¿Por qué el cobalto es tan importante, pero tan controvertido?
Este metal azul plateado es básico para fabricar baterías de litio de todo tipo de aparatos, desde automóviles a cigarrillos electrónicos. También es tóxico y se extrae en la República Democrática del Congo, donde explotan a miles de trabajadores.
El cobalto es un metal que produce un pigmento azul. Es esencial para fabricar muchas de las baterías que alimentan teléfonos, ordenadores y vehículos eléctricos, pero su extracción está relacionada con abusos de los derechos humanos.
El cobalto es esencial para nuestra tecnología moderna. Este metal se utiliza habitualmente para fabricar baterías de iones de litio, que se encuentran en vehículos eléctricos, ordenadores, teléfonos inteligentes e incluso cigarrillos electrónicos.
A medida que muchos países se orientan hacia las energías renovables, la demanda de estas baterías nunca ha sido tan alta. Según un informe del Foro Económico Mundial, se prevé que la demanda mundial de cobalto se multiplique por cuatro de aquí a 2030, en gran parte gracias a la adopción generalizada de vehículos eléctricos.
Sin embargo, el cobalto que los alimenta, entre otras tecnologías, plantea graves problemas humanitarios en los lugares donde se extrae en la República Democrática del Congo (RDC).
Estas minas han sido objeto de investigaciones y reportajes, y recientemente han generado mucha atención en plataformas de redes sociales como TikTok. Preocupados por las condiciones en que se produce el cobalto, los usuarios de TikTok se han comprometido a renunciar a sus cigarrillos electrónicos o vapes, que contienen trazas de cobalto en sus baterías.
En un vídeo del mes pasado, que ya tiene más de 1,8 millones de visitas, una creadora anunció que dejaría de vapear por la preocupación que suscita la extracción de cobalto. Pero para limitar realmente la demanda de cobalto, tendríamos que renunciar a mucho más.
Esto es lo que debes saber sobre este versátil y controvertido metal.
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¿Qué es el cobalto y cómo se utiliza?
El cobalto es un metal lustroso, de color azul plateado, que ayuda a las baterías a almacenar una enorme cantidad de energía y, al mismo tiempo, mantiene la temperatura estable en temperaturas gélidas y abrasadoras, lo que lo ha convertido en útil para muchas aplicaciones aeroespaciales, de defensa y médicas y en un elemento clave de muchas tecnologías de energía limpia.
El cobalto también desempeña un papel vital en el rendimiento de las baterías de iones de litio. A diferencia de las pilas domésticas comunes, las baterías de iones de litio pueden recargarse y reutilizarse durante años, pero también son más caras y difíciles de reciclar.
Estas pilas sirven para todo, desde alimentar dispositivos portátiles hasta almacenar energía en las redes eléctricas. Pero este material versátil también es caro, tóxico y difícil de extraer y procesar.
Más del 70% del cobalto del mundo procede de las minas del Congo. Allí, entre el 15% y el 30% procede de "minas artesanales" donde miles de mineros autónomos trabajan en condiciones "infrahumanas" y "degradantes" por sólo unos pocos dólares al día, explicó a NPR Siddharth Kara, investigador de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard (Estados Unidos).
Kara lleva dos décadas investigando la esclavitud moderna, la trata de seres humanos y el trabajo infantil, y su reciente libro, Cobalt Red, describe cómo la llamada fiebre del cobalto ha provocado incontables muertes y la contaminación generalizada del agua, el suelo y el aire de la zona.
Además, en las minas congoleñas se encuentran cobre y uranio, este último un conocido agente cancerígeno.
Para determinar en qué medida afecta el cobalto a las personas que viven cerca de las minas, investigadores de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica) y de la Universidad de Lubumbashi (RDC) realizaron un estudio de caso en Kasulo, un barrio urbano de la ciudad de Kolwezi. La ciudad está en el corazón de un yacimiento minero congoleño. Cuando se descubrió mineral de cobalto bajo una de las casas del lugar, todo el barrio fue rápidamente engullido por una mina artesanal, según señalaron los investigadores. Las casas se intercalaron con docenas de pozos donde cientos de mineros artesanales buscaban cobalto, mientras los residentes seguían viviendo cerca, aparentemente sin precauciones sanitarias ni de seguridad.
"Los niños que vivían en el distrito minero tenían 10 veces más cobalto en la orina que los que vivían en otros lugares", afirma Benoit Nemery, uno de los autores del estudio y neumólogo de la Universidad Católica de Lovaina; "sus valores eran muy superiores a los que aceptaríamos para los trabajadores de las fábricas europeas".
Una de las principales preocupaciones sanitarias de los mineros y las comunidades que viven cerca de las minas es el polvo, dice Nemery. Contiene cobalto en suspensión y otros metales, como el uranio, que se liberan durante el proceso de extracción. Algunos científicos temen que esta exposición pueda provocar a largo plazo problemas de salud, como enfermedades pulmonares.
"El uranio también libera un gas llamado gas radón, y en las minas los niveles de radón son muy muy altos. El radón es un carcinógeno que podría provocar cáncer de pulmón", explica Nemery; "pero no sabemos hasta qué punto hay un aumento del cáncer de pulmón en la zona porque es un área desatendida médicamente".
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¿Hay alternativas al cobalto?
En respuesta al impacto medioambiental del cobalto y a la preocupación por los derechos humanos, varias empresas de renombre, como Apple y Tesla, se han comprometido a reducir su uso de cobalto o a abastecerse de productores más responsables. El fabricante de automóviles BMW se abastece de cobalto procedente de Marruecos y Australia para sus vehículos eléctricos desde 2020.
Aunque Tesla ha reducido su consumo medio de cobalto en más de un 60% y ahora utiliza baterías sin cobalto en sus nuevos modelos, el fabricante de vehículos eléctricos también ha firmado un acuerdo a largo plazo con Glencore, la mayor empresa minera del mundo, para adquirir 6000 toneladas anuales de cobalto procedente de la República Democrática del Congo. El acuerdo sugiere que el cobalto congoleño seguirá siendo un recurso crucial para los fabricantes de baterías, según el libro blanco del Foro Económico Mundial sobre la extracción artesanal de cobalto en la República Democrática del Congo.
El reciclaje de estos dispositivos recargables podría ser una solución importante para disminuir la dependencia mundial de la minería, al tiempo que se abarata el coste para los consumidores y se reduce el impacto ambiental de los residuos electrónicos.
Redwood Materials, una empresa de reciclaje de baterías y residuos electrónicos fundada por JB Straubel, ex director de tecnología de Tesla, está especializada en la recuperación de materiales como el cobalto. La empresa recoge baterías de iones de litio usadas, las descompone y extrae sus metales (como cobalto, litio, cobre y níquel) para reutilizarlos en nuevas baterías.
Para 2025, Redwood Materials calcula que producirá materiales reciclados suficientes para un millón de vehículos eléctricos al año.
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La extracción de cobalto genera polémica en EE. UU.
Para ampliar su suministro nacional de minerales de tierras raras y reducir su dependencia casi total de fuentes extranjeras de cobalto, Estados Unidos ha incrementado sus operaciones mineras nacionales. Estos materiales forman parte de una estrategia nacional a largo plazo para la transición hacia las energías renovables y los vehículos de emisiones cero.
El sector del transporte sigue siendo la mayor fuente de emisiones de carbono de Estados Unidos, según la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA), y la transición a los vehículos eléctricos desempeñará un papel fundamental en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Pero estas nuevas minas nacionales necesarias para producir las materias primas de las baterías de los VE también podrían invadir tierras indígenas. Varios metales, como el cobalto, se han encontrado a menos de 56 kilómetros de reservas de nativos americanos. Esto incluye el 97% del níquel, el 89% del cobre, el 79% del litio y el 68% de las reservas de cobalto de Estados Unidos, según MSCI ESG Research.
Lisa Benjamin, profesora asociada de Derecho en la Facultad de Derecho Lewis & Clark de Portland (en Oregón, Estados Unidos), afirma que, aunque estos metales son cruciales para una revolución de las energías renovables, es importante no sacrificar la salud y la seguridad de las comunidades que viven cerca de estos yacimientos.
Para evitar perjudicar a las comunidades nativas, Benjamin afirma que la Oficina de Gestión de Tierras debería adoptar políticas más estrictas que prohíban la minería en los lugares sagrados de las reservas, en las zonas cercanas consideradas de importancia cultural, y garantizar a los dirigentes tribales un asiento en la mesa.
Benjamin añade: "Deberían tener voz y voto a la hora de decidir si estos proyectos siguen adelante o no, y de momento no la tienen".
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.