¿Por qué hay un día más cada 4 años?
Cada cuatro años se añade un día más al mes de febrero para ajustar y equilibrar el año cronológico con el año trópico.
Este artículo se publicó originalmente el 5 de junio de 2013 y ha sido actualizado y ampliado el 2 de enero de 2024.
Los años bisiestos ayudan a que el calendario anual se mantenga según sus estaciones. Los calendarios que usamos los humanos suelen tener 365 días; el solar, o tropical, que influye en las estaciones es de unos 365,2422 días (un año solar es el tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta al Sol).
Aunque esas centésimas no parezcan mucho ignorarlas provocaría (y provocaba) que, con el paso de los años, los cambios de estaciones no coincidirían en los mismos meses todos los años. Para lograr sincronizar año solar con año cronológico, cada 4 años el año pasa a tener 366 días en vez de 365, de este modo las estaciones no se confunden, y por ejemplo, el inicio de la primavera, puede seguir siendo el 21 de marzo. Sin años bisiestos cada 12 años los calendarios se desfasarían 3 días.
Esta práctica se inició en la Antigua Roma, con el establecimiento del calendario juliano, que empezó a aplicarse por Julio César en el año 46 a. C. El sucesor del calendario juliano, el gregoriano, también incluyó los años bisiestos, uno cada cuatro años.
(Relacionado: Año bisiesto: origen y explicación)
¿Por qué no todos los años divisibles por 4 son bisiestos?
En el calendario gregoriano, el que se usa en Occidente y el más extendido en todo el mundo desde el siglo XX, los años bisiestos son aquellos cuyas dos últimas cifras son divisibles por 4 (2012/ 4= 503), exceptuando los múltiplos de 100 (1700, 1800, 1900...) donde a su vez también se exceptúan aquellos divisibles por 400 (1600, 2000, 2400...) que sí serán bisiestos. El problema con este sistema es que deja 0,000300926 días o 26 segundos al año de error.
Entre la época en que César introdujo el sistema y el siglo XVI, esta pequeña discrepancia había provocado un desfase de unos 10 días en fechas importantes como las festividades cristianas.
Al papa Gregorio XIII le pareció una situación insostenible, así que desveló su calendario gregoriano en 1582 tras la drástica adopción de otra táctica para distorsionar el tiempo.
"Gregorio reformó el calendario y aquel año sacaron 10 días del mes de octubre. Después modificaron las normas del día bisiesto para corregir el problema", cuenta James Evans, físico de la Universidad de Puget Sound y editor del Journal of the History of Astronomy.
Ahora nos saltamos los años bisiestos divisibles por 100, como el año 1900, a no ser que sean divisibles por 400, como el año 2000, en cuyo caso se respetan. Nadie vivo recuerda el día bisiesto perdido, pero abandonar esos tres días bisiestos cada 400 años mantiene el compás del calendario.
El actual sistema del calendario gregoriano prácticamente iguala los días fraccionarios del año solar y el calendario del año bisiesto saltándose de vez en cuando un día bisiesto. Este sistema produce una duración anual media de 365,2425 días, solo medio minuto más largo que el año solar. A este ritmo, el calendario gregoriano tardará 3300 años en desplazarse un día del ciclo estacional.