¿Podría ser esta la primera luna alienígena descubierta fuera de nuestro sistema solar?
El hallazgo, de confirmarse más adelante, podría cambiar radicalmente nuestro conocimiento sobre la formación de las lunas.
Cerca de las profundidades arremolinadas de un gigantesco mundo alienígena, una luna podría estar creciendo.
La semana pasada, un equipo de astrónomos publicó unos primeros resultados muy tentadores que sugerirían que una luna inmensa del tamaño de Neptuno orbitaría un planeta gigante a unos 4.000 años luz de distancia.
De confirmarse, este descubrimiento tendría una importancia increíble. La luna extrañamente masiva sería la primera en ser detectada en órbita en un mundo alienígena, marcando un nuevo capítulo en el estudio del cosmos por parte de los astrónomos.
Sin embargo, encontrar una luna a una distancia tan inmensa no es una hazaña fácil y, como suele ocurrir en los casos de hallazgos de planetas lejanos, el equipo necesita recopilar más datos para verificar su existencia. Los astrónomos han programado enviar al Telescopio Espacial Hubble a la estrella central del planeta en octubre de 2017 para comprobar si la señal se mantiene.
«Esta candidata resulta intrigante y, obviamente, nos sentimos lo suficientemente confiados para haber solicitado tiempo de uso del Hubble», afirma por email el coautor Alex Teachey, estudiante de grado de la Universidad de Columbia. «Pero queremos dejar muy claro que, en este momento, no estamos afirmando que la hayamos detectado».
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¿Otra hazaña para Kepler?
Si los resultados dan sus frutos, la luna sería la más reciente de una serie de considerables descubrimientos por parte de Kepler. El observatorio espacial, que despegó en 2009, ha encontrado más de 2.000 mundos alienígenas y unos 4.000 candidatos a planetas. Además, los astrónomos todavía no han terminado de extraer todas las riquezas espaciales. En junio, unos astrónomos emplearon datos de Kepler e identificaron 219 candidatos a planetas alienígenas, incluyendo algunos que podrían ser habitables, como la Tierra.
La función de Kepler es detectar cuándo estos planetas distantes pasan frente a sus estrellas desde el punto de vista de la Tierra. Este tránsito bloquea de forma momentánea una fracción de la luz de la estrella, provocando una reducción del brillo aparente.
Detectar una luna que orbita en torno a un planeta empleando la misma técnica es un proceso de gran dificultad. Las lunas son mucho más pequeñas que sus planetas, lo que significa que sus tránsitos no bloquean demasiada luz estelar. Además, los astrónomos deben separar minuciosamente las señales de la luna de las del planeta en torno al que orbita.
Sin embargo, estos desafíos no han detenido a los científicos en su empeño por encontrar lunas alienígenas, algunas de las cuales podrían ser habitables al más puro estilo Pandora, de la película Avatar, o la luna de Endor en La Guerra de las Galaxias. Desde 2012, el astrónomo de la Universidad de Columbia y coautor del estudio David Kipping ha encabezado la Búsqueda de Exolunas con Kepler (HEK, por sus siglas en inglés), un esfuerzo para escrutar los datos de Kepler en busca de pistas de lunas.
El nuevo trabajo de los investigadores, publicado en el servicio de prepublicación arXiv, se centra en 284 planetas detectados por Kepler, aquellos donde es más probable que existan sistemas lunares parecidos al de Júpiter. El equipo ha reunido los datos de tránsito de estos planetas, con la esperanza de observar el rastro que dejarían las lunas en la señal colectiva.
Algunos de los planetas son del tamaño de Júpiter, pero están cerca de sus estrellas. Los astrónomos piensan que estos «jupíteres calientes» se formaron en las afueras más frías de sus sistemas estelares, pero que a continuación migraron hacia el centro, lo que plantea la pregunta de qué ocurrió con sus lunas.
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«Buscan planetas que están mucho más cerca de sus soles de lo que Júpiter lo está del nuestro», explica el astrónomo del Observatorio Leiden Matthew Kenworthy, que no ha participado en el estudio. «Así que la pregunta es: durante este proceso de migración, ¿pierden sus lunas estos enormes gigantes gaseosos?»
Según los últimos datos, estos planetas de Kepler no están rodeados de lunas. Como mucho, según los investigadores, apenas 108 mundos de los 284 estudiados podrían tenerlas. Esta limitación sugiere que muchos jupíteres calientes pierden sus lunas cuando migran.
Esperanzas depositadas en el Hubble
Sin embargo, cuando los investigadores aplicaron a los 284 planetas individuales una serie de modelos lunares poco elegantes para resolver el problema, descubrieron también una convincente señal de Kepler-1625b. Otros baches en los datos sugerían que un cuerpo más pequeño del tamaño de Neptuno podría estar orbitando en torno al planeta.
Conforme a algunas hipótesis, existe como mucho una probabilidad de 1 entre 24.000 de que estas fluctuaciones sean una casualidad. Aunque puede sonar convincente, apenas se puede calificar como prueba en el mundo de la astrofísica. Las observaciones de Hubble en octubre serán las que confirmen o desmientan la existencia de esta hipotética luna.
El coautor Teachey afirma que, si le gustara apostar, estaría dispuesto a apostarse una botella de vino —aunque no su coche— a que esta luna existe. Pero Teachey, según él mismo admite, no es un jugador científico, ni tampoco lo son otros astrónomos con los que hemos contactado para esta historia.
«De ser cierto, sería impresionante», afirma Kenworthy. «Pero por ahora, y [los autores del estudio] lo han dejado bien claro, es algo tentador. No es una detección».
La científica planetaria del MIT Sara Seager, autoridad mundial sobre planetas más allá de nuestro sistema solar, está de acuerdo.
«Cuando la palabra ‘candidato’ aparece en el título [del estudio], es solo eso, un candidato», explica por email. «Por supuesto que tengo ganas de ver qué observa el Telescopio Espacial Hubble en 2017 para comprobar si realmente está allí».
Nadia Drake ha contribuido a este artículo.
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