Este parásito utiliza un ejército de clones para succionar las tripas de sus enemigos
¿El ataque de los clones? Los científicos creen que se trata del primer ejemplo conocido de una casta de soldados en platelmintos (o gusanos planos).
El Haplorchis pumilio podría ser el parásito definitivo, dada su capacidad para generar un ejército de clones cuyo único propósito es atacar a otros parásitos que compiten por un espacio en el interior de un hospedador. En esta imagen, varios soldados de H. pumilio se han adherido al exterior de un gran gusano competidor (Philophthalmus gralli) y le están haciendo agujeros en los costados.
Haplorchis pumilio dista mucho de ser un nombre conocido. Pero la comunidad científica acaba de descubrir una estrategia diabólica, nunca vista hasta ahora, usada por estos parásitos microscópicos para combatir a sus enemigos.
Cuando estos platelmintos trematodos invaden un huésped (por lo general, el caracol trompeta de Malasia) se ponen a trabajar de inmediato para crear una colonia de clones, cada uno genéticamente idéntico a los demás. Con el tiempo, el platelminto (es decir, el gusano plano) inunda la cavidad corporal de su huésped con sus copias, al tiempo que se come las gónadas del gasterópodo, castrándolo en el proceso.
La competencia de otros parásitos dentro del huésped puede ser feroz. Se conocen hasta 38 tipos diferentes de trematodos que habitan en estos moluscos de agua dulce.
Sin embargo, H. pumilio tiene un as en la manga.
Según un nuevo estudio publicado en la revista PNAS, los platelmintos son capaces de crear un ejército de guerreros muy agresivos con cuerpos excepcionalmente diminutos, bocas enormes y un único propósito: localizar a otras especies de platelmintos, engancharse a sus costados y aspirar sus entrañas.
Dado que esta forma especial de gusano guerrero carece de material reproductivo, y no puede crear copias de sí mismo, la comunidad científica cree que se trata del primer ejemplo conocido de una casta de soldados especializados entre los platelmintos, algo más común en hormigas y termitas.
"Sus piezas bucales son cinco veces mayores que las de cualquier otro gusano de la colonia, pero el tamaño de su cuerpo es sólo un cinco por ciento mayor que el de los demás", explica Dan Metz, parasitólogo de la Universidad de Nebraska-Lincoln (en Estados Unidos) y autor principal del estudio.
"Así que es realmente sorprendente. Básicamente son como mandíbulas móviles", afirma.
¿Y por qué debería preocuparnos una guerra entre parásitos dentro de un caracol? Bueno, hay un motivo no menor: hay vidas humanas que podrían depender de quién salga victorioso de esa batalla.
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¿Pueden los platelmintos infectar a los humanos?
Los trematodos no pueden completar su ciclo vital sin pasar por múltiples organismos mayores, o lo que los científicos llaman "hospedadores intermediarios". En el caso de H. pumilio, el viaje comienza con un caracol, pasa a los peces y finalmente infecta a aves y mamíferos.
Aunque los humanos no somos el huésped preferido de este platelminto, podemos sufrir sus consecuencias igualmente. La infección por H. pumilio puede llegar a causar dolor abdominal, diarrea, pérdida de peso y otros problemas de salud.
Las personas pueden infectarse con platelmintos tras comer plantas acuáticas, como berros, o ingerir carne de animales que a su vez estén infectados, como moluscos, peces o incluso mamíferos que hayan comido alguno de los elementos mencionados, según la Organización Mundial de la Salud.
El caracol trompeta malayo es originario de Asia, pero la especie se introdujo en Estados Unidos en la década de 1960, según Metz, probablemente a través del comercio de acuarios. Y H. pumilio llegó con él.
Aunque las infecciones son más frecuentes en Asia oriental y Sudamérica, los trematodos transmitidos por los alimentos provocan unas 200 000 enfermedades y 7000 muertes al año en todo el mundo, aunque es probable que se trate de una subestimación, debido a la escasa notificación por parte de las comunidades más afectadas por los trematodos, según la OMS.
"A escala mundial, son motivo de gran preocupación", afirma Metz.
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¿Cómo podemos combatirlos?
Aunque Metz confía en que el conocimiento de estos caracoles y trematodos nos ayudará algún día a poder neutralizarlos mejor, las conclusiones del estudio no son halagüeñas: uno de los métodos para combatir los trematodos es el biocontrol, es decir, utilizar platelmintos que no tengan la capacidad de infectar a los humanos contra los que sí pueden.
"Si puedes infectar a ese caracol que ya tiene un trematodo infeccioso para el ser humano con otro trematodo, entonces esas dos especies de gusanos lucharán dentro de ese caracol", dice Metz.
En otras palabras, el enemigo de mi enemigo es mi amigo.
¿La mala noticia? Armado con su casta de minisúper soldados, parece que H. pumilio es el trematodo más fuerte de la manada. Y esto limita nuestras opciones para combatirlo.
El biocontrol no funciona, dice Metz, si no puedes encontrar una especie dominante a la que quieras suprimir.
Peor aún, cuando Metz y su coautor, Ryan Hechinger, sometieron a los soldados de H. pumilio a "pruebas de ataque" contra otras colonias de la misma especie, los soldados parecieron retirarse por completo. Los científicos no están seguros de por qué ocurre esto, ya que los mismos soldados se muestran hiperagresivos cuando son colocados cerca de otras especies de trematodos, lo que sugeriría que las colonias separadas de H. pumilio no compiten entre sí dentro del mismo huésped.
Y lo que es aún más aterrador, es posible que estas colonias trabajen juntas.
Este fenómeno es sorprendentemente similar a la forma en que las hormigas argentinas invasoras pueden crear supercolonias compuestas por millones de reinas y miles de millones de obreras, y podría indicar por qué H. pumilio ha tenido tanto éxito.
Aunque los científicos llevan unos 15 años (repletos de "controversias y desacuerdos") intentando demostrar la existencia de la casta de soldados trematodos, el parasitólogo Robert Poulin, de la Universidad de Otago en Nueva Zelanda afirma que este nuevo estudio ofrece "la prueba más clara hasta la fecha" de que existe una casta de soldados, al menos en H. pumilio.
"La selección natural ha favorecido la división del trabajo como la mejor forma de maximizar la aptitud en muchos animales coloniales. Hasta la fecha, nuestros mejores ejemplos procedían de insectos sociales como hormigas, abejas y termitas", dice Poulin en un correo electrónico.
"Este último estudio deja claro que la división del trabajo también ha evolucionado de forma independiente en los trematodos", añade.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.