¿Los microondas son malos para la salud? ¿Deberíamos preocuparnos?
Los hornos microondas han sido un elemento básico en la cocina desde la década de 1970 y el auge de las cenas preparadas. Aunque a algunas personas les preocupa la radiación, los expertos afirman que no suponen ningún peligro, a diferencia de las comidas ultraprocesadas que solemos calentar en ellos.
Los hornos microondas han sido durante mucho tiempo un elemento básico en las cocinas de todo el mundo, revolucionando la forma de cocinar y consumir alimentos. Sin embargo, un pequeño pero creciente movimiento está dejando de usar microondas, impulsado por los riesgos para la salud y la preocupación por la calidad de los alimentos.
Las conversaciones en las redes sociales apuntan a que los microondas no son seguros. Las personas, seguras de los beneficios para la salud de dejar de usar microondas, comparten sus experiencias personales en testimonios a menudo acompañados de frases como: "Nunca he mirado atrás". Algunos afirman que cocinar con microondas priva a los alimentos de nutrientes y perjudica la salud.
Pero, ¿tienen alguna base estas preocupaciones?
Los hornos microondas utilizan una forma única de radiación no ionizante, conocida como "microondas", distinta de la radiación ionizante de los rayos X y otras fuentes de alta energía. Según Christopher Baird, físico de la Universidad West Texas A&M (Estados Unidos) especializado en electromagnetismo, las microondas de nuestras cocinas son una forma de radiación electromagnética similar a las ondas de radio.
"Es muy raro que un horno microondas funcione tan mal como para dañar a una persona cercana", dice Baird; "incluso en esos casos extremadamente raros, no se produce ningún daño más allá de quemaduras y lesiones nerviosas superficiales".
(Relacionado: Esta píldora podría protegernos de la radiación tras una fusión nuclear)
La aparición de las microondas
Los hornos microondas son un elemento básico en las cocinas estadounidenses, pero no siempre fue así. Las microondas fueron concebidas inicialmente por Percy Spencer en 1945, tras observar las microondas generadoras de calor emitidas por un magnetrón durante un experimento de radar. Su primer intento de convertirlo en un utensilio de cocina era colosal: medía 1,80 metros y pesaba más de 80 kilos, muy lejos de los modelos modernos.
La adaptación de la tecnología bélica al uso doméstico tras la Segunda Guerra Mundial dio lugar a hornos microondas más pequeños y fáciles de usar en las cocinas estadounidenses. Posteriormente, en los años 70 se produjo un cambio notable en los hábitos alimentarios de los estadounidenses. Las empresas alimentarias se dirigieron cada vez más a familias y particulares ocupados o que preferían no cocinar, ampliando su oferta a cenas y aperitivos congelados y aptos para microondas, una tendencia que aumentó la dependencia de los estadounidenses de los alimentos preparados y cómodos. En España los primeros microondas no se empezaron a comercializar hasta los años 80.
Hoy en día, las cenas listas para disfrutar, desde la lasaña hasta el pastel de pollo, ofrecen comidas económicas de una sola ración en cuestión de minutos: solo en Estados Unidos, el mercado de los alimentos congelados registró unas ventas de 72 200 millones de dólares en 2022, de los que 25 800 millones correspondieron solo a comidas congeladas.
El 94% de los hogares españoles cuenta con un microondas, un electrodoméstico que registra ventas de 30 millones de unidades al año en todo el mundo.
Según los estudios de mercado, el ritmo de vida acelerado y la necesidad de soluciones prácticas como los microondas impulsan el crecimiento de un sector que superará los 230 millones de consumidores globales en 2031.
Aunque el microondas en sí no representa un riesgo para la salud, los alimentos ultraprocesados, como las cenas congeladas listas para consumir, presentan problemas de salud conocidos.
(Relacionado: Los alimentos ultraprocesados también son malos para tu cerebro y tu estado de ánimo)
¿Cómo funcionan los microondas?
Las microondas existen en un espectro de frecuencias bajas y altas, según la NASA, y hacen posible tecnologías modernas como la radio, los mensajes de texto, los rayos X y el GPS.
El corazón de un horno microondas está en su tubo de magnetrón, que genera estas microondas. Una vez producidas, rebotan en el interior metálico del horno, creando un entorno de cocción muy controlado. Cuando las microondas entran en contacto con las moléculas de agua, las hacen vibrar rápidamente, generando fricción y empujándose unas a otras. Esta fricción, a su vez, genera calor, o energía térmica, que calienta los alimentos.
Las microondas cocinan los alimentos principalmente de fuera hacia dentro. Los alimentos con mayor contenido en agua, como las verduras frescas, tienden a cocinarse más rápidamente porque la radiación de las microondas calienta fácilmente el agua.
Las radiaciones ionizantes alteran los átomos y las moléculas y dañan las células de la materia orgánica, mientras que las no ionizantes se limitan a calentar mediante energía térmica. Como la radiación no ionizante emite menos energía que la luz visible y no altera los átomos y moléculas del interior de nuestro cuerpo, puede utilizarse con seguridad en el hogar, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. (CDC).
"Si la radiación de microondas utilizada en los hornos de microondas toxifica de alguna manera los alimentos que cocina, entonces las ondas de radio emitidas continuamente por el router Wi-Fi del hogar estarían toxificando todos los alimentos de la casa de la misma manera", dice Baird. Baird subraya que ninguna de estas preocupaciones es válida.
Incluso la luz de las velas emite más ondas electromagnéticas que los hornos microondas. Lógicamente, "la gente tendría que estar más preocupada por la luz de las velas" si esas afirmaciones sobre los microondas fueran ciertas, dice Baird.
La FDA reconoce la existencia de casos aislados y poco frecuentes de lesiones por radiación relacionadas con el uso de hornos microondas, debidas principalmente a problemas como la rotura de un precinto de microondas.
"Las ondas electromagnéticas de alta energía pueden inducir corrientes eléctricas significativas en los nervios, causando potencialmente quemaduras y daños", afirma Baird. Baird cita casos excepcionales en los que el mal funcionamiento de los hornos microondas ha causado lesiones nerviosas a personas que introducían la mano en el horno o cerca de él.
Según la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), hay pocos motivos de preocupación, a menos que el horno microondas sufra daños que permitan la salida de las microondas.
Por razones de seguridad, la FDA desaconseja el uso de determinados recipientes de plástico, sartenes metálicas y papel de aluminio en el microondas. Cada vez hay más pruebas de que el plástico, incluso el etiquetado como "apto para microondas", introduce partículas microscópicas nocivas en los alimentos.
(Relacionado: ¿Lavas la carne? Los expertos dicen que, de hecho, propaga los gérmenes)
¿Las microondas dañan los alimentos?
Los alimentos calentados en microondas retienen la humedad en la superficie, lo que impide que adquieran el aspecto deseado, como una corteza dorada, en algunos casos. No obstante, las conclusiones de un estudio publicado en 2020 destacan las ventajas de los tiempos de procesado cortos, las bajas temperaturas de calentamiento y los niveles de potencia relativamente bajos, todo lo cual impide que se pierdan nutrientes.
Algunas investigaciones favorecen el microondas y el horneado frente a la cocción a presión y los métodos de hervido para conservar los antioxidantes vegetales. Las vitaminas A y C, por ejemplo, se conservan especialmente bien en los alimentos cocinados en microondas. Y la trucha cruda aumenta la cantidad de vitamina K en el microondas.
Un artículo publicado en la revista Food Science and Nutrition llegó incluso a la conclusión de que los hornos microondas consumen menos energía y agua que otros utensilios de cocina habituales.
El Instituto Internacional de Energía de Microondas también desmiente un rumor muy extendido: que países como Japón y Rusia prohibieron los hornos microondas debido a la radiación. No hay pruebas que respalden estas afirmaciones, que se han hecho virales en las redes sociales en los últimos años, en medio del creciente interés por el movimiento en favor de un estilo de vida sin microondas, que no ha disminuido.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.