11 de febrero de 2013
Esta situación puede sonar a la versión bioquímica de un cuento de hadas, pero es real, y los científicos de la Universidad McMaster, acaban de describir cómo funciona el proceso en un artículo publicado recientemente en la revista Nature Chemical Biology.
La bacteria se llama acidovorans Delftia, y resulta que su mecanismo de auto-defensa la convierte en una especie de rey Midas de la microbiología. Los iones de oro disueltos en agua son tóxicos, por lo que cuando las bacterias se percatan de su presencia, liberan una proteína llamada delftibactin A. La proteína actúa como un escudo para las bacterias y los iones venenosos se convierten en partículas inofensivas que se acumulan fuera de las células.
Aunque la cantidad de oro que la Delftia acidovorans libera es pequeño (las partículas son de 25 a 50 nanómetros de diámetro) es posible que la bacteria o proteína algún día pueda ser usada para disolver el oro del agua o para ayudar a la gente a identificar los arroyos y ríos que transportan el mineral.