¿Por qué hay millones de mini estrellas en la arena de estas playas de Japón?
La arena estrellada, que se encuentra con mayor frecuencia en las islas japonesas de Taketomi, Hatoma e Iriomote, consiste exactamente en lo que su nombre indica: pequeños trozos milimétricos de arena con forma de estrella. Cada estrellita es el exoesqueleto de un pequeño organismo unicelular llamado foramínero.
A primera vista, las playas de las islas japonesas de Taketomi, Hatoma e Iriomote parecen como cualquier otra. Pero si las miras más de cerca, verás algo muy especial: cada uno de sus milimétricos trozos de arena tiene una perfecta forma de estrella.
Según el mito japonés, estos granos de "arena estrellada" son descendientes de la Estrella Polar y la Cruz del Sur que cayeron del cielo y aterrizaron en el mar de Okinawa. El dios del mar envió una serpiente para matarlos, y ahora sus diminutos esqueletos están esparcidos por las costas cercanas.
Los científicos están de acuerdo con una parte de este mito. Estas estrellitas son los restos esqueléticos de criaturas que vivieron en otro tiempo.
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¿Qué es la arena de estrellas?
La mayor parte de la arena está formada por rocas, minerales y coral, que se han ido desgastando a lo largo de los años. Pero cada grano de arena estrellada albergó en su día un diminuto organismo marino unicelular.
"Estas estrellas de arena son conchas vacías de unos microorganismos unicelulares llamados foraminíferos", explica Kazuhiko Fujita, profesor de la Universidad de Ryukyus (Japón), en un correo electrónico. "Parece una estrella de dibujos animados... tiene un cuerpo redondeado con cinco o más espinas, como una estrella de mar", explica.
Las estrellas de arena vivas suelen encontrarse en las crestas (el punto más alto) y los bajos (el lado poco profundo y resguardado) de los arrecifes de alta mar. "Tras morir son transportadas a la orilla, pero se vuelven redondeadas y sin espinas", explica Fujita.
Con el tiempo, sus esqueletos se acumulan en las playas, formando la característica arena de cinco puntas.
"Cuando se observa un puñado de arena estrellada, se ven montones de estas pequeñas estrellas", dice Mark Wilson, paleontólogo de invertebrados del College of Wooster de Ohio (Estados Unidos). "Cada una es uno de estos pequeños individuos", explica.
Un mito japonés afirma que la arena estelar se formó cuando dos cuerpos celestes chocaron contra la Tierra. El organismo que realmente forma estas conchas son organismos unicelulares que existen desde hace más de 500 millones de años.
Esta arena especial, que se encuentra en las playas de Okinawa (Japón) y en todo el sur y el oeste del Pacífico, es muy rara. "En Okinawa, algunas islas como Taketomi, Hatoma e Iriomote son famosas por tener arena de estrellas. Pero es difícil encontrarla en otras islas", dice Fujita.
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Estrellas fotosintéticas
Estos diminutos organismos tienen un compañero especial. "Tienen estas pequeñas células de algas fotosintéticas, llamadas diatomeas, que viven dentro del esqueleto", dice Wilson.
Las diatomeas absorben la luz y producen carbohidratos y oxígeno.
"De modo que cada trozo de arena estrellada (el esqueleto individual) es en realidad una pequeña comunidad compuesta por una gran célula, la foraminífera, y todas las demás células diminutas que viven en su interior", explica.
El cuerpo en forma de estrella del animal tiene hilos diminutos que ayudan a canalizar la luz hacia las diatomeas para que puedan fabricar alimentos. La estrella tiene pequeñas proyecciones que irradian desde el centro del grano de arena, como los radios de una rueda. "Si miras la punta de las proyecciones, es casi transparente. La luz brilla a través de estos canales dentro de la célula, y las diatomeas viven en esos canales. Es como el interior de una fibra óptica", dice Wilson.
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Una imagen ampliada de un foraminífero muestra el comienzo de una pequeña concha. Existen varias especies de foraminíferos con conchas muy diversas.
La arena de estrellas a veces también se denomina arena viva, porque aportan y se añaden a la propia arena de la playa. "A medida que crece su población, crece el número de esos esqueletos, por lo que crece la propia arena", dice Wilson. Esto podría significar que "pueden desempeñar algún papel en la protección de estas pequeñas islas, esencialmente añadiendo material a las costas de la isla".
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.