Breve historia de la exploración de la Luna
En la década de 1950, la Guerra Fría disparó una carrera por visitar la luna terrestre con objetos voladores, robots y misiones tripuladas. ¿Para qué ha servido?
La Luna ha sido foco de fascinación desde que el ser humano mira al cielo. Siempre hemos podido ver a simple vista la cara moteada y llena de cráteres de nuestro compañero cósmico. Más tarde, los telescopios agudizaron nuestra visión de sus protuberancias, crestas y mares de lava relictos. Y finalmente, a mediados del siglo XX, los humanos visitamos la Luna y vimos de cerca su superficie.
Desde entonces, numerosas naves espaciales se han dedicado a estudiar a nuestro vecino celeste más cercano, haciendo vuelos rasantes sobre sus polvorientas llanuras y observando su curioso lado oculto. Ahora, tras seis décadas de exploración, no sólo hemos regresado a la Luna, sino que aspiramos a hacerla nuestra.
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Primeras incursiones en el espacio
Las primeras incursiones en la exploración lunar fueron producto de la Guerra Fría, cuando Estados Unidos y la Unión Soviética enviaron naves espaciales sin tripulación para orbitar y alunizar.
En enero de 1959, los soviéticos se anotaron una victoria, cuando Luna 1, una pequeña esfera soviética repleta de antenas, se convirtió en la primera nave espacial en escapar de la gravedad terrestre y volar a unos 6400 kilómetros de la superficie lunar.
Más tarde, en 1959, Luna 2 se convirtió en la primera nave espacial en entrar en contacto con la superficie lunar al estrellarse en la cuenca del Mare Imbrium, cerca de los cráteres Arístides, Arquímedes y Autolycus. Ese mismo año, una tercera misión Luna captó las primeras imágenes borrosas de la cara oculta de la Luna, donde el accidentado terreno de las tierras altas difiere notablemente de las cuencas más suaves de la cara más cercana a la Tierra.
Posteriormente, Estados Unidos entró en el juego con nueve naves espaciales Ranger de la NASA lanzadas entre 1961 y 1965, que proporcionaron a la comunidad científica, por primera vez, primeros planos de la superficie lunar. Las misiones de las Ranger fueron arriesgadas y únicas, con naves diseñadas para acercarse a la Luna y capturar tantas imágenes como fuera posible antes de estrellarse contra su superficie. En 1965, las imágenes de todas las misiones Ranger, y en particular de la Ranger 9, revelaron más detalles sobre el accidentado terreno lunar y las dificultades potenciales para encontrar un lugar de alunizaje sin problemas para los humanos.
En 1966, la nave soviética Luna 9 se convirtió en el primer vehículo en posarse con seguridad en la superficie lunar. Equipada con material científico y de comunicaciones, la pequeña nave fotografió un panorama lunar desde el suelo. Ese mismo año se lanzó el Luna 10, que se convirtió en la primera nave espacial en orbitar con éxito la Luna.
La NASA también alunizó en la superficie lunar ese año con la primera de sus sondas espaciales Surveyor, que llevaba cámaras para explorar la superficie lunar y muestreadores de suelo para analizar la roca y la tierra lunares. En los dos años siguientes, la NASA lanzó cinco misiones Lunar Orbiter diseñadas para rodear la Luna y cartografiar su superficie como preparación para el objetivo final: el viaje de astronautas en la superficie. Estos orbitadores fotografiaron alrededor del 99% de la superficie lunar, revelando posibles lugares de alunizaje y allanando el camino para el gran salto adelante en la exploración espacial.
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Humanos en la Luna
En aquel momento, la NASA se estaba apresurando en cumplir una de sus promesas presidenciales clave: en 1961, el Presidente John F. Kennedy se comprometió a que Estados Unidos llevaría una persona a la Luna antes de que hubiese terminado la década. El programa Apolo (con diferencia el más caro de la historia) comenzó ese año y, cuando terminó en 1972, nueve misiones y 24 astronautas habían orbitado o aterrizado en la Luna.
Quizá la más famosa de ellas, el Apolo 11, marcó la primera vez que el ser humano pisaba otro mundo.
El 20 de julio de 1969, Neil Armstrong y Edwin "Buzz" Aldrin aterrizaron en el Mar de la Tranquilidad en el módulo de aterrizaje lunar Eagle, mientras que el astronauta Michael Collins orbitaba la Luna en el módulo de mando Columbia. Fue aquí cuando Armstrong, que tuvo el honor de imprimir las primeras huellas de bota en la superficie lunar, dijo célebremente: "Es un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad". La pareja permaneció en la superficie lunar 21 horas y 36 minutos antes de reunirse con Collins y regresar a la Tierra.
Cada misión posterior al Apolo 11 marcó nuevos hitos en los viajes espaciales y la exploración lunar. Cuatro meses después de que los primeros humanos llegaran a la Luna, el Apolo 12 aterrizó logrando un alunizaje mucho más preciso.
El Apolo 13 evitó por los pelos una catástrofe cuando los tanques de oxígeno explotaron en abril de 1970, obligando a la tripulación a abortar el alunizaje previsto. Los tres sobrevivieron.
Durante el tercer alunizaje, en enero de 1971, Apolo 14, el comandante Alan Shepard estableció un nuevo récord de distancia recorrida en la Luna: 2700 metros. Incluso lanzó unas cuantas pelotas de golf a un cráter cercano con un hierro 6 improvisado.
La del Apolo 15, lanzado en julio de 1971, fue la primera de las tres misiones capaces de permanecer más tiempo en la Luna. En el transcurso de los tres días que pasaron en la superficie lunar, los logros incluyeron la recogida de cientos de kilos de muestras lunares y el viaje de más de 27 kilómetros en el primer buggy lunar pilotado (la Unión Soviética había enviado un rover teledirigido a la Luna, el Lunokhod 1, en 1970).
Apolo 16 y Apolo 17, en 1972, fueron las dos misiones tripuladas más recientes a la Luna, y la nave rusa Luna-24, sin tripulación, en 1976, fue la última en alunizar hasta el siglo siguiente. Las muestras recogidas durante estas exploraciones lunares aportaron enormes conocimientos sobre la geología y la formación de la Luna terrestre.
Tras los espectaculares logros de las décadas de 1960 y 1970, las principales agencias espaciales desviaron su atención hacia otros lugares durante varias décadas. Hasta ahora, sólo 12 seres humanos (todos estadounidenses y todos hombres) han pisado la Luna.
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La curiosidad por la Luna vuelve a crecer
Hubo que esperar hasta 1994 para que Estados Unidos volviera a interesarse por la Luna, con una misión conjunta de la NASA y la Organización para la Iniciativa de Defensa Estratégica. La nave espacial Clementine cartografió la superficie lunar en longitudes de onda distintas de la luz visible, desde el ultravioleta hasta el infrarrojo. En las más de 1,8 millones de fotos digitales que capturó se escondían indicios de hielo en algunos cráteres lunares.
En 1999, el Lunar Prospector orbitó la Luna, confirmando el descubrimiento por Clementine de hielo en los polos lunares, un recurso que podría ser crucial para cualquier asentamiento lunar a largo plazo. El final de la misión fue espectacular: Prospector se estrelló contra la Luna con la intención de crear un penacho que pudiera estudiarse en busca de hielo, pero no se observó nada (10 años más tarde, la nave espacial LCROSS de la NASA repitió este experimento y encontró pruebas de la existencia de agua en una región en sombra cerca del polo sur de la Luna).
Desde 2009, el Lunar Reconnaissance Orbiter ha tomado mapas de alta resolución de la superficie lunar. Entre 2011 y 2012, se le unieron en órbita las sondas gemelas GRAIL de la NASA (llamadas Ebb y Flow), que cartografiaron el campo gravitatorio de la Luna antes de estrellarse intencionadamente contra una región cercana al polo norte lunar.
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Estado reciente y futuro de la exploración lunar
La NASA no es la única agencia espacial interesada en la Luna. En las dos últimas décadas, la exploración lunar se ha vuelto verdaderamente internacional, e incluso comercial.
En 2007, Japón lanzó su primer orbitador lunar, SELENE. China lanzó su primera nave lunar ese mismo año, e India hizo lo propio en 2008. En 2013, China se convirtió en el tercer país en aterrizar con éxito en la superficie lunar, cuando su nave espacial Chang'e-3 desplegó el rover Yutu.
En 2019 se lograron más hitos, tanto para bien como para mal. En enero, otro módulo de aterrizaje chino, Yutu-2, hizo historia al convertirse en el primer rover en aterrizar en el lado lejano de la Luna. Mientras tanto, el segundo orbitador lunar de la India, Chandrayaan-2, desplegó sin éxito un pequeño módulo de aterrizaje, Vikram, en la superficie lunar ese año. En 2023, la nave india Chandrayaan-3 se posó cer del polo sur de nuestro satélite. Y en abril de 2019 Israel apuntó a la Luna con el lanzamiento de su nave espacial Beresheet. Desafortunadamente, aunque la nave espacial alcanzó la órbita lunar, se estrelló durante su intento de aterrizar.
A diferencia de otras naves espaciales que la precedieron, Beresheet se construyó en gran parte con financiación privada, anunciando una nueva era de exploración lunar en la que las empresas privadas esperan tomar las riendas de los gobiernos.
La NASA, por ejemplo, se está asociando con empresas de vuelos espaciales comerciales para desarrollar módulos de aterrizaje robóticos y tripulados para la exploración lunar; entre estas empresas se encuentran SpaceX, Blue Origin y Astrobotic. El exconsejero delegado de Amazon, Jeff Bezos, y Blue Origin han anunciado el objetivo de establecer una base lunar cerca del polo sur donde la gente pueda trabajar y vivir. SpaceX está desarrollando una nave espacial capaz de transportar astronautas a la Luna y Marte, y también está desarrollando un plan para llevar turistas a la órbita lunar.
Y para no quedar eclipsada por el sector comercial, la NASA está trabajando en un ambicioso regreso a la Luna por todo lo alto. Después de que el programa Artemis de la agencia (hermano del venerable proyecto Apolo) culminase con éxito la llegada del módulo de aterrizaje lunar Odysseus el año pasado, Artemis II pretende llevar a la primera mujer a la Luna en los próximos dos años. La columna vertebral de Artemis es la cápsula espacial Orion de la NASA, actualmente en desarrollo, aunque la agencia también se está asociando con empresas privadas para lograr su objetivo.
Si los dos programas Artemis son exitosos, en un futuro próximo la NASA y sus socios podrían desarrollar una estación espacial en órbita lunar que sirviera de puerta de entrada a destinos en la superficie de la Luna y más allá.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.