La nebulosa del Calamar Gigante y otros animales del cosmos
La colisión de galaxias y el nacimiento de nuevas estrellas genera formas espectaculares en el universo, y muchas de ellas se parecen a criaturas terrestres.
Si no te conformas con los animales de la Tierra, mira a los cielos. Allí encontrarás águilas, elefantes, ballenas y mucho más, siempre y cuando tengas un telescopio potente y una gran imaginación.
Los astrónomos han nombrado galaxias, nebulosas y otros fenómenos astronómicos por los animales a los que se parecen cuando los observan desde la Tierra. Ahora hay docenas de parecidos animales, compuestos de estrellas y polvo estelar. Por ejemplo, solo las nebulosas representan al menos 20 animales, desde calamares gigantes a pollos «corredores».
«Son objetos que capturan la imaginación de la gente», afirma Karen Masters, profesora adjunta de astronomía en el Haverford College. «Está en la naturaleza humana ver cosas familiares en lo desconocido».
Para los primeros observadores, estos fenómenos eran completamente desconocidos. Las nebulosas son nubes cósmicas de gas y polvo, vinculadas al nacimiento o la muerte de estrellas, mientras que las galaxias son conjuntos de millones o miles de millones de estrellas unidas por la fuerza de la gravedad.
Los nombres de animales, como las galaxias de Los Ratones, se han usado durante años y, en algunos casos, durante siglos. Pero en realidad no son oficiales, como explica Thierry Montmerle, ex secretario general de la Unión Astronómica Internacional (UAI), que supervisa la nomenclatura de objetos astronómicos.
«Es muy informal», afirma. «El nombre se adopta por demanda popular, y la UAI está conforme con eso».
Mamíferos
Los mamíferos no son solo populares en la Tierra, el firmamento está plagado de ellos. De hecho, al menos tres galaxias y seis nebulosas llevan el nombre de vertebrados de sangre caliente, como las nebulosas de la Cabeza de Caballo, la Pata de Gato y el Manatí, esta última nombrada recientemente.
Dos de los sistemas galácticos mamíferos, los Ratones y la Marsopa, adoptan formas especialmente inusuales; se han visto atrapadas por la atracción gravitacional de otras galaxias, que produce lo que los astrónomos denominan «colas de marea», colas literalmente hechas de estrellas.
«Se parecen a dos ratones porque tienen dos manchas y ambos tienen largas colas de marea que se extienden tras ellas», afirma Masters.
La galaxia de la Ballena, por otra parte, es una galaxia espiral más típica con brazos estelares que salen de un punto central y que suele parecerse a un torbellino. Pero desde la Tierra, esta galaxia se ve de canto, por eso parece, en la imaginación de algunos astrónomos, una ballena nadando por el espacio.
Reptiles y anfibios
Como las galaxias de los Ratones y la Marsopa, la galaxia Renacuajo debe su forma a una colisión galáctica que probablemente ocurrió hace más de 100 millones de años. La cola del renacuajo es de proporciones épicas, con una longitud de 280 años luz, el triple del diámetro de nuestra Vía Láctea.
Pero como su tocayo terrestre, se deshará a medida que la galaxia evolucione.
«Estas colas no son inertes, tendrán una vida propia», afirma Montmerle. «Probablemente se reorganizarán y darán lugar a galaxias pequeñas».
Y no nos olvidemos de los reptiles. También hay lagartos voladores en el espacio.
Aves
Quizá no haya galaxias con nombre de ave, pero sin duda hay muchas nebulosas aviares de las que hablar, tanto salvajes como domésticas.
La más conocida, la nebulosa del Águila, debe su nombre a una marca oscura en el centro, formando la supuesta forma de un ave en pleno vuelo.
Desde el descubrimiento de la nebulosa hace más de dos siglos, los astrónomos han descubierto otras pruebas para reafirmar su lugar en el reino animal: las estrellas recién nacidas aparecen dentro de la nebulosa del Águila desde lo que ellos denominan «glóbulos gaseosos en evaporación», o EGGS, por sus siglas en inglés.
Después, cómo no, está la nebulosa del Pollo Corredor, que brilla bajo luz ultravioleta a unos 6.500 años de la Tierra (aunque si te resulta difícil ver la forma, no es culpa tuya).
Otras nebulosas también tienen nombres de aves, como la de la Gaviota, el Pelícano o el Búho.
Insectos, arácnidos y crustáceos
Para los que tienen fobia a los bichos, un paseo por el cosmos podría ser perturbador: abundan criaturas que pinchan, pican y muerden. Hay nebulosas con nombre de tarántulas y arañas rojas, hormigas y mariposas, así como langostas y gambas. Y hay otro par de galaxias en colisión que adoptan la forma de las antenas de un insecto.
Pero en el mundo de los artrópodos celestes, ninguno es tan famoso como la nebulosa del Cangrejo, observada por primera vez por un astrónomo aficionado británico en el siglo XVIII.
Entonces no existían la NASA ni el telescopio espacial Hubble.
Pero la nebulosa del Cangrejo, producida por la explosión de una estrella, tenía un brillo increíble y era muy visible incluso con prismáticos. Un siglo después, el astrónomo William Parsons hizo un dibujo de ella con una miríada de tentáculos que parecían las patas de un cangrejo, o al menos a él se lo parecían. Hoy te resultaría difícil encontrar a un astrónomo que esté de acuerdo.
«Cuando observas estas formaciones con telescopios hoy en día, no se parecen al nombre que les han puesto», afirma Ray Villard, director de noticias en el Instituto de Ciencias del Telescopio Espacial.
«La nebulosa del Cangrejo es una explosión —yo la llamo animal atropellado—, pero cuando la observaron por primera vez pensaron que se parecía a un cangrejo».
Peces, calamares y medusas
Las galaxias de la Marsopa y la Ballena deberían tener cuidado, ya que los depredadores acechan muy cerca —es decir, a unos cuantos millones de años luz— en el océano galáctico.
La nebulosa del Tiburón es uno de ellos. Formada por la gran energía de su estrella y los vientos interestelares, la nebulosa se encuentra a 650 años luz de la Tierra.
Pero sin duda no es el pez galáctico más famoso. Esa es la nebulosa de la Mantarraya, considerada la nebulosa planetaria más joven —un título que se les da a las nebulosas nacidas a partir de una estrella moribunda—, que se hizo visible el siglo pasado.
De hecho, hace solo 25 años, los gases alrededor de la estrella abrasadora no eran suficientes como para brillar, pero ahora la mantarraya emite gases rojos, verdes y azules.
Las nebulosas de la Medusa, el Calamar Gigante y la Cabeza de Pez también nadan en este mar cósmico en expansión continua.
Un ecosistema cerrado
Hoy en día, los astrónomos siguen descubriendo una cantidad increíble de nebulosas y galaxias. Pero según Villard, es improbable que entren nuevos animales en los cielos.
«Las que son lo bastante grandes y están lo bastante cerca para mostrar detalles ya han sido descubiertas y ya tienen apodos», añade. «Cualquier descubrimiento [nuevo] es tan tenue y está tan lejos que no se merece un nombre».
Así que, a no ser que exista una galaxia o nebulosa cercana por descubrir con alas, aletas o antenas, estos animales serán las únicas criaturas verdaderamente cósmicas.