Verdades y mitos sobre los colorantes alimentarios y su relación con el TDAH
Las autoridades sanitarias de Estados Unidos está considerando prohibir el aditivo Rojo 3, (también conocido como azorrubina y E-122). Esto es lo que los expertos saben (y lo que no saben) sobre los efectos de los colorantes alimentarios en la salud.
Los colorantes alimentarios están presentes en todo tipo de alimentos, desde los caramelos a los cereales, pasando por los zumos, pero ¿cómo afectan a la salud? La comunidad científica sigue analizando las pruebas.
Si vamos al supermercado y comparamos la composición de muchos alimentos con el de su equivalente en Estados Unidos, podemos afirmar que los europeos estamos de suerte. No son pocos los influencers que en los últimos años han empezado a fijarse en las diferencias entre productos de Estados Unidos y Europa en cuanto a sus ingredientes. Ahora, con bastante retraso, parece que Estamos Unidos ha tomado nota y piensa hacer algo al respecto.
Un colorante alimentario común utilizado en caramelos, cereales, condimentos, patatas fritas, zumos y algunos suplementos dietéticos y medicamentos vuelve a estar bajo escrutinio unos 50 años después de que se cuestionara por primera vez su seguridad en la década de 1970.
Al parecer, la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA, por sus siglas en inglés) está estudiando prohibir el colorante alimentario conocido como Rojo 3 (también denominado azorrubina y E-122), que ya fue prohibido en el uso de cosméticos en 1990. El aditivo, prohibido en la Unión Europea, es uno de los seis colorantes que se prohibieron recientemente en las escuelas públicas de California.
Esa prohibición se produjo, en parte, debido a un informe de la Agencia de Protección del Medio Ambiente de California que sugiere una correlación entre el consumo de colorantes alimentarios y la exacerbación de los síntomas de trastornos del comportamiento como el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
Pero correlación no equivale necesariamente a causalidad, y existen limitaciones relacionadas con la edad, el tamaño de la muestra, el alcance e incluso dónde se ha llevado a cabo la mayor parte de la investigación asociada, lo que ha llevado a científicos como el pediatra conductual Lawrence Diller, de California, a calificar la afirmación de que los colorantes alimentarios exacerban los síntomas del TDAH como “una leyenda urbana que se niega a morir.”
He aquí lo que sabemos y lo que no sabemos sobre los efectos nocivos de los colorantes alimentarios, y si existen razones legítimas para que los padres se preocupen por la cantidad de colorante alimentario que puedan estar consumiendo sus hijos.
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¿Qué contienen los colorantes alimentarios?
Los aditivos colorantes son pigmentos, tintes u otras sustancias que se utilizan en los alimentos para realzar los colores naturales, dar color a alimentos “divertidos”, como las decoraciones de pasteles, y ayudar a identificar sabores, como el morado para el sabor a uva o el amarillo para el limón, según la FDA.
La FDA ha aprobado 27 colorantes alimentarios naturales, derivados de plantas como la remolacha o la cúrcuma, y nueve artificiales, fabricados químicamente, por lo general a partir del petróleo. Aunque reciben muchos nombres diferentes que a menudo varían según el país, los nueve colorantes aprobados en Estados Unidos son el azul 1, el azul 2, el verde 3, el naranja B, el amarillo 5, el amarillo 6, el rojo 2, el rojo 3 y el rojo 40.
Los tintes rojo y amarillo suelen citarse como especialmente preocupantes, pero “los tintes artificiales sólo se han estudiado en humanos como grupos de tintes juntos”, explica Joel Nigg, profesor de psiquiatría de la Universidad de Salud y Ciencias de Oregón y coautor de una investigación relacionada, por lo que en realidad no sabemos si alguno de los tintes es especialmente problemático.
Pero sí sabemos que muchos alimentos que contienen aditivos colorantes se dirigen a los niños, dice L. Eugene Arnold, profesor emérito de psiquiatría y salud conductual en la Universidad Estatal de Ohio y coautor de una investigación sobre cómo los colorantes alimentarios afectan al TDAH. De hecho, un estudio de 2016 descubrió que casi el 30 por ciento de los productos de supermercado que se comercializan para niños contienen Rojo 40.
Esto es importante porque los niños son aquellos cuyo comportamiento se cree que se ve más afectado por las opciones dietéticas, como lo demuestra un gran cuerpo de investigación sobre una variedad de ingredientes y aditivos.
Algunos de estos estudios han descubierto que el exceso de azúcar impide la función cognitiva, el ácido glutámico de alimentos como el queso y la charcutería puede provocar trastornos del estado de ánimo, los alimentos procesados pueden causar estrés y el exceso de sal puede dificultar la función de la memoria.
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Qué sugieren los estudios científicos sobre los colorantes alimentarios y el TDAH
Por su parte, los colorantes alimentarios se sometieron a escrutinio por primera vez en la década de 1970, cuando un alergólogo pediátrico de California llamado Benjamin Feingold sugirió que eliminarlos de la dieta de un niño podría tratar los síntomas del TDAH. Las investigaciones posteriores y el consenso de la comunidad científica durante la década de 1980 desacreditaron tal afirmación.
Pero investigaciones posteriores volvieron a mostrar una correlación (si no causalidad) entre el consumo de colorantes alimentarios y el agravamiento de los síntomas de trastornos del comportamiento, incluido el TDAH.
Entre estas investigaciones se incluye un estudio de 2012 que sugiere una asociación “pequeña pero fiable” entre los colorantes alimentarios y la exacerbación de los síntomas del TDAH, afirma Nigg, su coautor. Otro estudio muestra un vínculo entre los colorantes y comportamientos como la hiperactividad, independientemente de si un niño ha sido diagnosticado con un trastorno de conducta como el TDAH. Y uno de los estudios más amplios y de mayor calidad muestra “que los colorantes alimentarios tienen un efecto adverso pequeño pero significativo en la cognición y el comportamiento de los niños, independientemente de que padezcan o no TDAH”, dice Arnold.
Pero el meta-análisis más significativo se produjo en 2021 por la Oficina de Evaluación de Peligros para la Salud Ambiental de California (OEHHA, pos sus siglas en inglés), que analizó todos los estudios relacionados y llevó a cabo su propia investigación para estimar la cantidad de colorantes alimentarios artificiales que los niños están consumiendo a través de múltiples grupos de edad, raza y socioeconómicos.
La investigación descubrió que no sólo es probable que los niños superen lo que se consideran niveles “seguros” de aditivos colorantes alimentarios, sino que también halló una asociación entre el consumo de colorantes alimentarios y el aumento de los síntomas de afecciones del comportamiento, incluido el TDAH. El análisis “apoya una relación entre la exposición a colorantes alimentarios y los resultados adversos en el comportamiento de los niños, tanto con trastornos de conducta preexistentes como sin ellos”, señala el estudio.
Pero estos estudios siguen sin dar respuesta a muchas preguntas pendientes y no llegan a demostrar que los colorantes alimentarios causen estos problemas.
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Lo que estos estudios no pueden decirnos sobre los colorantes alimentarios y el TDAH
Aunque la investigación es convincente, “la calidad de muchos de los estudios asociados es limitada”, dice Nigg. “Y nunca hemos tenido un gran ensayo de población en los Estados Unidos, sólo en Europa, donde las regulaciones y los aditivos alimentarios son un poco diferentes que en los EE. UU. y donde los conservantes también se incluyeron en la investigación”, explica.
El benzoato sódico, por ejemplo, es un conservante común que también se ha asociado con un aumento de la hiperactividad en los niños, por lo que los estudios no han demostrado definitivamente que el aumento de los síntomas de TDAH percibidos se deba a los colorantes más que a otros aditivos o conservantes. Lo mismo ocurre con ingredientes cotidianos como el azúcar, que también han demostrado afectar al comportamiento.
Emily Barrett, subdirectora del Centro de Exposiciones Ambientales y Enfermedades de la Escuela de Salud Pública de Rutgers, que revisó el informe de la OEHHA, añade que muchos de los estudios que muestran una correlación entre los colorantes alimentarios y los problemas de conducta “son bastante antiguos (de los años 70 y 80) y muchos son bastante pequeños, con menos de 50 participantes”.
También vale la pena señalar que el estudio de la OEHHA concluye que “está claro que es probable que algunos niños se vean más afectados negativamente por los colorantes alimentarios sintéticos que otros”. Arnold dice que es probable que esto esté determinado por los mismos genes que producen histamina en el cuerpo, razón por la cual algunos de nosotros somos más propensos a experimentar síntomas de alergia que otros.
Por su parte, la FDA dice que la investigación existente, incluyendo los informes de la OEHHA, todavía no ha demostrado que los colorantes alimentarios son los únicos responsables de los síntomas exacerbados de las condiciones de comportamiento.
Un funcionario de la FDA dijo a National Geographic que la agencia “ha evaluado previamente la información sobre los aditivos de color en varias ocasiones, incluyendo revisiones por el Comité Asesor de Alimentos de la FDA y el Consejo Científico de la FDA;” y que, “hasta la fecha, no se ha establecido una relación causal entre la exposición a los aditivos de color, incluyendo el Rojo 40, y la hiperactividad en los niños en la población general”.
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Qué pueden hacer los padres
En definitiva, Nigg afirma que la cantidad de colorante que consume la mayoría de la gente “es “pequeña” o “modesta” cuando se observa a toda la población”. Aun así, su consejo es evitar el consumo excesivo de alimentos que contengan aditivos colorantes, en lugar de sentir la necesidad de eliminarlos por completo. “Como decimos en la comunidad científica, 'sólo la dosis hace el veneno'“, afirma Arnold.
Esto es especialmente digno de mención, añade Arnold, porque “el consumo per cápita de productos que contienen colorantes alimentarios se ha quintuplicado en las últimas tres décadas.” Según Barrett, esto significa que los padres de hoy deben ser más prudentes con lo que comen sus hijos que los de generaciones anteriores.
Por ejemplo, la FDA recomienda no consumir más de 3,75 miligramos de Red 40 al día por cada kilogramo de peso, pero Kate Donelan, dietista diplomada de Stanford Health Care, dice que es fácil que los niños se salten ese límite en una sola fiesta de cumpleaños. Después de todo, “12 onzas [35 cl, una lata] de refresco rojo, una bolsita de Skittles y un trozo de tarta con glaseado rojo tienen 130 miligramos en total”, señala.
También puede ser prudente considerar si tu hijo es más susceptible a los problemas de comportamiento relacionados con los colorantes alimentarios.
“Dado que sólo un pequeño número de niños parecen tener reacciones adversas graves... los padres que observen cambios graves de comportamiento en sus hijos pueden considerar esta posibilidad”, dice Nigg. Diller ahonda: “Antes de prohibir para siempre un alimento o incluso un aditivo, probaría primero con un período de eliminación de dos semanas para ver si hay alguna diferencia en el comportamiento”.
Para todos los demás, Barrett dice que recomendaría priorizar el consumo de alimentos frescos y enteros sobre los procesados, siempre que sea posible, “lo que probablemente reducirá la exposición a los colorantes, así como el consumo excesivo de azúcar y otros aditivos”.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.