Resuelto el misterio de la estrella de Tabby: descartada la «megaestructura alienígena»

Las desconcertantes variaciones de la luz de la estrella KIC 8462852 no son obra de extraterrestres, sino del polvo.

Por Nadia Drake
Publicado 4 ene 2018, 11:36 CET
Estrella de Tabby
Según los expertos, la extraña atenuación de la estrella KIC 8462852, también conocida como estrella de Boyajian o estrella de Tabby, no es compatible con una «megaestructura alienígena» que atenuaría de forma uniforme todas las longitudes de onda de luz.
Fotografía de NASA, JPL Cal-tech

En lo que seguramente será una noticia decepcionante para los fans de los extraterrestres –o al menos para aquellos que esperan ansiosos señales de E.T.–, los expertos han llegado a la conclusión de que el brillo errático de la estrella más desconcertante del firmamento no es obra de alienígenas, sino del polvo.

Durante años, esta estrella enigmática en la constelación Cygnus ha confundido a los astrónomos con variaciones aparentemente aleatorias en su brillo. Esta extraña estrella, más grande y brillante que el Sol y apodada estrella de Tabby, se convirtió en el centro de atención cuando los científicos propusieron que megaestructuras construidas por extraterrestres podrían provocar de forma esporádica su oscurecimiento cuando pasaban frente a ella.

Sin embargo, las nuevas observaciones sugieren que el culpable es en realidad el polvo, quizá procedente de los restos de un planeta o de un satélite destruido recientemente por la estrella. Aunque el simple polvo es mucho menos emocionante que las estructuras alienígenas, todavía quedan muchas pesquisas cósmicas por hacer.

«Me encantan los buenos misterios, especialmente cuando todas nuestras mejores ideas se van por la borda. Significa que aún podemos divertirnos más», afirma Jason Wright, de la Universidad estatal de Pensilvania. «El hecho de que haya resultado ser algo aburrido como el polvo, como muchos dicen, es lo que todos se esperaban. Pero me alegra que todavía tengamos un buen misterio que resolver».

El misterio comenzó en 2011, cuando los científicos ciudadanos del proyecto Planet Hunters clasificaban datos del telescopio Kepler de la NASA, que ha detectado las señales de más de 2.300 planetas en sus cuatro años de observaciones primarias. A medida que los planetas pasan entre las estrellas y la Tierra, provocan variaciones breves y predecibles en la luz de sus estrellas.

Sin embargo, las señales que Kepler detectó en la estrella de Tabby no se correspondían con nada remotamente parecido a la oscura huella dactilar de un planeta. En su lugar, parecían ser más intensas y casi completamente aleatorias. Cuando detectaron la estrella, cuyo nombre formal es KIC 8462852, los astrónomos no fueron capaces de pensar en una explicación para lo que habían visto.

No se comportaba como ninguna otra estrella en el firmamento, y la extraña atenuación solo era parte del rompecabezas.

En 2015, cuando se propusieron por primera vez las teorías de las megaestructuras alienígenas para la estrella de Tabby, el Instituto SETI realizó un seguimiento del oscurecimiento de la estrella en busca de señales de transmisiones de vida extraterrestre.

Las hipótesis iban desde un enjambre de cometas que orbitaba alrededor de la estrella a un disco de partículas de polvo alrededor de un agujero negro que se encontraba entre la estrella y la Tierra, pasando por material dentro de nuestro propio sistema solar, fluctuaciones estelares en la estrella de Tabby y finalmente megaestructuras alienígenas.

Dicha idea, publicada por Wright en 2015, hizo que la estrella se situara en el punto de mira; noticia tras noticia hablaba de la hipótesis y cada nueva prueba alimentaba aún más la cobertura mediática.

«Creo que la conexión con el SETI es la razón del gran interés público en la estrella de Tabby», afirma Andrew Siemion, director del Centro de Investigación SETI de Berkeley. «Todos nos preguntamos lo mismo cuando levantamos la vista hacia el cielo nocturno: ¿hay alguien ahí fuera?».

Motivados por el creciente misterio, los equipos de científicos revisaron los datos de más de un siglo en busca de patrones que revelasen la fuente del enigmático oscurecimiento de la estrella. Al principio parecía que la disminución de la luz estelar tenía lugar en incrementos de entre 800 y 1.500 días aproximadamente, lo que podría apuntar a desechos orbitantes (ahora los científicos no están seguros de ello).

Otros datos sugerían que, independientemente de las señales luminosas individuales, la estrella se estaba oscureciendo de forma sistemática (ahora los científicos tampoco están seguros de esta teoría).

Los astrónomos incluso apuntaron uno de los radiotelescopios más sensibles del planeta hacia la estrella, con la esperanza de escuchar los murmullos de una civilización lo suficientemente inteligente para elaborar estructuras tan grandes que en ocasiones obstruirían una parte considerable de la luz de la estrella. Pero no escucharon nada.

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    Una ilustración representa los cometas que pasan frente a la estrella de Boyajian, otra teoría que explicaría el porqué de su parpadeo.
    Fotografía de la NASA (Ilustración)

    En resumen, ninguna explicación encajaba con las observaciones disponibles.

    Por eso la astrónoma Tabetha Boyajian, cuyo nombre es el origen del apodo informal de la estrella, puso en marcha una campaña de Kickstarter que recaudó más de 100.000 dólares y aprovechó la potencia de una serie de instrumental en tierra. Su objetivo era pillar a la estrella justo cuando se atenuase y poder ver mejor lo que podría estar bloqueando su luz en tiempo real.

    Las observaciones comenzaron en marzo de 2016 y continuaron hasta diciembre de 2017. En mayo del año pasado, Boyajian tuvo un golpe de suerte: la estrella empezó a oscurecerse. De forma casi inmediata, una docena de telescopios de la Tierra apuntaron hacia ella mientras los científicos recopilaban datos frenéticamente en prácticamente cada longitud de onda de luz. Tras muchos meses y cuatro atenuaciones (llamadas Elsie, Celeste, Scara Brae y Angkor) la estrella pasó a no ser visible para los telescopios del hemisferio norte.

    «Fue un poco surrealista ver cómo ocurría en tiempo real y poder hacer lo que habíamos dicho que queríamos hacer durante años: observarla mientras se atenuaba», dijo.

    Ahora, Boyajian y más de 200 colaboradores han analizado datos de los últimos 22 meses y han publicado en The Astrophysical Journal Letters que el polvo es el responsable de la atenuación y que las megaestructuras alienígenas quedan definitivamente descartadas.

    El equipo lo sabe porque lo que sea que provocase el oscurecimiento no es una estructura sólida.

    «Si un objeto sólido y opaco como una megaestructura estuviera pasando frente a la estrella, bloquearía la luz de forma uniforme en todos los colores», afirma Boyajian, de la Universidad estatal de Luisiana. «Esto contraviene nuestras observaciones».

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    En su lugar, el polvo filtra de forma diferente los colores diferentes; en pocas palabras, es más como si miráramos la luz estelar a través de una tela de gasa en vez de una estructura rígida de acero quadanium.

    «Las megaestructuras son siempre una posibilidad remota, pero la historia de cómo entró en escena esta hipótesis está justificada. Tenía que haber sido trasladada hasta ahí fuera», afirmó Steinn Sigurdsson, de la Universidad estatal de Pensilvania, quien propuso la idea de un agujero negro rodeado de desechos.

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    La fuente del polvo que rodea la estrella de Tabby todavía es un misterio. Su comportamiento –producir declives de intensidad y ritmos variantes– no es lo que los científicos esperarían en el caso de aglomeraciones de materiales que dieran vueltas a la estrella de forma regular, lo que debería oscurecer la estrella a intervalos predecibles a medida que orbitan a su alrededor.

    Además, no hay indicios de que el polvo esté caliente, lo que significa que debe encontrarse bastante lejos de la estrella. Y las partículas de polvo son increíblemente pequeñas, mucho más que las del humo de un cigarrillo, y tan finas que la luz de la estrella debería expulsarlas hacia fuera.

    Esa última observación significa que debe existir algún depósito desde el que el polvo se repone continuamente, un indicio de que quizá haya ocurrido o siga ocurriendo algo catastrófico alrededor de la estrella de Tabby. Esto es, si el polvo es circumestelar, o que está alrededor de la estrella.

    «Si es circumestelar, tenemos que entender por qué una aburrida estrella F hace esto y lo habitual que es», afirma Sigurdsson. «Pillar a una en el acto, lo que también es curioso, podría explicar más del 10 por ciento de las estrellas».

    En 2016, Brian Metzger, de la Universidad de Columbia, propuso que quizá la estrella de Tabby había pulverizado recientemente un planeta rocoso o un satélite que se acercó demasiado, dejando en órbita un cadáver de polvo fragmentado. O quizá habría destrozado un enjambre de objetos helados como los que se encuentran más allá de Neptuno que habrían sido empujados por la siguiente estrella más cercana, una pequeña enana roja.

    Lo cierto es que, aunque los científicos saben que la misteriosa conducta de la estrella de Tabby no es obra de alienígenas, solo están ligeramente más cerca de la respuesta a este rompecabezas interestelar.

    «Muchas de estas son pistas tentadoras y no estamos seguros de si son cortinas de humo o la clave para resolver el puzle», afirma Wright. «De algún modo parece un misterio de Sherlock Holmes. Nunca estás seguro de qué pruebas van a ser importantes al final y de cuáles son una gran pérdida de tiempo».

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