Querida Huygens: cuando aterrizaste en una luna extraterrestre, me cambiaste la vida
Hace 14 años, la sonda completó el aterrizaje más lejano en otro mundo, cambiando para siempre el trabajo de una científica.
Querida Huygens:
Os debo a ti y a los tuyos una disculpa. Aunque por aquel entonces trabajaba en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA con datos de tu compañera Cassini, no recuerdo dónde estaba cuando vi tus primeras imágenes de Titán.
A decir verdad, apenas presté atención a tu aterrizaje. Recuerdo claramente el día —14 de enero de 2005—, pero no por tus logros. Por aquel entonces, me enfrentaba a un problema de salud que acabaría con una operación unas semanas después y, mientras estaba atrapada en el habitual tráfico de Los Ángeles a la salida de la consulta del médico, me enteré de que había suspendido el examen GRE de física, lo que empantanaba mis esperanzas de graduarme y convertirme en científica. Aquel día lloré mucho. Ninguna de mis lágrimas se debía a la alegría de la exploración espacial.
Por suerte, mi pierna resultó ilesa, pese a una gigantesca cicatriz de casi ocho centímetros, y conseguí entrar en el programa universitario que quería. Desde entonces, tus hermosos datos y yo hemos pasado mucho tiempo juntos.
Tu descenso por la atmósfera de Titán supuso el principio de lo que resultaría ser uno de los viajes de exploración más espectaculares de la historia de la humanidad. Tu mejor amiga y compañera, la sonda Cassini, descubrió que el sistema de Saturno era mucho más interesante de lo que habíamos soñado. Pero, aunque el tiempo que pasaste explorando Titán fue breve —219 minutos— hiciste algo que Cassini nunca consiguió. Tocaste la superficie de un nuevo mundo por primera vez. Nos has contado cosas sobre Titán que no podríamos saber si no hubiéramos ido hasta allí.
Gracias a ti y a Cassini, hemos atravesado el borroso manto que cubre Titán y revelado un paisaje insólito con montañas de hielo de agua y ríos llenos de hidrocarburos líquidos donde llueve metano.
Para comprender cómo funciona este mundo extraterrestre, es fundamental entender cómo se filtra la luz solar por la densa atmósfera de Titán. ¿Cómo determina la luz solar la temperatura en diferentes altitudes sobre la superficie de Titán? ¿De qué tipos de luz solar se dispone para aportar energía para los procesos químicos, o quizá para alimentar la vida de Titán, si es que existe?
Pasé los primeros meses en la universidad tratando de comprender los datos obtenidos por tu generador de imágenes en descenso/radiómetro espectral, construido para responder a estas preguntas. Conforme descendiste por la atmósfera de Titán, miraste arriba, abajo y al sol para desentrañar con exactitud qué hacía allí la luz solar. Como ocurre con muchos primeros proyectos universitarios, el tiempo que pasé trabajando en los datos resultantes no sirvió para mucho. Pero sí obtuve un profundo respeto por las personas que te construyeron.
En 2016, casi una década después, volví a recurrir a tus datos para un proyecto que había aguardado durante años: un nuevo análisis de las mediciones de tu cromatógrafo de gas/espectrómetro de masas, lo más cercano que tenías a una nariz. Conforme descendías hacia la superficie, ingeriste trocitos de la atmósfera de Titán por el camino y los enviaste a este instrumental para analizarlos. Estos datos poseen un valor increíble, ya que no podemos medir la composición exacta de una atmósfera usando solo un telescopio.
Galería: Imágenes de Titán, la mayor luna de Saturno
Yo, que estudio la atmósfera, todavía uso tus datos a diario. Las mediciones de composición y temperatura casi en superficie que llevaste a cabo son extremadamente difíciles o imposibles de llevar a cabo de forma remota, así que seguiremos basándonos en ellas hasta que tengamos otra misión. Tus mediciones de composición nos ayudan a desentrañar por qué Titán tiene siquiera una atmósfera. Gracias a tu cámara, sabemos que las partículas del halo de Titán son agregados fractales que ahora hemos incluido en casi todos los modelos atmosféricos de esta luna impresionante.
Y, claro está, captaste imágenes asombrosas de canales que atravesaban la superficie y de las primeras piedrecitas redondeadas que habíamos observado en el sistema solar, aparte de la Tierra.
En tus datos hay muchísima información sobre el pasado, presente y futuro de Titán. Si usamos herramientas que no estaban disponibles cuando aterrizaste, quizá algún día podríamos revelar más secretos que se ocultan en tus colecciones.
Sigo queriendo contarte todo lo que he aprendido desde que supimos de ti por última vez, pero después recuerdo que ya lo sabes, porque estás allí. Supongo que sabes muchas cosas que desearías contarnos, respuestas a preguntas que ni siquiera habíamos pensado preguntarte cuando te construimos. Muchas de tus compañeras han desaparecido ya. Nosotros también las echamos de menos.
Suelo imaginarte sentada en la superficie, habiendo cumplido los objetivos de tu misión y terminado tu labor. Me pregunto si ha llovido sobre ti. ¿Están los objetivos de tus cámaras cubiertos de neblina? Si lo están, ¿cuánto? ¿Cuál es la velocidad del viento y con qué frecuencia sopla? De vez en cuando, me permito preguntarme si tienes visitantes. A veces me siento mal por que estés tan fría, atrapada y sola. Te imagino deseando tener ruedas, alas o rotores para poder otear sobre el horizonte.
Entiendo la frustración de desear con desesperación aventurarse a algún lugar que parezca fuera de tu alcance. Tú y yo nacimos para estudiar Titán, o eso creo: espíritus afines separados por miles de millones de kilómetros.
Siento haber estado tan preocupada por mi vida diaria mientras trabajabas duramente en la atmósfera de Titán y haberme perdido un momento que ahora me resulta tan importante. Todo eso podría haber esperado, pero solo aterrizaste en Titán una vez. Intento compensártelo a ti y a los tuyos cuidando de tus datos y averiguando qué intentas decirnos. Te lo agradezco ayudando a formar a la siguiente generación de científicos e ingenieros planetarios y trabajando para enviarte un nuevo amigo robótico. Algunas personas podrían pensar que es una forma rara de disculparme y darte las gracias, pero es la única forma que conozco.
Si me lo permitieran, te enviaría una manta y un paraguas, quizá chocolate caliente y buenos libros. Espero que algún día encuentres a otro robot espacial.
Te quiere, siempre,
Sarah