de los pterosaurios.
Los nuevos escaneos lograron recuperar nuevos detalles del cráneo de Scleromochlus, incluyendo partes de su hocico y la parte posterior de su mandíbula.
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El Scleromochlus no presentaba ninguna adaptación clara para trepar, un rasgo que durante mucho tiempo se ha atribuido a los ancestros planeadores de los pterosaurios. Su pelvis también carece de los refuerzos óseos que se observan en los esqueletos de criaturas saltarinas como los jerbos. En su lugar, el Scleromochlus probablemente podía corretear sobre sus extremidades traseras o deslizarse para caminar a cuatro patas, lo que implica que los ancestros de los lagerpetos y los pterosaurios pueden haberse movido de forma similar.
"Cuando se observa el ancestro común [de los pterosaurios y los lagerpetos], no es muy volador en absoluto: parece muy asentado en el suelo, con un pie grande y robusto", dice Jagielska. "La historia podría ser más interesante".
Futuros trabajos sobre los fósiles podrían aportar más detalles: El objetivo de Foffa es construir un atlas de huesos de Scleromochlus, utilizando los datos del escáner para construir un registro digital permanente del fósil. Al publicar los datos, el equipo de Foffa espera fomentar el debate sobre esta extraña criatura.
"Si el debate se prolonga cien años más, no hay problema", dice. "¡Así es como funcionan las cosas!"
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.