El sistema digestivo: cómo funciona y qué órganos lo componen

Información básica de cómo nuestro cuerpo transforma la comida en nutrientes.

Por Redacción National Geographic
Infografía del estómago

Una vez tragamos la comida, pasa a través del esófago para llegar al estómago, el órgano rosa que se ve en la imagen sobre el páncreas amarillo. El estómago, una gran y muscular cámara, produce jugos digestivos como pepsina, lipasa y ácido clorhídrico que digiere y disuelve el contenido del estómago.

Fotografía de Illustration by PureStock

Este artículo se publicó originalmente el 22 de marzo de 2011, ha sido modificado el 7 de noviembre de 2024.

El sistema digestivo es la serie de órganos en forma de tubo que convierten nuestras comidas en combustible corporal. Hay alrededor de 9 metros de estas tuberías enrevesadas, comenzando con la boca y terminando con el ano. A lo largo del camino, los alimentos se descomponen, clasifican y reprocesan antes de circular por el cuerpo para nutrir y reemplazar las células y suministrar energía a nuestros músculos.

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Convertir los alimentos en combustible

La comida en el plato debe convertirse en un líquido triturado y pegajoso para que el sistema digestivo pueda dividirlo en sus partes aprovechables: proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas y minerales. Nuestros dientes comienzan el proceso masticando y moliendo cada bocado, mientras que la lengua lo convierte en un bolo redondo para tragar.

La humedad de la saliva, introducida en la boca por las glándulas cercanas, inicia el proceso de digestión química utilizando proteínas especializadas llamadas enzimas. Secretadas en varios puntos a lo largo del tracto digestivo, las enzimas descomponen las moléculas grandes de los alimentos en moléculas más pequeñas que el cuerpo puede absorber.

Una vez que tragamos, la digestión se vuelve involuntaria. Los alimentos pasan por la garganta al esófago, el primero de una sucesión de órganos huecos que transportan su contenido a través de contracciones musculares conocidas como peristaltismo.

El esófago se vacía en el estómago, una gran cámara muscular que mezcla los alimentos con los jugos digestivos, incluida la enzima pepsina, que se dirige a las proteínas, y la lipasa, que actúa sobre las grasas. El ácido clorhídrico también ayuda a disolver el contenido del estómago y mata las bacterias potencialmente dañinas. La pasta semifluida resultante, el quimo, se sella en el estómago mediante dos músculos de esfínter en forma de anillo durante varias horas y luego se libera en ráfagas cortas en el duodeno.

La primera de las tres secciones del intestino delgado, el duodeno, produce grandes cantidades de moco para proteger el revestimiento intestinal del ácido del quimo.

Con una longitud de unos 6 metros, el intestino delgado es donde se lleva a cabo la mayor digestión y absorción de nutrientes. Estos nutrientes se introducen en el torrente sanguíneo, a través de millones de pequeñas proyecciones en forma de dedos llamada vellosidad intestinal, y se transportan al hígado.

Lo que queda en el tracto digestivo pasa al intestino grueso, donde es ingerido por miles de millones de bacterias inofensivas y se mezcla con las células muertas para formar heces sólidas. El agua se reabsorbe en el cuerpo mientras que las heces se trasladan al recto para esperar la expulsión.

Otros órganos que desempeñan un papel clave en la digestión son el hígado, la vesícula biliar y el páncreas. El páncreas es un órgano gándulo ubicado detrás del estómago que fabrica un cóctel de enzimas que se bombean al duodeno. Un conducto también conecta el duodeno con la vesícula biliar. Este saco en forma de pera exprime la bilis de color marrón verdoso, un producto de desecho recogido del hígado que contiene ácidos para disolver la materia grasa.

El hígado en sí es la principal fábrica química del cuerpo, realizando cientos de funciones diferentes. Procesa los nutrientes absorbidos en la sangre por el intestino delgado, creando glucógeno que proporciona energía a partir de carbohidratos azucarados y convirtiendo las proteínas dietéticas en nuevas proteínas necesarias para nuestra sangre. Luego, estos se almacenan o liberan según sea necesario, al igual que las vitaminas y minerales esenciales. El hígado también descompone las sustancias químicas no deseadas, como el alcohol consumido, que se desintoxica y pasa del cuerpo como desecho.

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    Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

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