¿Se está formando el primer agujero de la capa de ozono del Polo Norte?
23 de marzo de 2011
Según muestra una investigación reciente, unas “bonitas” nubes generadas por temperaturas sorprendentemente frías, provocaron que, este invierno, la atmósfera de la región ártica se deshiciera de la mayor parte del ozono que la protegía.
El área resultante, con baja concentración de ozono, podría dirigirse al sur y llegar incluso hasta Nueva York, de acuerdo con los expertos, que advierten sobre el aumento del riesgo de contraer cáncer de piel.
La capa de ozono de la estratosfera (situada a unos 20 kilómetros por encima de la Tierra) impide que la mayor parte de los rayos ultravioleta (UV) de alta frecuencia que provienen del sol lleguen a la superficie terrestre, lo que evita en gran medida quemaduras y cáncer de piel.
Sin embargo, las continuas heladas que tienen lugar a gran altitud por encima del Ártico podrían haber reducido ya la concentración de ozono a la mitad de la normal, y “no se ve cerca el final”, dijo Markus Rex,director de la investigación y físico del Instituto Alfred Wegener para la Investigación Marina y Polar, en Alemania.
Los datos preliminares, obtenidos de 30 estaciones que llevan a cabo el seguimiento del ozono en el Ártico, muestran que el grado de disminución de ozono ha sido mayor este invierno de lo que había sido nunca, indicó Rex.
Antes de que acabe la primavera, “podríamos encontrarnos con el primer agujero de la capa de ozono del Ártico... lo cual sería un acontecimiento terrible, algo que aparecería en los libros de historia en el futuro”, añadió.
"Aún es pronto para estar seguros, pero manténgase atentos".
Simone Tilmes, físico atmosférico que no formó parte de la investigación, se mostró de acuerdo.
"En este momento no sabemos hasta qué punto crecerá el agujero de la capa de ozono del Ártico, dado que ahora mismo la capa sigue mermando” explicó Tilmes, del Centro Nacional para la Investigación Atmosférica (NCAR) de Boulder, Colorado.
Es posible que, para poder confirmarlo con seguridad, sean necesarias simulaciones por ordenador y mediciones por satélite, algo que según Rex, director del estudio, “sería muy útil para conseguir una lectura independiente de la pérdida de ozono de este año”.
Un agujero de la capa de ozono es una parte de dicha capa que, dependiendo de la estación, se ve privada de dicho gas protector, tal y como sucede con el famoso agujero de la Antártida.
Las nubes “bonitas” dan abrigo a sustancias anti-ozono.
En los años 80, los científicos se dieron cuenta de que los clorofluorocarbonos (CFC) y otras sustancias químicas negativas para el ozono -utilizadas por aquel entonces en aerosoles y refrigerantes, por ejemplo- estaban destruyendo la capa de ozono.
El Protocolo de Montreal de 1987 dio comienzo a una eliminación gradual de los CFC, sustituyéndolos por alternativas no dañinas para el ozono. Sin embargo, los CFC pueden persistir en la estratosfera durante décadas. El agujero de la capa de ozono en la Antártida sigue ahí, aunque se espera que decrezca durante las próximas décadas.
Una vez llegan a la atmósfera superior, los CFC se dividen en átomos de cloro que, al ser activados por la luz solar, destruyen las moléculas de ozono.
Las temperaturas frías aceleran el proceso a través de las nubes estratosféricas polares , unas formaciones “bonitas” y aún poco estudiadas que tienen lugar cuando las temperaturas de la estratosfera caen hasta los 78 grados bajo cero, apuntó Rex.
Estas nubes sirven de “depósitos” para los subproductos no activados del cloro. En la superficie de las nubes, estos subproductos reaccionan entre ellos y liberan átomos de cloro “agresivos” que atacan a las moléculas de ozono.
Todo este proceso se detiene en cuanto suben las temperaturas y el llamado vórtice polar ártico desaparece, añadió Tilmes.
Con una superficie de unos 15 millones de kilómetros cuadrados, o 40 veces el tamaño de Alemania, el vórtice polar ártico es una masa de aire glacial que envuelve el Polo Norte durante el invierno.
¿Está el calentamiento relacionado con esta helada de gran altitud?
Esta helada no es una coincidencia, indicó Rex, director del estudio.
"Es la continuación de una tendencia de mucho tiempo según la cual los fríos inviernos del Ártico se han hecho incluso más fríos”, explicó Rex.
Es posible que el calentamiento global cause esta tendencia, añadió. A medida que los gases invernadero atrapan el calor en los niveles más bajos de la atmósfera, los niveles altos tienden a enfriarse, indicó.
Por supuesto, este “proceso es más complicado que esta simple explicación, ya que puede que haya muchas formas en las que los gases de efecto invernadero influyen sobre las temperaturas a gran altitud”, añadió.
¿Viajará el aire bajo en ozono hacia el sur por primavera?
Cualquier pico en la radiación UV puede provocar un impacto tanto en el ecosistema ártico como en la salud humana, apuntó Rex, director de la investigación. Por ejemplo, una mayor cantidad de luz solar puede ralentizar el crecimiento de ciertas especies de alga marina que proporcionan alimento a organismos mayores cuya ausencia puede tener repercusiones sobre la cadena alimenticia.
Lo que es aún más preocupante, dijo Rex, es que el aire privado de ozono puede viajar hacia el sur, hacia zonas más pobladas, gracias al vórtice polar ártico.
Este aire con bajas concentraciones de ozono es a menudo impulsado unos 40 o 45 grados hacia el sur por alteraciones atmosféricas naturales, indicó Rex.
Las “excursiones” sureñas de las masas de aire bajas en ozono las pueden llevar incluso hasta el norte de Italia o Nueva York o San Francisco, añadió.
El vórtice, que cambia con rapidez, puede durar hasta abril, momento en que la gente empieza a pasar más tiempo fuera de sus casas, apuntó Tilmes, del NCAR.
"Un mensaje apropiado para el público es que tengan en cuenta que este año la capa de ozono será más fina durante la primavera”.
"Deberían tener cuidado por el bien de su piel y ponerse protección solar".
Rex explicó que, no obstante, dado que la masa de aire se mueve constantemente, los episodios en que haya baja concentración de ozono sólo durarán unos días en cada región.
También informó de que la disminución del ozono de este invierno no implica que el Protocolo de Montreal no esté funcionando.
"La gente podría entenderlo mal y decir que hemos prohibido los CFC sin conseguir nada al hacerlo”, indicó.
"No es ése el caso. Es sólo el plazo de tiempo necesario, ya que los CFC tardan mucho tiempo en desaparecer de la atmósfera".