El paseo espacial de solo mujeres pone el acento en el diseño de los trajes espaciales
Este hito sirve de recordatorio de que los trajes espaciales del futuro deben ser aptos para una gama más amplia de cuerpos de los previstos.
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El pasado viernes, mientras flotaban en el vacío del espacio, las astronautas de la NASA Christina Koch y Jessica Meir hicieron historia cuando se embarcaron en el primer paseo espacial de solo mujeres. Pasaron más de cinco horas fuera de la Estación Espacial Internacional para remplazar la unidad de carga y descarga defectuosa del laboratorio en órbita.
El momento llega tras mucha algarabía, ya que se suponía que Koch y Anne McClain harían el histórico paseo hace siete meses, el 29 de marzo. Pero en un paseo espacial unos días antes, McClain trabajó por primera vez en pleno vuelo con el tipo de traje espacial diseñado para actividades fuera de la estación, denominado unidad de movilidad extravehicular, o EMU por sus siglas en inglés.
Aunque había entrenado con las versiones mediana y grande del EMU en la Tierra, tras su paseo espacial McClain se dio cuenta de que la versión mediana del tronco superior duro le quedaba mejor. Koch necesitaba la misma talla y el único componente mediano disponible no podía configurarse a tiempo para aquel paseo espacial, así que el astronauta Nick Hague sustituyó a McClain.
Este cambio causó mucho revuelo, pero la decisión —recomendada por la propia McClain— resultaba lógica en la situación en cuestión. Que un traje espacial quede bien es primordial, ya que impide que los astronautas sufran daños corporales y fatiga excesiva.
«Cuando tienes la opción de intercambiar a la gente, la misión adquiere más importancia que un hito relevante», contó la portavoz de la NASA Stephanie Schierholz al New York Times en marzo.
La explicación de la reciente debacle de trajes es más compleja que el machismo puro y duro. Con todo, los acontecimientos de aquel día evidenciaron un problema muy real para mujeres de todos los campos dominados tradicionalmente por hombres: en un principio, las herramientas no se diseñaban teniendo en cuenta a las mujeres. Es innegable que el vuelo espacial ha tenido un pasado difícil a la hora de aceptar a las mujeres en puestos de astronautas, de la decisión de excluir a las mujeres del primer cuerpo de astronautas estadounidense a los miedos infundados de que menstruar en el espacio podía causar daños físicos.
Entonces, ¿cómo se diseñaron originalmente los trajes para paseos espaciales? ¿Tendrán en cuenta a las mujeres los futuros modelos que llevarán los humanos a la Luna y más allá? Sigue leyendo.
De trajes a medida a una talla para la mayoría
Los trajes espaciales son fundamentales para el éxito de las operaciones fuera de la gravedad de nuestro planeta, ya que aportan una cápsula presurizada y oxigenada para nuestros frágiles cuerpos humanos. Sin ellos, la rápida descompresión en el casi vacío del espacio no solo podría hacer que los gases salieran burbujeando del torrente sanguíneo; también podría provocar la rápida expansión del aire en los pulmones y una posible ruptura.
Los primeros trajes espaciales de la NASA se diseñaron a medida para la persona que lo iba a llevar —que eran hombres— hasta que el primer grupo de mujeres se sumó a las filas de astronautas de la NASA en 1978.
El astronauta Ed White probó con éxito el primer traje espacial estadounidense diseñado para paseos espaciales en junio de 1965 en un paseo histórico fuera de la nave Gemini. El traje de 21 capas se adaptó a partir de trajes de vuelo más finos, prendas de una sola pieza que se llevan durante el lanzamiento y la reentrada. El suministro de oxígeno primario del traje permanecía a bordo, por lo que White estaba atado a la nave.
Pero con todas las miras puestas en la Luna, esa configuración debía modificarse cuanto antes.
«El programa Apolo de la NASA cambió las reglas del juego. Tuvieron que diseñar un traje que funcionara en el vacío del espacio y permitiera a los astronautas explorar otro mundo: levantarse, caminar y ser autónomos», explica Cathleen Lewis, conservadora de trajes espaciales y programas espaciales internacionales del Museo Nacional del Aire y el Espacio del Smithsonian.
Los trajes espaciales Apolo eran», en palabras de Lewis, como «mininaves. Cada uno contaba con un sistema de control de presión, suministro de oxígeno, capacidad de recogida de orina y materiales resistentes a los pinchazos, entre otras características. Pero Lewis explica que diseñar estas cápsulas individuales para cada astronauta resultaba caro y la complejidad de los trajes aumentó durante los años de las misiones Apolo. Cosas que parece fácil cambiar en atuendos terrestres plantearon obstáculos de diseño costosos en el espacio, como modificar los trajes para que los astronautas pudieran sentarse en un róver lunar.
Finalmente, la NASA solicitó trajes que pudieran reutilizarse, basados en un diseño modular con componentes —brazos, piernas y tronco incluidos— intercambiables. En esta época se aceptó a las primeras mujeres estadounidenses en el programa de formación de astronautas. Fue entonces cuando que los trajes quedaran bien se volvió difícil y las diferencias entre los cuerpos de hombres y mujeres se convirtieron en un factor importante.
El objetivo consistía en tener componentes que quedaran bien a gente de tallas diferentes, desde mujeres que midieran 1,50 hasta hombres de 1,90. «No un apoyador, ni siquiera un mariscal de campo de hoy probablemente», afirma Lewis.
“Cuando existe esta gama [de tamaños], no es un caso sencillo de hombres contra mujeres; se trata de abarcar la gama más amplia de factores humanos.”
Lewis cuenta que las pruebas revelaron dificultades imprevistas incluso para los hombres. Por ejemplo, un probador tenía una amplitud de movimiento tan reducida que no podía hacer que los codos se tocaran. Pero nadie se dio cuenta de que era un inconveniente hasta que las mujeres con troncos más estrechos experimentaron el mismo problema. Acercar los agujeros de los brazos permitió que los hombres de pecho pequeño y las mujeres menudas tuvieran mayor alcance.
«Para llegar hasta aquí hicieron falta la prueba y el error», afirma Lewis. «Cuando existe esta gama [de tamaños], no es un caso sencillo de hombres contra mujeres; se trata de abarcar la gama más amplia de factores humanos».
En un principio, las tallas de los diversos componentes oscilaban de extrapequeñas a extragrandes. Sin embargo, con el paso del tiempo, la NASA redujo los trajes pequeños y extrapequeños y, como las mujeres suelen ser más pequeñas que los hombres, este cambio afectó principalmente a las mujeres astronautas.
Estos trajes modulares formaron parte de la debacle del paseo espacial de solo mujeres cancelado de marzo y los utilizaron de nuevo en el hito del viernes pasado. Lewis indica que han mejorado con el paso del tiempo, pero al principio la NASA pretendía que cada traje se usara durante bastante tiempo y el contrato inicial exigía una vida útil de 15 años para todos los componentes salvo los guantes.
La nueva generación de trajes espaciales
La situación podría dar un pequeño paso adelante, al menos para los paseantes espaciales más allá de la órbita terrestre. El 8 de octubre, la NASA desveló su traje espacial de siguiente generación, la unidad de movilidad extravehicular de exploración, o xEMU, que se llevará en las misiones Artemis a la Luna.
Aunque el diseño es bastante similar a los trajes actuales —ahora con alegres rayas rojas y azules—, está provisto de una serie de funcionalidades nuevas. Por ejemplo, según un comunicado de la NASA, el xEMU permitirá más agilidad a los viajeros espaciales, lo que reducirá los saltitos cómicos pero de alto consumo energético en la superficie lunar. Los astronautas también deberían ser capaces de levantar los brazos por encima de la cabeza, un movimiento imposible con el EMU actual.
Como la meta de Artemis es llevar a un hombre y una mujer a la Luna, los trajes prometen tener un ajuste más personalizado que las versiones previas. Cada astronauta se someterá a un escáner corporal en 3D mientras se mueven y adoptan diversas posturas. Esto permitirá que la NASA empareje a cada hombre o mujer con los «componentes del traje espacial que aporten más comodidad y el rango de movimiento más amplio», según el comunicado.
Los nuevos trajes se ensamblarán con más componentes fabricados en una gama de tallas más amplia. Los hombros ajustables deberían ser de gran ayuda para crear un ajuste personalizado, según The Verge.
Antes de que los trajes Artemis viajen a la Luna, tendrán que someterse a un montón de pruebas en la Tierra y posiblemente en la Estación Espacial Internacional. Con todo, es improbable que estos nuevos trajes sean perfectos. Independientemente de quién los lleve, la realidad de los trajes espaciales presurizados tradicionales es que son incómodos y cuesta moverse con ellos. Los astronautas trabajan contra la presión interna del aire, así que llevar uno se parece a intentar moverse dentro de un globo.
«Parece que todo lo que haces te hace retroceder», afirma Lewis. Los astronautas que paseen en el espacio deben pasar muchas horas extenuantes llevando a cabo experimentos y reparaciones, y durante los paseos espaciales muchos suelen acabar con lesiones en los tejidos blandos y tendinitis aunque los trajes les queden bien.
Como advierte la NASA en su comunicado de prensa sobre Artemis: «El viaje espacial no es para los débiles».
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.