¿Caen rayos en Venus? Un destello misterioso podría resolver este rompecabezas
Un destello de luz observado por una sonda que orbita el planeta podría revelar la respuesta de esta incógnita tras 40 años.
Una imagen en falso color de Venus sacada en luz ultravioleta por la sonda Akatsuki de Japón revela patrones en las capas de nubes del planeta.
El 1 de marzo del 2020, la única sonda de la humanidad que orbita Venus —la Akatsuki japonesa— avistó un misterioso destello en los cielos alienígenas del planeta. El resplandor podría aportar evidencias cruciales en una misión de 40 años para hallar la respuesta de una incógnita planetaria desconcertante: ¿hay rayos en este mundo envuelto en nubes?
Los rayos existen por todo el sistema solar. Las sondas han detectado impactos de rayos extraterrestres en las nubes de Júpiter, Saturno y Urano. Al estar envuelto en nubes densas, «preveíamos que [también] habría rayos en Venus», afirma Noam Izenberg, geólogo planetario de la Universidad Johns Hopkins y vicedirector del Grupo de Análisis de Exploración de Venus.
El resplandor observado por la sonda Akatsuki, que significa «amanecer» en japonés, fue revelado por el científico planetario Yukihiro Takahashi de la Universidad de Hokkaido en la reunión de este año de la Unión Americana de Geofísica. El equipo de Takahashi sospecha que o bien fue el impacto de un rayo potente, con casi 10 veces más energía que los rayos de la Tierra, o un gran meteoro que explotó en la atmósfera del planeta.
El destello fue detectado por la cámara de rayos y luz celeste de la sonda, un instrumento que ha escrutado las nubes de Venus durante cinco años y que ahora ha captado su primer destello de luz. Se trata de uno de los indicios más prometedoras de la existencia de rayos en Venus, pero el equipo todavía está analizando los datos y los miembros no han querido hablar de la investigación hasta que se haya publicado en una revista con revisión científica externa.
«La existencia de rayos en Venus ha sido polémica durante muchas décadas», dijo Takahashi durante su charla.
Ya se han detectado pruebas tentadoras de rayos en Venus, desde pulsos electromagnéticos medidos por sondas hasta señales de luz observadas desde la Tierra. Pero en cada ocasión los científicos han cuestionado si las señales procedían de los rayos o de otra fuente, como los destellos de partículas del espacio exterior conocidos como rayos cósmicos o el ruido generado por los propios instrumentos científicos.
Para identificar la fuente del destello reciente, los astrónomos esperan ver otro. «Resulta intrigante y están trabajando para descartar otras cosas», afirma Izenberg, que no participa en la nueva investigación. Pero «la prueba definitiva será verlo de nuevo».
Si el destello fuera un rayo, su descubrimiento supondría un gran avance para descifrar la naturaleza misteriosa de las densas nubes de Venus, ya que aportaría una pista sobre si un entorno como ese podría albergar vida. «[Los rayos] pueden descomponer átomos y dan radicales libres que se recombinan y forman moléculas que, de lo contrario, no esperaríamos observar», afirma Colin Wilson, científico planetario de la Universidad de Oxford.
Silbidos en la vorágine
Los científicos han buscado rayos en Venus durante casi medio siglo, mirando por telescopios y vigilando el chisporroteo electromagnético revelador con sondas. La sonda Cassini de la NASA, que era capaz de detectar rayos en la Tierra con facilidad, sobrevoló Venus dos veces a finales de los años noventa de camino a Saturno y no captó ningún destello.
Pero hay pistas anteriores. Algunos de los aterrizadores Venera de la Unión Soviética, lanzados entre los años sesenta y ochenta, registraron sonidos sospechosos en sus sensores magnéticos y acústicos. El Pioneer Venus Orbiter de Estados Unidos captó ráfagas energéticas en los años ochenta, así como la radio fijada a la sonda Galileo durante su sobrevuelo en 1990 de camino a Júpiter. Un telescopio terrestre también observó tenues manchas luminosas en Venus a mediados de los años noventa.
«Ninguna de estas [pistas] ha sido totalmente convincente», afirma Karen Aplin, física de la Universidad de Bristol que estudia los rayos planetarios. «En general, ha sido difícil descartar la posibilidad de otras explicaciones».
La sonda Venus Express de la Agencia Espacial Europea, que orbitó el planeta entre 2006 y 2015, escuchó muchas ondas de radio procedentes del planeta, llamadas «silbidos de radio». En la Tierra, estas señales —llamadas así por los operadores de radio de la Primera Guerra Mundial, que escucharon silbidos en la radio y temieron que fueran granadas— pueden ser generadas por los rayos.
Sin embargo, «los silbidos de radio pueden generarse por cualquier tipo de inestabilidad o alteración dentro de la atmósfera», afirma Shannon Curry, física planetaria de la Universidad de California, Berkeley. Se escuchan con regularidad emanando de Venus y Marte y es posible que estas señales procedan de rayos esquivos, pero los astrónomos no están seguros.
Ver es creer
La mayoría de las búsquedas ópticas de rayos —búsquedas de destellos visibles— han sido infructuosas. Una posibilidad, según Wilson, es que «la fuente de los rayos esté bajo la parte superior de las nubes, lo que significa que las ondas de radio salen, pero gran parte de la luz se bloquea».
La sonda Akatsuki puede buscar destellos tenues de luz que salen de las nubes de Venus. Sin embargo, como sufrió una avería en el motor y no consiguió entrar en órbita alrededor de Venus en 2010, tuvo que dar una vuelta al sistema solar y volver a intentarlo en 2015. Aunque en el segundo intento la Akatsuki consiguió entrar en la órbita de Venus, tuvo que conformarse con una órbita muy elongada que mantiene la sonda alejada del planeta la mayor parte del tiempo.
Con todo, después de media década, Akatsuki ha avistado un destello de luz. «Me sorprende que no lo volvieran a ver», dice Curry. «El hecho de que solo lo vieran una vez es lo que me inquieta», ya que los rayos aparecerían en grupos. Pero «sí estoy dispuesta a creer la detección en sí».
El destello no parece haber sido provocado por un rayo cósmico, aunque el equipo de la Akatsuki cree que podría haber sido un bólido, un meteoro que explota en la atmósfera con un fogonazo. Sin embargo, es bastante improbable que la Akatsuki haya observado un bólido, por lo que sabemos sobre la frecuencia con que impactan en los planetas.
Por ahora, la explicación principal es un rayo.
«Un caso aislado de un error del instrumental que resulta que parece una señal real sería una coincidencia increíble», afirma Ricky Hart, alumno de posgrado de la Universidad de California, Los Ángeles, que estudia señales de posibles rayos en Venus. El destello, según él, «supone un gran apoyo para el argumento de que haya rayos en Venus».
Misterios en las densas nubes alienígenas
Si el destello es un rayo, ¿qué lo produce? Los astrónomos que buscan la respuesta a esta pregunta creen que podría revolucionar lo que sabemos sobre los cielos de Venus.
Las nubes de ácido sulfúrico del planeta son únicas en el sistema solar, así que los modelos tradicionales de generación de rayos no se aplicarían a Venus, indica Aplin. Un problema es que se cree que las nubes del planeta conducen la electricidad relativamente bien, lo que podría impedir que se acumule electricidad en un lugar hasta tal punto que provoca un rayo.
Las nubes de la Tierra separan las gotitas de agua y los cristales de hielo con carga eléctrica mediante la convección —cuando las nubes más cálidas se desplazan hacia arriba y las más frías se hunden—, lo que causa rayos. Pero no está claro cuánta mezcla vertical ocurre en las nubes de Venus, indica Paul Byrne, científico planetario de la Universidad del Estado de Carolina del Norte. Y Akatsuki no puede determinar la altitud del destello, así que si fuera un rayo, podría haber caído desde cualquier lugar entre la atmósfera superior y la cubierta de nubes principal, que mide decenas de kilómetros de grosor.
Una posibilidad es que los destellos de rayos en Venus se produzcan tras las erupciones volcánicas. Aunque no se ha observado directamente ninguna erupción a través de las nubes del planetas, las pruebas circunstanciales han convencido a muchos científicos planetarios de que se producen erupciones. Los fenómenos explosivos que producen columnas de cenizas y excitadas eléctricamente podrían generar rayos.
Independientemente de si la detección es real o no, los científicos planetarios seguirán buscando más destellos, ansiosos por saber si Venus alberga el poder alquímico de los rayos.
«Los rayos son carismáticos, son un proceso. Son activos», afirma Izenberg. «Podrían ser uno de los posibles motores para la química prebiótica en Venus», lo que significa que las ráfagas de energía podrían unir las moléculas necesarias para la vida. Si este proceso ocurre en partes de la atmósfera que son húmedas, templadas y reciben luz solar, podría crear un posible refugio para microbios fotosintéticos.
Los rayos también podrían ser responsables de la fosfina, un compuesto detectado recientemente en Venus —aunque algunos expertos han cuestionado si la detección es válida— que producen los microbios en la Tierra. Si este gas existe en las nubes de Venus, una parte podría ser generada por la interacción entre los rayos y la atmósfera.
Curry señala que las observaciones realizadas por telescopios terrestres y por la sonda Akatsuki servirían para convencer a la comunidad de que se han identificado rayos. Pero hasta que la humanidad envíe una nueva misión a Venus para zambullirse en la atmósfera o volar cerca de las nubes, es probable que la presencia de rayos siga siendo una pregunta sin responder, afirma Byrne.
Sabemos muy poco sobre Venus, un mundo que tiene casi el mismo tamaño y composición que la Tierra, pero cuya evolución ha diferido drásticamente. Este destello «es un argumento más que nos dice que tenemos que volver», afirma Izenberg.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.