La luna de Saturno posee la cordillera más extraña de todo el sistema solar
De entre todas las lunas del sistema solar, Iapetus tiene que estar considerada entre las más extrañas. Llamada así por el titán que portaba una lanza, el extraño satélite de Saturno tiene un tamaño menor que la mitad de la luna terrestre.
De entre todas las lunas del sistema solar, Iapetus tiene que estar considerada entre las más extrañas. Llamada así por el titán Iapetus que portaba una lanza en la mitología griega, el extraño satélite de Saturno tiene un tamaño menor que la mitad de la Luna terrestre. Pero está rodeado de enigmas: achatada por los polos, la luna tiene forma de nuez, su cara frontal es negra como el carbón, su parte trasera es blanca y brillante y lleva a modo de cinturón una enorme y puntiaguda cordillera.
Incluso su órbita es extraña: Iapetus está unas tres veces más alejada de Saturno que su vecino más cercano, la luna Titán. Y el camino que recorre alrededor del planeta es inclinado, lo que quiere decir que se balancea arriba y abajo mientras orbita, en lugar de permanecer en el plano de los anillos de Saturno como el resto de satélites "normales".
En otras palabras, es algo así como la rebelde del sistema saturniano, una luna que preferiría quedar en los callejones y saltarse las clases en lugar de jugar a la pelota con el resto de sus compañeros.
Entre los misterios sin resolver más extraños de Iapetus está su extremadamente elegante y puntiaguda cordillera. Viaja recta como una flecha a lo largo de tres cuartas partes del ecuador de la luna y es gigantesca: con aproximadamente 20 kilómetros de altura y hasta 200 kilómetros de ancho (a modo de comparación, la cima del Everest tan solo se eleva 8,85 kilómetros sobre el nivel del mar).
No hay nada parecido en el sistema solar.
Los científicos identificaron la cresta por primera vez en 2004 y desde entonces han estado intentando descubrir cómo pudo formarse. Las primeras teorías sugieren que se trata de la actividad geológica dentro de la propia luna. Puede que algo similar a las placas tectónicas de la Tierra o el volcanismo hayan provocado que la cresta se haya levantado en el ecuador. Pero eso no tiene mucho sentido. La corteza de la luna no era esponjosa cuando la cresta se formó, las pruebas de una geología activa se enfriaron.
A continuación, los científicos pensaron que quizás la cordillera se formó como consecuencia de la repentina ralentización de su periodo de rotación. Las primeras simulaciones sugieren que un día en la luna solía durar unas 16 horas. Ahora, sin embargo, un día en Iapetus dura 79 días terrestres, el mismo tiempo que el pequeño tarda en dar una vuelta alrededor de Saturno (la luna está anclada gravitacionalmente, lo que significa que surca el espacio mostrando siempre la misma cara).
Es posible, dicen los científicos, que un enorme impacto haya dejado a Iapetus en su estado rotacional actual, y que el "frenazo" resultante haya provocado que la corteza se doblase.
Pero la mayoría de estas teorías también pronostican otras curiosas evidencias geológicas, las cuales no se observan, o dependen de que la corteza tenga un grosor determinado (que puede que no sea el caso).
En 2010, una nueva teoría salió a la luz. Quizás la cresta son los restos de una antigua luna, una luna-luna, sugirió Andrew Dombard de la Universidad de Illinois en un encuentro en la American Geophysical Union. En algún momento durante la evolución del sistema de Saturno, dijo, Iapetus podría haber tenido un amiguito de unos 100 kilómetros de diámetro. Si la luna capturó a la miniluna, o si la miniluna se formó a partir de los restos proyectados por un gran impacto (así es como se formó la luna de la Tierra) es algo desconocido.
Pero finalmente, ese pequeño amigo se acercó demasiado al malhumorado Iapetus y terminó siendo hecho trizas por efecto de la gravedad.
Al romperse la pequeña luna, explicó Dombard, sus fragmentos formaron un efímero anillo alrededor del ecuador de Iapetus. Finalmente el anillo cayó sobre el satélite depositando la gigantesca cordillera.
En 2011, otro equipo sugirió algo parecido, esta vez con un gran impacto que formase tanto una pequeña luna como un anillo. El anillo crearía la cordillera, mientras que la pequeña luna se estrellaría con Iapetus formando uno del sus múltiples grandes cráteres de impacto.
Pruebas más recientes, deducidas a partir de la forma de la propia cordillera montañosa (escarpada y triangular) sugieren que la caída de materiales desde lo alto tiene mucho sentido. Es parecido a la forma que obtienes cuando coges un puñado de arena y la sueltas despacio en un montón.
Pero el por qué de que la cordillera tan solo recorra tres cuartos del ecuador no queda explicado por este escenario.
En resumen, todavía no sabemos cómo Iapetus consiguió sus montañas monstruosas. Pero la idea de una luna para una luna, o la de una luna con anillo, es extrañamente emocionante. Es una pena que Iapetus aparentemente tuviese que romper a su pequeño amigo en pedazos.