La COVID-19 afecta a cómo dormimos mucho más de lo que imaginas

Los científicos están aprendiendo más sobre los estragos que los virus y las bacterias causan en el sueño. Esto es lo que hay que saber sobre la búsqueda de atención para el insomnio.

Por Emily Sohn
Publicado 11 nov 2022, 10:20 CET, Actualizado 14 nov 2023, 14:52 CET
Problemas para dormir y COVID.

El virus SARS-CoV-2 altera los sistemas de todo el cuerpo, incluido los que regulan el sueño.

Fotografía de RECEP-BG, GETTY IMAGES

Seis semanas después de un caso leve de COVID-19 al principio de la pandemia, Erika Thornes empezó a despertarse todas las noches entre las 2 y las 3 de la madrugada. Incapaz de volver a dormirse, escuchaba podcasts, leía y navegaba por Twitter antes de quedarse dormida a las 4 o 5 de la mañana. Thornes, madre de tres adolescentes de San Diego (Estados Unidos), siguió con problemas para conciliar el sueño durante dos años más, una alteración que solo mejoró después de que empezara a tomar una nueva medicación tras su segunda infección de COVID en verano de 2023.

A su marido le ocurrió algo parecido durante una infección de COVID. De repente se despertaba a las 3 de la madrugada cada noche. Su sueño mejoró cuando dejó de dar positivo, pero el síntoma fue extremo mientras duró. "Estaba bastante conmocionado", dice ella. "Sabía que me despertaba, pero creo que no entendía del todo la gravedad del despertarse'".

Pesadillas. Días sin dormir. Despertares de pánico en mitad de la noche. Dormir 18 horas al día. A medida que la COVID-19 se ha iba extendiendo entre la población mundial, también lo han hecho los informes sobre los trastornos del sueño, tanto durante la infección como en las semanas y meses posteriores.

Los estudios publicados desde el inicio de la pandenmia han empezado a desentrañar nuevos detalles sobre como el virus altera el sueño y han documentado cómo las infecciones bacterianas y víricas, en general, interfieren con el sueño a través de mecanismos físicos y psicológicos. Un nuevo estudio también ha desvelado como dormir mal durante y después de la COVID-19 puede aumentar muchos síntomas de tanto de la COVID aguda como de la COVID larga, incluida la niebla cerebral, y como el insomnio puede reducir la producción de anticuerpos después de la vacunación.

Según los expertos, reconocer la posibilidad de que el virus SARS-Cov_2, que provoca la COVID-19, altere el sueño puede ayudar a las personas a recibir la atención que necesitan.

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Cómo se afectan mutuamente el sueño y el sistema inmunitario

El sueño está estrechamente relacionado con el sistema inmunitario, un vínculo tan conocido como misterioso. Descansar lo suficiente puede ayudar a prevenir infecciones, según pruebas y observaciones que se remontan a miles de años atrás. Pero las infecciones también pueden alterar el sueño de forma complicada.

Los estudios realizados en animales demuestran que los virus y las bacterias alteran tanto la cantidad de tiempo que se duerme como el tipo de sueño, afirma John Axelsson, director del Laboratorio del Sueño del Instituto de Investigación del Estrés de la Universidad de Estocolmo (Suecia). Cuando los investigadores inyectan a conejos o roedores dosis moderadas de bacterias o virus, los animales duermen más. Tienen más sueño sin movimientos oculares rápidos, un estado de descanso profundo que se considera importante para la recuperación (pasan menos tiempo en el sueño REM, que está lleno de sueños).

Las citoquinas, una categoría de moléculas que pueden estimular o frenar la inflamación, parecen desempeñar un papel importante en estos patrones, afirma Axelsson. Cuando se priva de sueño a animales sanos, los niveles de algunas citoquinas proinflamatorias en el cerebro aumentan, lo que hace que los animales duerman más de lo normal. Cuando los científicos bloquean estas citoquinas, los animales no duermen más, aunque estén privados de sueño.

Es más difícil hacer el mismo tipo de investigación en las personas, y los resultados son contradictorios sobre cómo cambia el sueño durante las enfermedades. Pero los estudios sugieren que, al menos hasta cierto punto, las moléculas inflamatorias afectan al sueño de forma comparable a otros animales. En estudios realizados en la década de 1990 y principios de 2000, el investigador Thomas Pollmächer y sus colegas inyectaron a personas trozos de paredes celulares bacterianas, denominadas endotoxinas, y descubrieron que una leve activación del sistema inmunitario aumentaba el impulso del sueño y mejoraba el sueño no REM.

Pero una vez que el sistema inmunitario se aceleraba con el aumento de los niveles de citoquinas y los síntomas de la enfermedad, las personas experimentaban más interrupciones del sueño, algo que no se observa habitualmente en los animales. "El sistema inflamatorio aumenta el impulso de dormir", dice Axelsson. "Pero al mismo tiempo, luego interrumpe el sueño si se tiene fiebre".

Para ver cómo las infecciones respiratorias afectan al sueño de los humanos, Axelsson y sus colegas reclutaron a 100 adultos sanos para que llevaran un diario de sueño detallado tras experimentar los primeros síntomas de una infección respiratoria mientras llevaban un dispositivo de seguimiento del sueño en sus muñecas. De los 100 voluntarios, 28 personas enfermaron. En general, esas personas pasaron más tiempo en la cama y durmieron más después de que comenzaran sus síntomas, informaron los investigadores en 2019.

Pero no se trataba de un sueño reparador. Las personas infectadas tenían dificultades para conciliar el sueño, se despertaban más y tenían un sueño más inquieto, especialmente cuando estaban más sintomáticos. A medida que los síntomas disminuían, el sueño mejoraba. Anecdóticamente, ese es el mismo patrón que reportan muchas personas con COVID: mucho sueño al principio seguido de insomnio u otras interrupciones mientras están más enfermos. El impulso fisiológico de dormir más mientras se está enfermo podría ser adaptativo, ya que ayuda al cuerpo a luchar contra el invasor, dice Axelsson.

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Por qué continúan los problemas de sueño tras la infección por COVID

Para muchas personas, los problemas de sueño no terminan cuando una persona da negativo en la prueba. Para medir la frecuencia con la que persisten los problemas de sueño, los investigadores encuestaron a más de 650 pacientes con COVID de larga duración que visitaron la Clínica reCOVer de la Clínica Cleveland (Estados Unidos) entre febrero de 2021 y abril de 2022. Hasta seis meses después de una infección, el 41 por ciento informó de alteraciones del sueño; un 7 por ciento adicional informó de alteraciones que eran graves. Los pacientes negros, el 12% de los participantes en el estudio, eran tres veces más propensos a informar de problemas de sueño en comparación con otros grupos étnicos, lo que hace eco de las disparidades observadas a lo largo de la pandemia, dice Cinthia Peña Orbea, especialista en sueño y autora principal del estudio, que se publicó en junio.

Por otra parte, se han notificado casos de narcolepsia postCOVID, de sueño excesivo y de representación física de los sueños con movimientos como patear y hablar en lugar de quedarse quieto con la típica parálisis inducida por el sueño, dice Monika Haack, psiconeuroinmunóloga de la Facultad de Medicina de Harvard en Boston (Estados Unidos), coautora de una revisión de 2019 sobre los vínculos entre el sueño y la enfermedad.

El estudio de Peña Orbea sugiere que la COVID larga está en línea con otras enfermedades crónicas para causar problemas de sueño. Alrededor del 60 por ciento de las personas con VIH y más del 50 por ciento de las personas con hepatitis C experimentan un sueño deficiente, al igual que las personas con ME/CFS, también llamado síndrome de fatiga crónica. Las personas con enfermedad inflamatoria intestinal, artritis reumatoide y otras enfermedades relacionadas con la inflamación (todos ellos trastornos inmunológicos) suelen padecer falta de sueño.

Las alteraciones del sueño parecen ser comunes después de casos severos de COVID-19, según nuevos datos. Entre los que superaron la enfermedad tras pasar por la UCI, tuvieron que recibir asistencia de respiradores o tuvieron síntomas como unos niveles muy bajos de oxígeno, un tercio tuvo alteraciones del sueño después de recuperarse de la enfermedad, según una revisión de 16 estudios hecha en 2023 que incluyó a más de 10 500 personas.

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¿Desarrollar fármacos para los trastornos del sueño relacionados con la COVID? 

En última instancia, los científicos podrían desarrollar medicamentos que afecten a los niveles de citoquinas para mejorar el sueño, afirma James Krueger, experto en la bioquímica del sueño de la Universidad Estatal de Washington en Spokane (Estados Unidos). Pero es una tarea difícil porque la relación entre las citocinas y el sueño es extraordinariamente compleja. Algunas citoquinas proinflamatorias mejoran el sueño a bajas concentraciones, pero a concentraciones más altas, provocan vigilia y sueño fragmentado. También hay citoquinas antiinflamatorias que, en su mayoría, inhiben el sueño a bajas concentraciones.

Según Krueger, cientos de proteínas interactúan para regular el sistema inmunitario y otros procesos. La COVID y otras infecciones alteran esas interacciones. Dirigirse a esas moléculas sigue siendo un trabajo en curso. "En los últimos años se han desarrollado algunos fármacos nuevos para comportamientos complejos y procesos cerebrales como el sueño", afirma. "El tiempo dirá si son mejores que los fármacos anteriores".

El impacto del estrés psicológico

Si se hacen más pruebas y se tienen mejores datos, se desarrollará un mejor entendimiento de como las infecciones afectan al sueño desde el punto de vista biológico, dice Axellson. Mientras tanto, los estudios publicados sugieren que el estrés, la alteración de las rutinas, la salud mental y otros factores no psicológicos relacionados con la enfermedad también afectan al sueño.

Durante los confinamientos, el 57 por ciento de las personas informaron de un sueño de baja calidad, según un estudio realizado por investigadores italianos en 2020. En conjunto, la gente pasó más tiempo en la cama durante las cuarentenas, señalan los estudios. Pero no durmieron tan bien como antes de que fueran confinados en sus casas y aislados de los demás y sus sueños se volvieron más reales, bizarros e intensos emocinalmente.

Para muchas personas, esos problemas se alargaron en el tiempo incluso después del confinamiento, a medida que las personas empezaron a salir más y a sentirse menos estresadas, informaron unos investigadores italianos en 2021. Los investigadores creen que para muchas personas, incluidos los niños, la angustia psicológica se quedó ahí una vez pasado la peor parte de la pandemia. En 2023, un estudio español encontró que durante los confinamientos cayó la calidad del sueño entre los niños de entre cinco y nueve años. Al igual que entre los adultos, su sueño no se ha recuperado todavía, posiblemente debido a la ansiedad y un progresivo aumento del tiempo que pasan frente a una pantalla.

Cómo mejorar el sueño después de haber tenido COVID

Ayudar a las personas a descansar mejor durante y después de las infecciones por COVID empieza por reconocer la importancia del sueño, dice Haack. Eso puede incluir evitar los medicamentos que perturban el sueño, como los opioides, y reducir la luz, el ruido y los despertares repetidos para las personas que están hospitalizadas.

El establecimiento de rutinas de sueño regulares con horas de acostarse y despertarse constantes suele formar parte del cuidado del insomnio, dice Axelsson. También puede ser útil limitar el tiempo que se pasa en la cama para aumentar la eficiencia del sueño y evitar el exceso de tiempo que se pasa despierto.

Haack recomienda aplicaciones de mindfulness para reducir el estrés y la ansiedad. En el caso de sus pacientes con COVID de larga duración, Peña Orbea ha visto que la terapia cognitivo-conductual ha producido mejoras. "Con el insomnio, el cerebro está en un estado de hiperactivación", dice; "intentamos restablecer ese estado de excitación mental".

La actividad física y el aire fresco pueden ayudar a un subgrupo de personas que pueden haber dejado de salir a causa de su enfermedad, dice Axelsson. Pero para muchas personas con COVID prolongada, el ejercicio puede causar graves contratiempos, lo que subraya la necesidad de una atención médica individualizada si los problemas de sueño persisten después de la COVID.

"Las alteraciones del sueño pueden ser bastante normales durante la infección aguda por COVID, debido a los síntomas que alteran el sueño, como el dolor, la tos o la congestión nasal", dice Haack. "Si las alteraciones del sueño se mantienen más allá de la fase sintomática aguda o empiezan a desarrollarse como un nuevo síntoma, ese es el momento de buscar ayuda".

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com, ha sido actualizado el 14 de noviembre de 2023 para incluir nuevos estudios.

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