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Qué hacer (y no hacer) a la hora de dormir a tu bebé
Los cerebros en crecimiento necesitan dormir. Pero el mundo del sueño infantil a veces puede ser difícil para los padres.
Los padres de bebés se tienen bien aprendido que algunas de las preguntas más frecuentes que reciben de amigos y familiares se refieren sobre todo a un asunto: el sueño del bebé. “¿Duerme toda la noche?” “¿Cuál es la rutina a la hora de dormir?”. Y, “¿duerme él solo separado?”.
“Mi misión es conseguir que los padres se estresen menos con esas preguntas”, dice Marie-Hélène Pennestri, psicóloga del desarrollo de la Universidad McGill (en Quebec, Canadá).
El sueño parece desempeñar un papel importante en el desarrollo de las habilidades cognitivas, según diversos estudios. Por ejemplo, un estudio descubrió que los bebés que dormían la siesta durante al menos 30 minutos después de aprender nueva información la recordaban mejor un día después que los que no dormían la siesta. Otros estudios concluyen que el sueño infantil, sobre todo las siestas diurnas, puede ayudar al aprendizaje del lenguaje.
“Sabemos que, en general, se asocia a una mejor salud mental, física y cognitiva”, dice Pennestri, que trata de comprender la importancia del ciclo de sueño y vigilia en los bebés y las expectativas de los padres.
Aunque el sueño es crucial en cualquier etapa de la vida, las investigaciones recientes de Pennestri han demostrado que no existe una rutina perfecta para cada lactante. Pennestri y su equipo han investigado 22 estudios sobre el efecto de determinados patrones y rutinas de sueño durante la infancia en el desarrollo cognitivo y motor, pero los resultados no son concluyentes.
Aunque no hay una respuesta sencilla a cómo es el “sueño ideal” en los bebés, los investigadores nos ofrecen algunas recomendaciones para calmar la ansiedad de los padres.
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La mayoría de los bebés no duerme toda la noche
Si pensamos en “un buen dormilón”, lo más probable es que nos venga a la cabeza un bebé capaz de dormirse toda la noche. Y lo cierto es que, tal y como cabía sospechar, los bebés que duermen bien son muy escasos.
Pennestri y su equipo querían entender lo variable que puede ser el sueño incluso en un mismo bebé. En un estudio, siguieron los cambios nocturnos en los patrones de sueño y descubrieron que, de 44 bebés, sólo tres durmieron seis horas seguidas durante los 13 días que duró el experimento. El número de noches que dormían los bebés del estudio era muy variable y muy pocos tenían un patrón de sueño predecible.
“Hay mucha variabilidad y diferencias entre los distintos bebés. Los padres ya tienen suficiente estrés, no necesitan compararse y presionarse más”, subraya Pennestri.
Lo que probablemente importa más es el número total de horas que duerme un bebé a lo largo de un periodo de 24 horas, un número que varía drásticamente entre bebés e incluso en un mismo bebé. Aunque la Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos recomienda que los bebés duerman entre 12 y 15 horas, reconoce que puede ser adecuado subir la cifra a entre 10 y 18 horas. Y si el sueño del bebé está fuera de ese rango, los padres deberían hablar con un pediatra.
Pennstri también sugiere acudir al pediatra si el bebé ronca o no parece despierto o alerta durante el día. Pueden ser señales de que está ocurriendo algo anormal.
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Crear una rutina
Al igual que sucede con adultos, un sueño saludable en bebés requiere una rutina de sueño saludable, y existen algunas pautas útiles que los padres pueden tener en cuenta a la hora de crear una rutina para irse a la cama.
“Esta rutina ya puede iniciarse cuando el bebé tenga unas pocas semanas, y debe seguir el mismo orden cada noche”, afirma Mirja Quante, neonatóloga de la Universidad de Tubinga (Alemania).
En todas las culturas, las rutinas a la hora de dormir parecen mejorar el estado de ánimo de los niños y su regulación emocional y conductual. Actividades tranquilizadoras como cantar, darse un baño o leer un cuento encajan en la rutina antes de dormir, y algunos componentes, como los masajes, también pueden ayudar a crear lazos afectivos y reducir el estrés de los padres.
Aunque hay muchas opciones de actividades antes de acostarse, “la rutina debe ser corta y muy predecible”, dice Pennestri. Si no hay tiempo suficiente para un baño cada noche, busca algo más seguro que puedas hacer justo antes de acostarlo.
“Los padres deben empezar a acostar al bebé cuando esté somnoliento, pero aún despierto, para practicar la habilidad de dormirse solo cuando tenga unos tres meses”, aconseja Quante, que sugiere utilizar herramientas del Consejo Pediátrico del Sueño para crear y consolidar la rutina de sueño del bebé (la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria cuenta con una guía de consejos sobre el sueño de los bebés en sus primeros seis meses).
Aunque las aplicaciones para regular el sueño del bebé (como por ejemplo Napper) no han sido probadas científicamente, se han vuelto populares entre los padres para seguir patrones de sueño y predecir cuándo estará listo para la siesta.
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Compartir o no compartir la cama
Uno de los temas más controvertidos en torno al sueño infantil es si dormir en la misma superficie que el bebé (también conocido como “colecho”), una práctica que podría conllevar algunos riesgos bastante serios.
Comparado con el hecho de dormir separados, compartir la cama puede aumentar el riesgo de asfixia, estrangulamiento y caídas, todo lo cual puede provocar el síndrome de muerte súbita e inesperada del lactante (SUID). Cualquier muerte inesperada de un bebé menor de un año entra en esta categoría, y la naturaleza de estas muertes hace que sus causas sean difíciles de definir claramente. En 2022, se produjeron unos 3700 casos de SUID en EE. UU. La Academia Americana de Pediatría (AAP), que establece las directrices estadounidenses en favor del bienestar infantil, no recomienda esta práctica.
A pesar de los riesgos, algunos padres siguen optando por compartir la cama con su bebé. Un estudio que encuestó a padres entre 2009 y 2015 descubrió que la mayoría de los padres estadounidenses comparten cama al menos algunas veces, a pesar de las estrictas directrices establecidas por la AAP. Sin embargo, casi el 40 por ciento de los que practican el colecho utilizan prácticas inseguras para hacerlo.
Algunos expertos no descartan por completo la práctica. “En determinadas circunstancias, compartir la cama puede ser inseguro, pero no creo que por sí mismo sea intrínsecamente inseguro”, afirma Elaine Barry, psicóloga del desarrollo de Penn State Fayette.
A pesar de sus riesgos, el colecho es una práctica relativamente popular en todo el mundo. Barry y el antropólogo James McKenna descubrieron que los padres comparten la cama por diversas razones, como la facilidad de la lactancia materna, la comodidad para la madre o el bebé y un mejor sueño para el bebé o los padres.
Barry afirma que, aunque no está segura de definirse a sí misma como defensora del colecho, “lo que defiendo es que los padres puedan hacer lo que quieran de forma segura”. “Así que sí creo que no deberíamos tener recomendaciones tan rotundas en contra de compartir la cama”.
Aunque algunos pediatras pueden sentirse incómodos dando recomendaciones para compartir la cama de forma segura, otros recursos, incluidos algunos desarrollados por McKenna, tienen como objetivo ayudar a los padres que quieran dormir junto a su bebé a hacerlo de forma segura. Por ejemplo, utilizar un colchón firme y mantener los peluches o almohadas lejos del bebé.
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Escuchar los instintos paternos
Aunque la lista de lecturas para padres primerizos es interminable, Barry insiste en la importancia de escucharse a uno mismo y a los propios instintos.
“El mejor consejo para los padres no está en un libro ni en un artículo. Creo que consiste en escuchar lo que el bebé necesita y en sentirse seguro y capaz de proporcionárselo”, afirma. “Y creo que en nuestra cultura actual no estamos en un lugar en el que estemos haciendo que los padres se sientan competentes y capaces”.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
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