¿Cuál es la verdadera importancia de ser Premio Nobel científico y el papel de Marie Curie en su historia?
Durante más de un siglo, los Premios Nobel han cautivado a científicos y público en general. Pero, ¿son relevantes?
La culpa es de Madame Curie. Mezcla la temprana fama de la física franco-polaca, algunas luchas por el prestigio internacional antes de la Primera Guerra Mundial y la creciente importancia de las ciencias físicas en el último siglo, y tendrás la receta que hizo del Premio Nobel (anunciado cada año en octubre) en el galardón más importante del mundo.
El mes pasado, Katalin Karikó y Drew Weissman, ganaron el Nobel de Medicina por su desarrollo de la tecnología de ARN mensajero. Esta tecnología se utilizó para desarrollar las vacunas contra la COVID-19 de Pfizer/BioNTech y Moderna.
Pierre Agostini, Ferenc Krausz y Anne L'Huillier fueron galardonados en Física por su trabajo en el desarrollo de pulsos de luz de attosegundos (tan cortos que pueden capturar imágenes de los movimientos de los electrones en los átomos y las moléculas).
El Premio Nobel de Química de 2023 fue otorgado a Moungi Bawendi, Louis Brus y Alexei Ekimov por su descubrimiento y desarrollo de los puntos cuánticos. Los puntos cuánticos son partículas nanoscópicas que tienen propiedades únicas que los hacen útiles en una amplia gama de aplicaciones, como la electrónica, la medicina y la nanotecnología.
Pero, ¿por qué nos importa el Premio Nobel? Desde 1901, la Academia Sueca de las Ciencias y el Karolinska Institutet de Estocolmo convocan anualmente los premios, según el testamento del "rey de la dinamita" sueco Alfred Nobel, fallecido en 1897. ¿Por qué gozan de tanta fama?
"Hay otros premios, pero ninguno es el Nobel", afirma el analista científico de Thomson Reuters David Pendlebury, cuyo equipo predice anualmente qué investigadores podrían optar al galardón. "Siempre me sorprende a quién eligen. Pero siempre hacen un trabajo excelente y minucioso".
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Renombre incomparable
"El Nobel tiene sus rivales, pero ninguno combina la riqueza y el prestigio del premio, la variedad de sus temas y su trayectoria centenaria", escribió el fallecido historiador de la ciencia Burton Feldman en The Nobel Prize: A History of Genius, Controversy, and Prestige. Feldman atribuyó el "renombre sin parangón" del Nobel a una combinación de suerte y diseño.
Por diseño, el Premio Nobel deja caer una gran cantidad de coronas suecas sobre sus galardonados científicos; 11 millones en 2023 (algo más de 950 000 euros). Y lo concede la realeza, el Rey Carlos XVI Gustavo de Suecia en una ceremonia celebrada el 10 de diciembre. Semejante combinación de dinero y prestigio es difícil de superar en el mundo moderno.
Feldman argumentaba que el Nobel también tuvo la suerte de ser uno de los primeros premios de alcance internacional, introducido justo cuando las rivalidades y celos nacionales que chocarían en la Primera Guerra Mundial estaban alcanzando su punto álgido. "Puede que la ciencia hable un lenguaje transnacional, pero cada año, cuando se anuncian los nuevos premios Nobel, se examinan con ansiedad las puntuaciones y rivalidades nacionales", escribió Feldman.
¿Por qué si no las noticias sobre los Nobel suelen comenzar siempre con la afiliación nacional de los ganadores, que se anota cuidadosamente en los anuncios de los premios?
En los primeros años del premio, todos los galardonados eran europeos, y después de la Segunda Guerra Mundial, los científicos estadounidenses tomaron la delantera, dice Pendlebury. "Ahora, cuando visito China, me preguntan: '¿Cuándo tendremos el primer Premio Nobel de ciencia? Yo les digo que ya llegará" (varios científicos nacidos en China han ganado Premios Nobel por trabajos realizados como ciudadanos en otros países).
Marie Curie en su laboratorio de París.
Madame Curie y la propulsión de los Premios Nobel
Tanto el nacionalismo como el estátus de celebridad contribuyeron a aumentar el prestigio del Premio Nobel de Física. El premio no recibió mucha atención hasta que los Curie, Marie y Pierre, ganaron el galardón en 1903. Marie Curie acuñó la palabra "radiactivo" y sigue siendo una de las científicas más conocidas de la historia. Fue el primer premio que se concedió a científicos franceses.
"El Nobel de Física de Marie Curie en 1903 creó dos estrellas: la propia Curie y los Nobeles científicos", afirma Sharon McGrayne, autora de Nobel Prize Women in Science: Their Lives, Struggles and Momentous Discoveries. Hasta entonces, la prensa había cubierto los premios de literatura y de la paz, pero la física, la química y la medicina parecían demasiado esotéricas para la cobertura informativa, afirma McGrayne. "También lo era la radiactividad. Pero el radio (por el que irónicamente no recibiría su segundo Nobel hasta 1911) era glamuroso, caro, una posible cura contra el cáncer y casi mágico, ya que transformaba un elemento en otro y producía lo que parecía un suministro inagotable de energía."
La prensa mundial había descubierto en los Curie una "historia de pobres a ricos", escribió Feldman, en la que científicos sin dinero cocinaban descubrimientos científicos en una estufa de hierro en un callejón de mala muerte mientras cuidaban a un bebé.
"La propia Marie Curie simbolizaba la búsqueda desinteresada de la ciencia, sus beneficios humanitarios y el triunfo del individuo solitario frente a probabilidades imposibles", afirma McGrayne. "¿Qué más se puede pedir? A finales de 1903, Marie era la científica más famosa del mundo, y los Premios Nobel de ciencia estaban hechos".
Voilà, nació el culto a la celebridad científica, ya que los periodistas "empezaron a destacar las personalidades detrás de los premios", escribió Feldman. El tufillo a escándalo del premio de Curie en 1911 (por su implicación como viuda en un romance con el físico Paul Langevin) no hizo sino aumentar el dramatismo.
El Premio Nobel concedido en 1922 a Einstein aumentó su estatura como figura mundial y consolidó la imagen de los galardonados como héroes y celebridades dignas de mención, añade McGrayne.
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Sueños de Nobel
"La historia de Curie también demostró que los Premios Nobel habían nacido en un momento muy afortunado", señalaba Feldman, una época en la que la ciencia y la literatura internacionales se estaban volviendo "modernas" y demasiado especializadas como para que el público pudiera juzgarlas sin que algún árbitro repartiera los laureles. Puede que el ADN, la bomba nuclear y la clonación sean difíciles de comprender, pero todo el mundo entiende que "estas ciencias encarnan un vasto y revolucionario poder de tipo incierto", escribió Feldman.
Sin embargo, después de más de un siglo de prominencia, las restricciones del Premio Nobel (cada uno de ellos concedido a no más de tres personas vivas por logros específicos) parecen cada vez más inadecuadas para las formas de la ciencia moderna. "El Premio Nobel es realmente molesto", escribió hace una década (tras el Nobel por el descubrimiento del Bosón de Higgs) Sean Carroll, físico de Caltech, en su blog Preposterous Universe. Al menos otros cinco científicos, cuatro de ellos vivos, idearon el bosón de Higgs, afirma, y merecen algo de crédito.
Los científicos modernos suelen trabajar en grandes equipos, ya sea en el Proyecto Genoma Humano o en el CERN, el laboratorio europeo que verificó experimentalmente la existencia de la partícula de Higgs. Pendlebury sugiere que los premios científicos deberían considerar la posibilidad de conceder galardones a instituciones en lugar de a individuos concretos, y cita como precedente el Premio Nobel de la Paz de 2007 concedido al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático.
En cualquier caso, McGrayne no está tan seguro de que la gente de a pie siga prestando atención a los Premios Nobel, a pesar de la cobertura informativa anual de su anuncio.
"Los académicos compiten por ellos. Las instituciones compran a los científicos que han oído que optan a los premios. Las instituciones enumeran el número de Premios Nobel que tienen en plantilla", explica McGrayne por correo electrónico. "Pero esto no me suena al tipo de culto al héroe de las revistas de masas que recibió Curie". Cuando Marie Curie llegó en barco a Nueva York en 1921, fue inundada por los reporteros de los periódicos, y las amas de casa de todo el país donaron dinero para comprar radio para su instituto.
"Sigue siendo la única mujer científica que la mayoría de la gente puede nombrar", afirma McGrayne; "¿Sabemos siquiera los nombres de las ganadoras recientes?".
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Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com el 11 de octubre de 2013 y ha sido traducido y actualizado.