La importancia de mantener a salvo tus datos de ubicación en el teléfono
En el espacio digital, la privacidad en línea tiende a parecerse más a un privilegio que a un derecho.
Los teléfonos inteligentes son un importante vehículo para que las aplicaciones recopilen datos sobre dónde pasas el tiempo. Ya sea para consultar el tráfico, el tiempo o buscar restaurantes cercanos, las empresas privadas podrían estar recopilando tus datos de localización.
Tanto si eres un usuario adicto a Internet como si eres un ludita moderno, la realidad es que los datos sobre dónde comes, duermes, compras y pasas el rato están en juego.
Ahora llevamos ordenadores diminutos a todas partes y casi todos ellos recopilan y comparten cantidades ingentes de información personal, incluidos datos de localización, con empresas privadas que pueden venderlos.
"Los dispositivos de seguimiento son capaces de cosas asombrosas, nos permiten conectar con cualquier persona del mundo y acceder a información como nunca antes", afirma Kade Crockford, director del Programa de Tecnología para la Libertad de la ACLU de Massachusetts (Estados Unidos); "pero también permiten a corporaciones y gobiernos seguir cada uno de nuestros movimientos e incluso cada pensamiento que tenemos como nunca antes".
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Por qué es difícil decir no a la tecnología de localización
Para algunas personas, las tecnologías de localización les aportan tranquilidad. Muchos utilizan aplicaciones de localización compartida para comunicar su paradero a amigos y familiares. Dispositivos como las AirTags de Apple o las SmartTags de Samsung se han alistado en la batalla de los padres para rastrear a sus hijos pequeños, e incluso los viajeros frecuentes tienden a etiquetar sus pertenencias en caso de extravío del equipaje. Y, por supuesto, el geoetiquetado es un gran complemento para las publicaciones en las redes sociales, ya que sitúa a los usuarios en cualquier destino de moda.
La comodidad es otra gran ventaja. Las aplicaciones de navegación como Google Maps utilizan datos de localización en tiempo real para recopilar información sobre el estado de las carreteras de la zona, lo que presumiblemente permite a los conductores tomar decisiones mejor informadas sobre sus viajes y crear resultados de búsqueda individualizados de los lugares que los usuarios podrían desear visitar.
Un software de seguimiento similar puede encontrarse en aplicaciones meteorológicas y programas de navegación como Apple Maps, que utilizan sensores del dispositivo para recopilar datos como coordenadas GPS e información de Bluetooth para funcionar.
Incluso las compañías de seguros de automóviles han empezado a rastrear los diagnósticos de los vehículos para predecir el riesgo de un cliente, alterando las primas u ofreciendo descuentos en función de información como cuánto acelera o frena.
La invasión de acceso a los datos personales puede parecer más aceptable cuando los consumidores obtienen productos y servicios más personalizados.
Sin embargo, Alessandro Acquisti, profesor de tecnologías de la información y políticas públicas en el Heinz College de la Universidad Carnegie Mellon (Estados Unidos), afirma que, a nivel económico, no está tan claro quién se beneficia más de las experiencias personalizadas en línea. Esto incluye las generadas a partir de datos de localización, como los anuncios orientados por comportamiento: por ejemplo, si te encuentras con frecuencia en cafeterías, podrías ver anuncios de productos de café o de otras tiendas situadas cerca.
"Los intermediarios publicitarios pueden utilizar estratégicamente la cantidad de información que recopilan sobre los consumidores para beneficiarse sobre todo ellos mismos... en lugar de los demás actores del ecosistema", afirma; "el rastreo, cuando se trata de publicidad, no parece ser tan beneficioso para los consumidores como se suele afirmar".
Rastreo de la ubicación que quizá desconozcas, y quién puede acceder a los datos
Aunque los smartphones, los smartwatches y los ordenadores son algunos de los culpables más obvios, hay muchos tipos de tecnologías con las que compartimos sin saberlo las partes más confidenciales de nuestras vidas.
Se ha descubierto que aplicaciones bancarias como Venmo rastrean los datos geográficos de tu teléfono para ayudar a determinar fraudes y evitar transacciones sospechosas. Los sistemas de seguridad doméstica utilizan los datos de localización para imponer un límite virtual llamado geovalla, que puede ayudar a automatizar ciertas funciones, como el modo casa y fuera de casa cuando se sale de sus límites. Los artilugios como las cámaras de los aeropuertos con tecnología de reconocimiento facial incorporada han suscitado históricamente preocupación por la seguridad, ya que sus datos podrían utilizarse inevitablemente en tu contra.
Fragmentos de tu vida personal, como clics y cookies en sitios web, compras con tarjeta de crédito y muchos otros tipos de rastreadores, también pueden contribuir a la creación de tu diario digital único.
"Cuando se piensa en estos puntos de datos individualmente, en realidad no parecen tan intrusivos", dice Sandra Matz-Cerf, científica social computacional de la Columbia Business School que utiliza Big Data para estudiar la relación entre el entorno en línea y el comportamiento humano; "si combinas los rastros de datos, obtienes una idea bastante precisa de quién es esa persona a un nivel mucho más íntimo".
En un momento dado, estos datos también se venden al mejor postor. Los datos sensibles pueden distribuirse desde intermediarios de datos, a gobiernos extranjeros, fuerzas de seguridad y empleadores.
"Creo que es imposible que una persona tenga realmente una idea de hasta qué punto sus propios datos están repartidos por el mundo", afirma Thorin Klosowski, activista de seguridad y privacidad que trabaja para la Electronic Frontier Foundation, una organización sin ánimo de lucro cuyo objetivo es defender la privacidad digital y la libertad de expresión.
En las manos equivocadas, los delincuentes pueden utilizar los datos de localización como arma para encontrar y dañar a posibles víctimas. Se sabe que los maltratadores de género utilizan la tecnología de rastreo para encontrar e intimidar a sus víctimas, mientras que los estafadores y los piratas informáticos pueden utilizar información en línea más detallada y datos de geolocalización para crear estafas de phishing selectivas u obtener identidades robadas.
Por otra parte, las autoridades suelen utilizar los datos de localización e historial de búsqueda para ayudar en las investigaciones policiales y, hasta hace poco, los utilizaban para obtener órdenes judiciales contra usuarios que pudieran haber estado en una zona específica. Es probable que nuevas invasiones a gran escala de la privacidad impidan a las personas informarse sobre cómo abortar, lo que pondría en peligro sus medios de vida y su salud mental en el futuro.
Defender las restricciones a la intimidad
"Si realmente quisieras tener un control total sobre tus datos, sería un trabajo de 24 horas al día, 7 días a la semana", afirma Matz-Cerf; "creo que es un trabajo para el que no estamos preparados, tanto porque no entendemos del todo las implicaciones como porque nadie tiene tiempo".
El año pasado, para ayudar a prohibir la venta y el comercio de datos de localización telefónica en su estado, la ACLU de Massachusetts (Estados Unidos) lanzó una campaña llamada Tú ubicación: no es asunto de ellos. Apoya la creación de un proyecto de ley que, de aprobarse, exigiría a las empresas obtener el consentimiento antes de recopilar o procesar esos datos de localización de teléfonos móviles. Aunque una ley de este tipo no impediría a la gente acceder a servicios esenciales como Google Maps, impediría a las empresas vender esos datos en el mercado abierto, dice Crockford.
"Se trata esencialmente de protecciones básicas para garantizar que la tecnología hace avanzar la creatividad humana, la productividad, la exploración, la conexión, la comunicación, y lo hace sin poner en peligro nuestra privacidad, nuestra autonomía corporal, nuestra capacidad, francamente, de controlar nuestras propias vidas", dice Crockford.
Para quienes deseen protegerse a menor escala de las filtraciones de sus propios datos de localización, Klosowski sugiere desactivar el identificador de anuncios, familiarizarse con la configuración de privacidad del teléfono e informarse sobre qué aplicaciones acceden a esos datos.
"La necesidad de privacidad parece ser una característica universal del cerebro humano", afirma Acquisti; "incluso frente a estas tecnologías de vigilancia cada vez más invasoras, los seres humanos seguirán intentando labrarse espacios privados dentro de este entorno de vigilancia".
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.