Qué es la malaria o paludismo, cómo se transmite y otros datos básicos
Una hembra de mosquito Anopheles levanta el vuelo con el abdomen lleno de sangre para alimentar sus huevos. Su próximo aterrizaje podría ser peligroso para el ser humano que reciba su picadura. La hembra del mosquito Anopheles es el único insecto capaz de portar el parásito de la malaria humana.
La malaria es una enfermedad que afecta principalmente a las regiones tropicales de tierras bajas, donde las condiciones favorecen a los mosquitos Anopheles, portadores del parásito plasmodium que provoca la enfermedad también denominada paludismo. Son las hembras, ávidas de sangre, las que inyectan estos invasores microscópicos, actuando cada picadura como si fuera una aguja hipodérmica infectada.
De los cuatro tipos de plasmodios, el Plasmodium falciparum es con diferencia el más peligroso, responsable de cerca de la mitad de los casos de paludismo y del 95% de las muertes.
El parásito
El parásito tiene un complicado ciclo vital, que comienza en el intestino del mosquito antes de pasar a las glándulas salivales, donde espera su transferencia al siguiente huésped. Una vez en el torrente sanguíneo humano, el parásito se aloja en el hígado, excavando en las células donde se alimenta y multiplica. Al cabo de una o dos semanas, los plasmodios estallan: unas 40 000 réplicas por cada parásito que ha entrado en el organismo. A continuación se dirigen contra los glóbulos rojos, esta vez repetidamente, hasta que miles de millones de parásitos se encuentran en circulación. Si no se controla este ciclo, el organismo empieza a fallar, porque al destruirse tantos glóbulos rojos que transportan oxígeno quedan muy pocos para sostener los órganos vitales. Mientras tanto, lo único necesario para que el parásito transmita su sombrío legado es que otro mosquito se detenga a comer.
Una lucha histórica contra una enfermedad mortal
Casi dos tercios de las personas infectadas viven en el África subsahariana, que también soporta alrededor del 90% de la mortalidad mundial por paludismo. Cada 30 segundos muere un niño a causa de esta enfermedad. Por lo demás, los países más afectados se encuentran en el sur de Asia y América Latina.
Los más vulnerables son los niños pequeños, que aún no han desarrollado ninguna resistencia a la enfermedad, y las mujeres embarazadas, que tienen una inmunidad reducida. Los signos de infección incluyen síntomas parecidos a los de la gripe, como fiebre, escalofríos, dolor de cabeza y dolores musculares. El parásito P. falciparum puede provocar afecciones potencialmente mortales, como lesiones cerebrales (paludismo cerebral), anemia grave e insuficiencia renal. Los supervivientes suelen sufrir daños neurológicos permanentes.
Durante siglos, el único remedio conocido contra el paludismo era la quinina, procedente de la corteza de la quina de Perú y Ecuador. Más tarde, en la década de 1940, se creó un medicamento sintético a partir del compuesto cloroquina. Por la misma época, se desarrolló el insecticida conocido como DDT. Estas armas gemelas condujeron a un asalto mundial contra la malaria, erradicando la enfermedad en muchas zonas, incluidos Estados Unidos y el sur de Europa.
Pero el paludismo ha resurgido con fuerza desde la década de 1970, en parte porque el uso del DDT se restringió drásticamente después de que se descubriera que era perjudicial para determinados animales salvajes, y porque el parásito plasmodium empezó a hacerse resistente a los fármacos antipalúdicos.
Ahora que el número de enfermos de paludismo es mayor que nunca, la necesidad de combatirlo también es más urgente que nunca. La máxima prioridad, según los expertos sanitarios, es encontrar una vacuna, que se considera la única forma segura de vencer la enfermedad.
El camino a la vacuna definitiva contra la malaria
"El paludismo es una enfermedad prevenible y curable. El diagnóstico y tratamiento tempranos atenúan la incidencia de la enfermedad, reducen sus efectos mortales y contribuyen además a prevenir su transmisión", asegura la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su web.
Aun así, en 2023 la organización recomendó el uso de las vacunas RTS,S/AS01 y R21/Matrix-M, que actúan contra P. falciparum, para prevenir el paludismo en los niños menores de cinco años.
"Estas dos vacunas antipalúdicas son eficaces e inocuas y ambas han sido precalificadas por la OMS. En ensayos clínicos de fase 3, ambas vacunas redujeron en más de un 50% los casos de paludismo durante el primer año posterior a la vacunación, que es el periodo en el que los niños corren un mayor riesgo de enfermar y morir. Además, una cuarta dosis de vacuna administrada en el segundo año de vida prolongó la protección. Ambas vacunas reducen los casos de paludismo en un 75% cuando se administran estacionalmente en las zonas de alta transmisión estacional, donde se aplica la quimioprevención estacional contra el paludismo", explica la OMS.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.